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✧𝐋𝐀 𝐇𝐎𝐑𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐓𝐀𝐑✧ capítulo 5
✧Kairi
Llevo cuatro días en Japón y ni uno de ellos con un mínimo de paz.
Estoy escondida y encerrada en casa de mis padres, mi casa, o como sea que llame ahora a este lugar. Tengo comida basura, latas de cerveza y lo suficiente para sobrevivir durante las próximas veinticuatro horas. Porque no pienso salir de aquí en ese tiempo. Necesito paz y eso implica no ver a Satoru o a cualquier persona que respire. Solo yo y mi desorden.
Todas las palabras de la discusión están quemándome en el pecho y el cerebro. «Te estaba protegiendo, Kairi». Y una mierda, tu no proteges a la persona que quieres alejándola de ti y dejándola en la puta mierda.
Mi móvil suena sobre la mesa y, por un segundo, me quedo mirando la pantalla, dudando si responder o no. Es Renji. Supongo que hablar con mi hermano no me viene nada mal. Tenemos esa relación amor-odio que tienen todos los hermanos; daría mi vida por él, aunque sea un pesado muchas veces.
─¿Cómo está la hermana más pesada del mundo? ─pregunta a modo de saludo.
─Hola, Renji.
─¿Nada de insultos? ¿Qué pasó? ─Su tono cambia al otro lado de la línea─. Déjame adivinar, seguro que tiene que ver con un chico de 1.90 con ojos azules y el ego del tamaño de Brasil como mínimo ─dice, y puedo imaginar su sonrisa burlona al otro lado de la línea.
─Discutí con él, nada nuevo ─resoplo, acariciando mis piernas.
─Y seguro que ahora estás escondida con comida basura.
No puedo evitar poner una mueca, Renji me conoce demasiado bien, y vio demasiadas veces mi espiral de lamentos.
─Agh ─grito, liberando la frustración─. Quizás no tendría que haber vuelto, quizás mamá tenía razón cuando me dijo...
─No, eso si que no ─me interrumpe y su voz se vuelve más grave, incluso tensa─. Mamá no tiene ni puta idea. Tú necesitabas volver a Japón.
─Es que me saca de quicio, joder.
─Siempre te sacó de quicio y eso es lo que más te gusta de él ─dice bajando la rudeza de su voz─. Si alguien sabe manejarlo, eres tú. Eso sí, no te metas en líos, que luego tengo que volar para ir a rescatarte de maldiciones.
─Imbécil.
─Eso suena más como mi hermana ─contesta, y sé que está sonriendo.
─Gracias, Renji ─admito, y la verdad es que me siento un poco más fuerte solo por tenerlo en mi vida─. Intentaré no seguir en mi espiral de dolor y lamentos.
