Capítulo 2: Inquietud Inesperada

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El resto del día transcurrió como siempre para Sunghoon, al menos en apariencia

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El resto del día transcurrió como siempre para Sunghoon, al menos en apariencia.

Las clases pasaron en un suspiro, y su grupo de amigos lo rodeaba como siempre, haciendo bromas y charlando sobre la competencia que se avecinaba.

Pero, por más que intentara concentrarse en las conversaciones, su mente seguía volviendo una y otra vez a la breve interacción con Jake.

Sunghoon no podía entender por qué aquel encuentro le había causado tal impresión.

Había conocido a cientos de personas a lo largo de los años: fans, compañeros de equipo, incluso rivales.

Sin embargo, había algo en Jake, en su tranquilidad y en la forma en que lo había tratado con una amabilidad tan casual, que lo desarmaba.

Era una sensación nueva y, para alguien acostumbrado a tenerlo todo bajo control, era perturbadora.

La campana que anunciaba el fin del día lo sacó de sus pensamientos, y con un suspiro se dirigió al vestuario para cambiarse y salir hacia el entrenamiento de patinaje.

Mientras caminaba hacia la pista de hielo, el aire frío de la tarde comenzaba a envolver la ciudad, y el cielo se teñía de tonos anaranjados y rosados.

Al llegar a la pista, Sunghoon se sintió en su elemento.

El hielo siempre había sido su refugio, el lugar donde podía despejar su mente y dejar atrás cualquier distracción.

Pero incluso mientras practicaba sus saltos y piruetas, notaba que su concentración no era la misma de siempre. Cada vez que se detenía para tomar aire, la imagen de Jake aparecía fugazmente en su cabeza.

El entrenamiento terminó más tarde de lo habitual, y el cansancio se acumulaba en sus músculos.

Decidió caminar de regreso a casa para despejar su mente.

La pista de hielo quedaba cerca del colegio, y el trayecto solía ayudarle a relajarse. Sin embargo, esa noche, mientras recorría el parque que separaba el colegio de su casa, algo llamó su atención.

Bajo un árbol, iluminado por la luz suave de un farol, Jake estaba sentado con un libro entre las manos.

El viento revolvía suavemente su cabello, pero él no parecía notar el frío. Sunghoon se detuvo, observándolo por un momento.

No estaba seguro de si debía acercarse o seguir su camino. Parte de él quería mantener la distancia, pero algo en su interior lo empujaba a cruzar esa línea.

Finalmente, antes de darse cuenta, ya estaba caminando hacia él.

—¿Otra vez tú? —bromeó suavemente, deteniéndose a unos pasos de Jake, intentando que su tono sonara casual. El chico levantó la vista del libro, claramente sorprendido de verlo allí.

—Oh, hola, Sunghoon —respondió Jake, sonriendo nuevamente. Esa sonrisa tranquila que lo desarmaba por completo— .¿Entrenaste tarde hoy?

Sunghoon asintió, pasando una mano por su cabello húmedo. —Sí, la competencia está cerca. Tengo que practicar más de lo normal.

Jake cerró su libro con cuidado y lo colocó en su mochila. —Debe ser agotador.

Sunghoon se quedó en silencio por un momento. Nadie solía preguntarle cómo se sentía.

La gente asumía que él, siendo el mejor, siempre estaba bien, que nada lo afectaba. Pero la simplicidad con la que Jake lo había dicho lo hizo sentir visto de una manera que no esperaba.

—Lo es. A veces... sí. —La confesión salió más fácil de lo que pensaba, y eso lo sorprendió. Jake solo lo miró, sin juzgar ni opinar, como si simplemente estar ahí fuera suficiente.

—Bueno, si alguna vez necesitas despejarte de tanto entrenamiento, hay un lugar increíble para ver las estrellas cerca de aquí. Te lo puedo mostrar algún día, si quieres —sugirió Jake con esa tranquilidad tan característica.

Sunghoon se rio suavemente, pero no con burla, sino con genuino interés. Mirar las estrellas no era algo que hubiera considerado como un escape, pero por alguna razón, la idea no le parecía tan descabellada cuando venía de Jake.

—Suena interesante —respondió, y notó cómo una parte de él realmente lo quería— .Tal vez lo haga.

Jake sonrió, esa sonrisa que no dejaba de sorprenderlo.

—Entonces, nos vemos por ahí, Sunghoon. —Jake se levantó, colgándose la mochila al hombro. Con una pequeña inclinación de cabeza, comenzó a alejarse, dejándolo solo bajo el farol.

Sunghoon lo observó mientras se iba, sintiendo cómo la extraña inquietud dentro de él se transformaba lentamente en otra cosa. Quizás, por primera vez en mucho tiempo, estaba comenzando a abrirse a algo distinto.

Y mientras miraba al cielo, ahora oscuro y salpicado de estrellas, supo que ese "nos vemos por ahí" no sería la última vez que sus caminos se cruzaran.

Y mientras miraba al cielo, ahora oscuro y salpicado de estrellas, supo que ese "nos vemos por ahí" no sería la última vez que sus caminos se cruzaran

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Bajo el cielo estrellado, una nueva curiosidad empezó a nacer en el corazón de Sunghoon.

Bajo el cielo estrellado, una nueva curiosidad empezó a nacer en el corazón de Sunghoon

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Entre el Hielo y las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora