capitulo 9

23 6 0
                                    

La tarde había comenzado a desvanecerse en un suave crepúsculo, envolviendo la ciudad en una cálida luz dorada. Ochako y Toga habían pasado la mayor parte del día explorando el jardín botánico, un lugar que había superado todas sus expectativas. Entre caminos de piedras y rincones ocultos llenos de flores y arbustos exuberantes, el día había estado lleno de risas, charlas sinceras y un profundo sentido de conexión.

Cuando el sol se estaba poniendo, Toga sugirió que se sentaran en una pequeña colina dentro del jardín, desde donde se podía ver el horizonte con una vista panorámica de la ciudad iluminándose a lo lejos. Ochako aceptó encantada, disfrutando de la idea de pasar un momento más tranquilo y especial juntas.

Encontraron un lugar cómodo sobre la hierba, y Toga extendió una manta que había traído para que pudieran sentarse. Ochako se acomodó a su lado, notando cómo el aroma de las flores se mezclaba con la frescura del aire nocturno. La conversación se hizo más pausada y contemplativa, sus palabras fluyendo con una naturalidad que hacía que cada momento se sintiera íntimo y especial.

—Este lugar es realmente hermoso —dijo Ochako, mirando hacia el horizonte con una sonrisa.

—Sí, lo es —respondió Toga, su mirada fija en el cielo que comenzaba a oscurecerse—. Es uno de mis lugares favoritos. Hay algo mágico en estar aquí, rodeada de naturaleza y con la ciudad a lo lejos.

Ochako giró hacia Toga, notando la forma en que la luz del atardecer iluminaba su rostro de una manera suave y cálida. —Me alegra que lo compartieras conmigo. He tenido un día maravilloso, y creo que este es el mejor final para él.

Toga sonrió, su mirada encontrándose con la de Ochako. —Me alegra saberlo. He disfrutado cada momento contigo, y me siento agradecida por lo que estamos construyendo.

El silencio se hizo cómodo entre ellas, interrumpido solo por el suave murmullo de la brisa y el canto ocasional de los pájaros. Ochako sintió una sensación de paz y satisfacción al estar allí con Toga, rodeada de la belleza del jardín y el esplendor del crepúsculo.

Después de un rato, Toga se movió un poco más cerca de Ochako, su brazo rozando el de ella. —¿Sabes? He estado pensando mucho en nosotras y en lo que significa estar juntas. No siempre es fácil, pero momentos como estos me recuerdan por qué quiero intentarlo.

Ochako miró a Toga con ternura, sintiendo el calor de su cercanía. —También he estado pensando en eso. Me asusta un poco, porque nunca he estado en una relación como esta antes. Pero contigo, siento que es algo real y valioso. Estoy dispuesta a enfrentar los desafíos si tú también lo estás.

Toga se acercó aún más, susurrando—: Quiero que sepas que no tienes que enfrentar nada sola. Estoy aquí para ti, y quiero que esto sea algo que construyamos juntas, con honestidad y cariño.

Ochako sintió que su corazón latía con más fuerza al escuchar las palabras de Toga. Su mano buscó la de Toga, entrelazando los dedos en un gesto de afecto. —Gracias. Eso significa mucho para mí. A veces, todo lo que necesito es saber que no estoy sola en esto.

Toga apretó suavemente la mano de Ochako, su mirada llena de emoción. —Nunca estarás sola. Estoy aquí para ti, y quiero que sepas que me importas más de lo que las palabras pueden expresar.

La luz del atardecer había comenzado a desvanecerse, dando paso a un cielo estrellado que parecía reflejar el brillo en los ojos de Toga. Las estrellas comenzaron a aparecer, y el jardín se sumió en una atmósfera de serenidad y misterio. El silencio nocturno creaba un ambiente íntimo, casi mágico, que parecía invitar a una conexión más profunda.

Toga giró hacia Ochako, su rostro iluminado por la luz de las estrellas. —¿Te gustaría compartir algo más conmigo? Algo que quizás no hayas compartido con nadie más.

Ochako lo pensó un momento, sintiendo una oleada de vulnerabilidad y confianza. —Claro. Hay algo que nunca he contado a nadie, algo que siempre he guardado para mí. Cuando era más joven, solía mirar las estrellas y soñar con una vida diferente, una vida en la que pudiera ser completamente libre y feliz. Nunca imaginé que encontraría a alguien con quien compartir esos sueños.

Toga escuchó atentamente, sus ojos reflejando la comprensión y el interés. —Me alegra que confíes en mí con eso. Yo también tengo sueños y anhelos que he guardado durante mucho tiempo. Pero estar aquí contigo me da esperanzas de que esos sueños podrían volverse realidad.

Ochako sonrió, sintiendo una conexión aún más profunda. —Me alegra saberlo. Quizás nuestros sueños no sean tan diferentes después de todo. Y tal vez, juntos, podamos hacer que esos sueños se hagan realidad.

Toga asintió, sus ojos brillando con una mezcla de cariño y esperanza. —Sí, creo que podemos. Y mientras estemos juntas, me siento más fuerte y capaz de enfrentar cualquier cosa.

El momento se tornó aún más íntimo cuando Toga se inclinó ligeramente hacia Ochako, su rostro cerca del de ella. —¿Puedo...? —preguntó con suavidad, su voz apenas un susurro.

Ochako lo entendió sin necesidad de palabras. Con una sonrisa tímida pero sincera, asintió. Toga acercó sus labios a los de Ochako en un beso suave y tierno, lleno de ternura y emoción. Fue un beso que hablaba de promesas y sentimientos profundos, sin prisa, como si cada instante durara una eternidad.

Cuando se separaron, ambas se miraron a los ojos, sintiendo una conexión que iba más allá de las palabras. Toga acarició la mejilla de Ochako con delicadeza, su expresión reflejando un amor sincero y profundo. —Eres increíble, Uraraka. No puedo describir lo feliz que me hace estar contigo.

Ochako sonrió, sintiendo que sus sentimientos por Toga se habían profundizado aún más. —Y tú también eres increíble, Toga. Estoy agradecida por cada momento que compartimos y por todo lo que estamos construyendo.

La noche avanzó mientras continuaban conversando en voz baja, compartiendo más sobre sus vidas, sus miedos y sus esperanzas. La conexión entre ellas se hacía más fuerte con cada palabra y cada gesto, creando un vínculo que parecía inquebrantable.

A medida que el cielo se llenaba de estrellas y la noche avanzaba, Ochako y Toga se acurrucaron una junto a la otra en la manta, disfrutando del calor y la compañía mutua. La serenidad del jardín, la suavidad de la noche y la cercanía de Toga hicieron que Ochako se sintiera completamente en paz, sabiendo que, aunque el futuro estaba lleno de incertidumbres, estaban juntas para enfrentarlo.

El momento era perfecto, una mezcla de romance, intimidad y conexión genuina. Las estrellas brillaban sobre ellas, reflejando la promesa de un futuro compartido, lleno de posibilidades y sueños que estaban dispuestas a construir juntas.

la vida contigo es mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora