BORSALINO II

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-Ho

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-Ho... Hola... -el chico probó asomar un saludo que lo sacara de la ignorancia.

Las expectativas se amordazaron con lo inaudible que escupe una abstención de vibrato alguno, hasta que el brote más místico se manifestó cual práctica de ocultismo que hallara un secreto universal.

-Esperaba que no fueras tan literal... pero sí... el sombrero... -apareció nuevamente la voz.

- ¡Ay, carajo! -procedió a sacárselo, incluso arrancárselo si podía...

- ¡Espera, no me despojes! Por favor... -le escuchó decir antes de poder quitarlo y se frenó.

- ¡No es posible! ¡No es posible! -gritaba Siro luchando con la tensión arrebatadora de sus dedos suspendidos en el aire.

-Vamos, no me vas a decir que te da miedo un simple sombrerito... -el tono bajo y serio adquirió un grado burlón.

-Bueno... estás, me estás hablando... ¡Maldición, maldición!

-Y tú también a mí y no por eso hago un escándalo...

Siro sintió que sus extremidades se aflojaban al punto de perder voluntad, sus brazos en alto cayeron como látigo y sus rodillas recibieron el peso al chocar contra las lonas del suelo.

-De acuerdo... de acuerdo... vamos a calmarnos... -dijo el joven adquiriendo una expresión trastornada y se refregó la cara mientras se acomodó en sentada india y bajaba el cuello-. ¿Qué es esto? ¿Quién es?

-Soy un ser milenario que ha habitado en muchas formas... no es para tanto... -fingió modestia.

- ¿Una inteligencia artificial...? -preguntó elevando los ojos taquicárdicos.

-Más espiritual que artificial... -contestó con misterio ancestral.

- ¿Y cómo... de dónde te sale la voz? -A pesar de dejarse llevar por la veracidad de esta fantasía, sus labios temblaban de escalofríos-. La siento, aunque no sé si la escucho en verdad...

-Estoy conectado a tu mente de una forma muy especial... -anunció con ejemplaridad.

- ¡¿Qué?! ¡No es posible! -se abrazó a sí mismo como un niño chiquito.

-Oye, creí que eras más abierto... de mentalidad...

- ¿Por qué hablás? ¡Callate ya! -intentó una vez más llevar las manos arriba para quitárselo.

-No seas inmaduro, Siro -lo detuvo con lo dicho y por dentro le explotó un fuego artificial de la impresión.

- ¿Có... cómo sabes mi nombre?

-Bueno, los sombreros sabemos cosas, estoy sobre tu cabeza, llevo el peso de tus pensamientos ahora... -A pesar de todo el asunto esotérico, la calma de su tonalidad se proyectaba amistosa.

- ¿Cómo te llamás? -preguntó frenético.

-He tenido muchos nombres en el pasado, no los recuerdo con exactitud, me gustaría un nombre con "B", si no te importa, ¿qué te parece si me llamas..."Bo...", em, espera, "Bohemio"? No, no, aguarda, ya lo tengo: ¡"Borsalino"!

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