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Luzu no esperaba que la situación de sus amigos cambiara tanto después de la muerte de Titi. Se lamentaba por no haber estado presente en esos momentos, especialmente al escuchar a Vegetta, quien le contó de manera 'sutil' la dolorosa muerte de Titi. Ahora sentía que debía hacer algo al respecto, porque parecía que nadie más quería o podía tomar la iniciativa.

Durante su visita reciente con Rubius, este le mencionó que necesitaba un espacio para desahogarse, como una especie de terapia. Esa idea dejó a Luzu pensando. De hecho, le pareció una buena propuesta: él podría ser el "psicólogo" y tener su propio consultorio.

Después de pasar el día haciendo bromas con los chicos para aligerar el ambiente, Luzu decidió que era momento de volver a casa y comenzar a construir su consultorio. Aunque quería ayudar a todos, su mente no dejaba de centrarse en una persona en particular: Quackity. Sabía que él necesitaba ayuda, no por otra razón… claro.

Lo cierto es que deseaba pasar más tiempo con él, escucharlo hablar, incluso cuando a veces no entendía del todo lo que decía, pero aun así lograba hacerle reír. Quackity tenía una sonrisa encantadora y unos ojos bastante lindos...

— Me pregunto qué estará haciendo ahora mismo — se dijo a si mismo mientras observaba a lo lejos, distinguía la pequeña isla donde vivía Quackity e imaginaba escenarios adorables y absurdos con él.

Bueno, si él estuviera ahí, claro...

( . . . )

El pelinegro abrió los ojos lentamente, con la vista borrosa. Le tomó unos segundos para que sus ojos se acostumbraran a la tenue luz de la habitación. Intentó moverse, pero el dolor de cabeza era insoportable y el mareo le nublaba los sentidos. Este malestar le resultaba familiar, exactamente como la primera vez que Lolito… bueno, hizo eso.

Se incorporó con esfuerzo, notando la suavidad de las sábanas bajo sus dedos. Pero no era su cama. Miró a su alrededor y la luz de las dos antorchas apenas iluminaba el espacio, revelando lo sucia que estaba la habitación. Podía jurar que vio una cucaracha cruzar por el suelo. Su ropa estaba hecha un desastre: la sudadera mal colocada, el gorro a medias, un zapato perdido, y los pantalones apenas ajustados.

Pasó una mano temblorosa por su cabello, tratando de acomodar la gorra. Intentó levantarse de la cama, pero el sonido metálico lo hizo detenerse. Unas cadenas. Miró con pánico su muñeca: estaba atada a la cama, y ni siquiera se había dado cuenta.

— Puta madre — maldijo entre dientes, tirando de la cadena en un intento desesperado de liberarse. Apenas podía moverse unos pasos pues la cadena lo mantenía atrapado.

De repente, escuchó unos pasos acercándose. El sonido lo puso en alerta, el miedo subiendo por su garganta. Sabía perfectamente quién era.

El causante de toda esta mierda.

— ¡Cariño! ¿Ya despertaste? — se oyó la voz que tanto temía.

La voz de Lolito era repulsivamente suave mientras abría la puerta, dejando ver su silueta antes de cerrarla tras él. Caminó hacia Quackity con una calma inquietante, esa sonrisa amorosa deformaba aún más la situación, como si no hubiera hecho absolutamente nada malo.

— ¿Cómo te sientes? ¿Tienes hambre, mi niño? — preguntó con un tono dulce, deslizando suavemente sus dedos callosos por la mejilla de Quackity, esperando una respuesta.

Quackity no dijo nada...Simplemente se apartó, mirándolo con odio y asco. Eso solo hizo que Lolito soltara una risita baja, disfrutando del rechazo.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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[ Shut Up ] QuacklitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora