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La teoría de las cuerdas es una teoría que plantea que existen universos complementarios al nuestro que comparten espacio y tiempo, pero que no podemos ver.
Y mucho menos entrar
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¿Verdad..?
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𝐊𝐢𝐦𝐞𝐭𝐬𝐮 𝐧𝐨 𝐘𝐚𝐢...
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Habían pasado varias semanas desde que tomaste la decisión de acompañar a Tanjiro y compañía en lo que sería la trama principal. Sabías que lo hacías con un propósito en mente: descubrir cómo regresar a tu hogar. No tenías ningún plan claro, pero de alguna manera, seguir la historia principal de este universo parecía ser la mejor opción. Además, habías avanzado bastante en japonés. Ahora podías mantener conversaciones básicas, aunque todavía tenías que pedirles a los demás que hablaran despacio y con frases simples para poder entender bien. Era un progreso del que estabas orgullosa. El japonés no era un idioma fácil, especialmente para alguien que había tenido dificultades con el inglés en su momento. A veces te provocaba dolor de cabeza, pero tenías que adaptarte sí o sí, porque, bueno, no te quedaba de otra.
Como dicen, uno trabaja mejor bajo presión, ¿no? O algo así. Lo importante es que estabas satisfecha con tu progreso.
—(T/N), vamos a comer —anunció Tanjiro con su típica amabilidad.
—¡Oh... claro! —respondiste en japonés, aunque de manera algo torpe.
La forma en que lograste formar esa frase tan simple te hizo sentir un pequeño orgullo interno. Era un gran avance considerando que hace semanas no entendías ni una palabra.
Te sentaste con los demás, y como siempre, Nezuko se sentó a tu lado. Aunque no iba a comer, disfrutaba de tu compañía, y a ti no te molestaba tenerla cerca. Era reconfortante sentir que habías hecho una amiga tan única en este mundo.
La anciana les deseó buen provecho. Entonces, todos comenzaron a comer con ganas. Era un momento tranquilo y familiar, y tú aprovechabas para saborear la comida, agradeciendo tener un momento de calma en medio de tanta locura.
—¿Está rico? —preguntó Tanjiro de repente. Era parte de su manera de ayudarte a practicar, haciéndote preguntas sencillas en japonés para que pudieras responder.
—Sí... es rico —respondiste con una sonrisa, logrando formar la frase sin pensarlo demasiado.
—¡(T/N), tu japonés está mejorando muchísimo! —exclamó Zenitsu, emocionado como siempre—. Uhh, ¿cómo era...? Etto... Estoy... orgulloso tú...?
Intentaba hablar en español, lo que te hizo sonreír con gratitud. A pesar de que no lo dominaba, apreciabas su esfuerzo.
—Gracias, Zenitsu. Tú también... uh... mejorar... español —murmuraste en japonés, luchando con las palabras, pero logrando hacerte entender.
Zenitsu sonrió como si le hubieras dado el mejor cumplido del mundo. Su rostro irradiaba felicidad, y tú no podías evitar encontrarlo adorable. Se esforzaba tanto, y la verdad que se esforzara tanto por aprender tu idioma te hacia quererlo mas.
