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La teoría de las cuerdas es una teoría que plantea que existen universos complementarios al nuestro que comparten espacio y tiempo, pero que no podemos ver.
Y mucho menos entrar
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¿Verdad..?
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𝐊𝐢𝐦𝐞𝐭𝐬𝐮 𝐧𝐨 𝐘𝐚𝐢...
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Tanjiro es una princesa de Disney
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Tanjiro estaba nervioso. Muy nervioso, de hecho. No era normal que una extraña extranjera acabase llorando en su haori y pidiéndole que no la dejara (no era necesario entender lo que decía, su olor y sus acciones hablaban por su mismas). En su desesperación, había dicho lo primero que se le vino a la mente, y ahora tenía a una completa desconocida viajando con el. ¿Había sido una buena decisión? Bueno, al menos no olía como alguien peligroso; más bien, olía aferrada, confiada en el, pero absolutamente desconcertada.
No tuvo mucho tiempo para pensar más en eso, porque la chica tiró de su manga y señalo algo en el camino.
— ¡Charco! — repitió ella, con una sonrisa nerviosa.
Tanjiro parpadeó. "Oh... ¿ella está intentando aprender japonés repiyeindo lo que digo?" Pensándolo bien, esa chica era bastante... linda. Sonrió cálidamente, algo aliviando por la situación.
— ¡Así es! ¡Buen trabajo! — exclamó con entusiasmo animándola.
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Sentiste que tú corazón estaba a punto de explotar. ¡La sonrisa de Tanjiro debería de ser declarada un arma peligrosa! Apenas podía respirar. "Basta Tanjiro... Haces que me enamoré de ti, esto es demasiado para mí..."
De repente, un grito agudo resonó por el aire:
— ¡POR FAVOR, CÁSATE CONMIGO! — No necesitabas saber japonés para reconocer esa voz. "Zenitsu... Owww"
Y efectivamente, ahí estaba: el chico rubio, con el cabello alborotado y su haori amarillo con patrón de triángulos, estaba aferrado a una chica de pelo negro con trenzas, vestida con un sencillo kimono azul.
— ¡Podría morir cualquier día! ¡Por favor, cásate conmigo antes de que sea demasiado tarde! — lloraba Zenitsu, suplicando con la desesperación de alguien al borde del colapso.
— ¿Q-qué es esto? — Tanjiro se veía perplejo, y con una mano cubrió tus ojos, como si quisiera proteger tu inocencia. Incluso el cuervo que llegó volando para avisarle a Tanjiro sobre su misión se detuvo en seco ante semejante escena.
— ¿Qué demonios? — escuchaste murmurar a Tanjiro, claramente confundido.
— ¡Chu! ¡Chu! — Tanjiro te destapó los ojos y dejo que el gorrión, llamado Chuntarou, se posara en su mano.
