Sunghoon, el chico más popular y atlético del colegio, nunca había encontrado a alguien que lo desconcertara... hasta que conoce a Jake, el nuevo estudiante de intercambio de Australia.
Mientras Sunghoon brilla en las pistas de hielo, Jake deslumbr...
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El frío de la mañana aún no se había disipado cuando Sunghoon llegó al colegio, su chaqueta deportiva a medio abrochar y la mochila colgando descuidadamente sobre un hombro.
El equipo de patinaje tenía una competencia importante en una semana, y la presión comenzaba a hacer mella en él. Todos esperaban perfección, y él no podía fallar.
Atravesó los pasillos abarrotados sin prestar atención a las conversaciones ni a las miradas que siempre parecían seguirlo. Era una rutina. Hasta que algo rompió su concentración habitual.
Al girar por el pasillo principal, vio a alguien que no había notado antes.
Un chico, con gafas y cabello desordenado, se encontraba agachado, intentando meter algunos libros en su casillero.
Había un aire tranquilo alrededor de él, como si no estuviera realmente en el mismo lugar que todos los demás, completamente inmerso en su propia burbuja.
"Ese debe ser el nuevo," pensó Sunghoon.
Había oído vagos rumores sobre un estudiante de intercambio que acababa de llegar de Australia, pero no le había dado mucha importancia. Hasta ahora.
Jake Sim, supuso. Ese era su nombre.
Aunque el bullicio del colegio no lo perturbaba, Sunghoon sintió un leve interés en el chico que parecía ajeno a todo el caos.
Por un momento, sus miradas se encontraron cuando Jake levantó la vista, y en lugar de las miradas admirativas a las que Sunghoon estaba acostumbrado, lo que recibió fue una sonrisa tímida y cortés, como si no lo reconociera del todo.
Algo en esa sonrisa hizo que Sunghoon se detuviera en seco.
—¿Necesitas ayuda?
La voz de Jake era suave, pero firme.
Sunghoon lo miró confundido, hasta darse cuenta de que, sin darse cuenta, había dejado caer uno de sus libros.
—Ah, no. Estoy bien —respondió Sunghoon, agachándose para recoger el libro y sintiendo el rubor en sus mejillas.
No estaba acostumbrado a que alguien le ofreciera ayuda de esa manera tan casual. Generalmente, la gente lo trataba con una mezcla de admiración y distancia.
Jake volvió a concentrarse en sus libros, y el momento pareció haber pasado, pero Sunghoon sintió una incomodidad inusual.
Había algo diferente en este chico. Algo que no podía identificar pero que de alguna manera lo atraía.
—Soy Jake, por cierto.
Dijo el chico mientras cerraba su casillero con un leve golpe y se ajustaba la correa de la mochila.
—Sunghoon —respondió casi automáticamente, sin pensar. Todo el mundo lo conocía, ¿por qué había sentido la necesidad de presentarse?
Jake asintió con una sonrisa, esta vez más relajada, y comenzó a caminar por el pasillo.
—Nos vemos por ahí, Sunghoon.
Esa frase quedó flotando en el aire mientras Jake desaparecía entre la multitud. Sunghoon se quedó de pie por un momento más, con una sensación extraña y nueva palpitando en su pecho.
No era común que alguien lo dejara intrigado.
Pero Jake Sim no era común.
Y, sin saberlo, algo en ese breve encuentro había comenzado a cambiar en el chico que siempre parecía tenerlo todo bajo control.
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En un instante fugaz, el hielo inquebrantable de Sunghoon comenzó a derretirse.
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