capitulo 12, Final

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El jardín botánico, que había sido el escenario de tantos momentos memorables para Toga y Ochako, se preparaba para la llegada del otoño. Las hojas comenzaban a tornarse doradas y naranjas, creando un mosaico de colores vibrantes que bailaban con la brisa. Este sería el último día que pasarían allí antes de regresar a sus vidas cotidianas, y querían aprovechar cada minuto.

Toga y Ochako estaban en la cocina de la casa cercana, preparándose para un picnic especial que habían planeado. El desayuno se había convertido en una tradición durante sus visitas al jardín, pero hoy decidieron elevar el nivel con un almuerzo elegante, completo con velas y una mesa decorada con flores frescas.

—¡Listo para el último día de nuestra escapada! —anunció Toga, con una sonrisa traviesa mientras acomodaba los últimos detalles del picnic—. Espero que este almuerzo sea digno de nuestra celebración.

Ochako, que estaba organizando los platos y cubiertos con cuidado, se volvió para mirarla. —Sí, me encantaría que fuera un día inolvidable. Pero, sobre todo, quiero que sea un día lleno de momentos que podamos atesorar.

Toga la miró con ternura, sintiendo una oleada de amor por la mujer que había llegado a significar tanto para ella. —Estoy segura de que será así. Tenemos mucho que celebrar.

Con la mesa lista y el picnic preparado, decidieron disfrutar de un paseo por el jardín antes de sentarse a comer. El aire fresco y la luz dorada del sol de la tarde creaban un ambiente mágico. Las hojas caídas crujían bajo sus pies mientras caminaban de la mano, disfrutando de la belleza del paisaje.

—¿Recuerdas nuestro primer picnic aquí? —preguntó Ochako, girando su cabeza para mirar a Toga con una sonrisa nostálgica.

Toga se rió suavemente, apretando la mano de Ochako. —Sí, recuerdo que no sabíamos qué esperar y terminamos con una comida desastrosa. Pero fue perfecto porque estábamos juntas.

—Exactamente —respondió Ochako—. Y ahora, mirar hacia atrás en todo lo que hemos compartido y lo lejos que hemos llegado... es increíble.

Llegaron a una pequeña área despejada, donde una gran roble se alzaba majestuosamente en el centro. Decidieron sentarse bajo su sombra, disfrutando de la tranquilidad y el paisaje que ofrecía el jardín.

—Esto es perfecto —dijo Ochako, acurrucándose junto a Toga en el césped. —Siento que el mundo es más hermoso cuando estoy contigo.

Toga la rodeó con un brazo, sintiendo el calor de su cercanía. —También lo siento. Cada momento contigo ha sido una bendición, y este lugar siempre tendrá un significado especial para nosotros.

Se miraron a los ojos, y el amor en sus miradas era palpable. Toga inclinó la cabeza, sus labios rozando los de Ochako en un beso suave y lleno de emoción. El beso se profundizó lentamente, una expresión de todo lo que sentían el uno por el otro, un amor que había crecido y florecido con el tiempo.

Después del beso, se recostaron en el césped, disfrutando del silencio y del momento juntos. Ochako apoyó su cabeza en el hombro de Toga, sintiendo el latido de su corazón y la seguridad que le brindaba. Toga, a su vez, acariciaba el cabello de Ochako, disfrutando de la intimidad y el amor que compartían.

—Quiero que este momento dure para siempre —susurró Ochako, su voz apenas audible—. Pero también quiero que estemos listas para el futuro.

Toga la miró con ternura, sabiendo exactamente a qué se refería. —Estamos listas. No importa lo que venga, lo enfrentaremos juntas, porque nuestro amor es más fuerte que cualquier desafío.

Ochako asintió, sintiéndose tranquila y segura en el abrazo de Toga. —Sí, lo sé. Y me siento agradecida por cada momento que hemos compartido.

Con el corazón lleno de gratitud y amor, se levantaron para dirigirse al picnic. La comida estaba dispuesta y el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos de rosa y naranja. La cena fue un festín de sabores y risas, acompañada de música suave que llenaba el aire.

Después de la comida, decidieron dar un último paseo bajo las estrellas. La noche era clara y el cielo estaba adornado con un manto de estrellas brillantes. Caminaban lentamente, disfrutando de la serenidad de la noche y del vínculo especial que compartían.

Finalmente, llegaron a un rincón del jardín donde había una pequeña fogata preparada para ellos. Se sentaron cerca del fuego, el calor de las llamas contrastando con el aire fresco de la noche. Toga tomó la mano de Ochako, sus miradas encontrándose en la luz de la fogata.

—Este lugar ha sido testigo de nuestro crecimiento y de nuestro amor —dijo Toga, sus ojos reflejando las llamas danzantes—. Me alegra que hayamos tenido este tiempo juntas.

Ochako apretó la mano de Toga, sintiendo la conexión profunda que las unía. —Yo también estoy agradecida. Este tiempo ha sido precioso, y estoy emocionada por lo que nos espera.

Se acercaron más, sus cuerpos rozándose mientras el calor del fuego les envolvía. Toga se inclinó para besar a Ochako nuevamente, sus labios moviéndose en un ritmo suave y amoroso. El beso se convirtió en un abrazo más profundo, mientras la intimidad entre ellas se intensificaba.

Toga y Ochako se miraron con amor y deseo, comprendiendo que este momento era una culminación de todo lo que habían vivido juntas. Se desnudaron con cuidado, la ropa cayendo suavemente al suelo mientras se sumergían en un abrazo desnudo. La intimidad entre ellas era pura y sincera, cada gesto y caricia transmitiendo el profundo amor y la conexión que compartían.

Se recostaron sobre la manta cerca del fuego, el calor de la fogata contrastando con el frescor de la noche. La suavidad de sus cuerpos y el ritmo de sus respiraciones creaban una melodía íntima que solo ellas podían entender. Toga acariciaba el rostro de Ochako con ternura, mientras Ochako respondía con susurros suaves y caricias delicadas.

La noche continuó en un remanso de tranquilidad y amor, un testimonio de la relación que habían construido. Cada momento de intimidad era un reflejo de su profunda conexión, un amor que se había desarrollado y fortalecido con el tiempo. Sabían que estaban construyendo algo duradero y significativo, y que lo que compartían era más que una simple historia.

Finalmente, mientras las primeras luces del amanecer comenzaban a asomar, Toga y Ochako se abrazaron bajo la manta, sintiéndose completas y satisfechas. El jardín botánico, con su belleza serena y su significado especial, había sido el escenario perfecto para su despedida y para el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas.

—Te amo, Toga —susurró Ochako, sus ojos cerrándose con felicidad.

—Yo también te amo, Ochako —respondió Toga, abrazándola con fuerza—. Gracias por cada momento y por estar a mi lado.

Juntas, se quedaron en silencio, disfrutando de la paz y la compañía mutua mientras el sol se levantaba en el horizonte. La historia de Toga y Ochako había llegado a un final, pero su amor y su compromiso seguirían creciendo y floreciendo en el futuro que estaban a punto de construir juntas.

la vida contigo es mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora