Celos.

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Pocas veces se había sentido como tal.

Tenía un incesante calor en su interior, el cual subía hasta su rostro y hacía arder sus ojos. En pocos segundos se hallaba completamente rojo, con la mirada encharcada en lágrimas de amargura y un impulso de salir corriendo lejos de allí.

Los celos apestaban. Peor aún, si quien los provocaba era alguien tan poca cosa como Park Jimin.

Jungkook nunca comprendió el porqué Taehyung terminó con él de la noche a la mañana, alegando que necesitaban un tiempo porque el mayor estaba "algo" confundido. Su confusión tenía nombre y apellido: Park Jimin. Maldito, idiota, estúpido y odioso Park Jimin.

¿Qué tenía Jimin que no tuviera él? Esa era su constante duda en cuanto se miraba al espejo. Tenía porte, buen cuerpo, bonito cabello, rostro aniñado, sonrisa adorable, voz suave y unos ojos cargados de falsa inocencia; tal y como Jimin. A diferencia de que este último poseía labios gruesos, anatomía ciertamente más "delicada", voz aguda y una curvilínea mágica que ponía a sus órdenes a cuantas mujeres u hombres quería.

Taehyung era uno de ellos.

Apretando sus labios, empuñando sus manos y parpadeando en diversas ocasiones con el fin de que las lágrimas no salieran rodando, Kook desvió su mirada hacia el centro del campus al momento de ver a Jimin y Taehyung ingresar al lugar tomados de las manos. Taehyung se veía asquerosamente feliz.

—Tienes que calmarte —aconsejó Hoseok a su lado—. Esto te está haciendo mal.

Por supuesto que le estaba haciendo mal. Nunca se sintió peor.

Finalmente, las lágrimas consiguieron escapar. El carmesí llegó hasta sus orejas; de hecho, si fuese una caricatura, era probable que empezara a expulsar humo por ahí.

—Hey... —se quejó el mayor tras llevarse un puñado de patatas fritas a la boca, mismas que masticó y tragó con una rapidez increíble—. Olvida a Taehyung. Hay más peces en el agua.

—¡Yo lo quiero a él!

—Sí, pero él quiere a Jimin.

—No me estás ayudando, Hoseok.

—¡Claro que lo hago! —alegó, comiendo otro tanto—. Soy tu amigo, tengo la necesidad de ser franco y directo contigo, y lo cierto es que Taehyung no vale la pena. Consíguete a otro, olvídalo y déjalo que sea feliz con Park.

—Escúchame bien... —con el ceño fruncido, la mirada llena de odio, las manos hechas puños y gotas rodando por sus mejillas, Jungkook observó a Hoseok, quien no pudo evitar sentir miedo e intranquilidad—. Ellos jamás van a ser felices. Taehyung va a lamentar haberme dejado por ese hijo de puta. —Y posterior a ello, se levantó bruscamente del césped para prácticamente correr hasta el interior del instituto. Estando allí, le importó poco haber llamado la atención luego de darle un sólido puñetazo a uno de los casilleros en una de las tantas hileras—. Por supuesto que lo va a lamentar...


«El amor es fuerte como la muerte; los celos son crueles como la tumba».


Con una radiante sonrisa, Taehyung se dirigió a la casa de su actual novio. No podía evitar sentirse genial cada vez que pensaba en él, casi como si aquel sentimiento fuera nuevo; real. Algo tan diferente a lo que sentía con Jungkook.

De alguna u otra forma, su noviazgo con Jeon Jungkook había resultado ser como el infierno en vida. Tal vez un poco -o mucho- peor.

Manteniendo el buen ánimo, se acercó a la puerta entreabierta de la vivienda. Tocó antes de entrar; no obstante, no hubo respuesta.

—¿Amor? —llamó tras asomar su cabeza por la apertura. Todo estaba en silencio—. Traje pinchos de pollo... —informó después de entrar completamente. Cerró la puerta a sus espaldas, suponiendo que Jimin se encontraba en la segunda planta—. ¿Jimin de mi vida? —nombró con dulzura; asimismo, con un tono de jugueteo—. Jimin de mi amor...

Silencio y más silencio.

Se dirigió a las escaleras entre suspiros, hasta que el sonido del seguro de la puerta principal llegó a sus oídos.

—Así solías decirme a mí —los escalofríos invadieron el cuerpo de Kim a continuación de escuchar la voz de Jungkook en el living. Por mientras, se volteó, encontrándose con la imagen más espantosa, sangrienta, cruel e inhumana que pudo haber conceptuado en su breve vida—. "Jungkookie de mi amor".

Incapacitado a reaccionar, sus extremidades inferiores fallaron, haciéndolo caer inminentemente sentado en uno de los escalones. Sus labios temblaron; un tic de estupefacción en sus ojos no se hizo esperar.

—Pero ya no soy Jungkook. Ahora soy Jimin.

Literalmente. Y ahí yacía el susto en Taehyung.

Para ser más específicos, Jungkook tenía la cara recién mutilada de Jimin en el rostro. Se veía aterrador, como un asesino en serie de alguna película sádica o alguna de esas mierdas. Igualmente, tenía la ropa y las manos cubiertas por sangre que aún chorreaba. Su cabello -originalmente castaño- ahora estaba teñido de rubio, pareciendo una copia barata del que solía ser su novio.

—Dime que me amas... —pidió el menor tras acercarse. La "máscara" humana ni siquiera estaba bien pegada. Resbalaba, dando la sensación de histeria, y Taehyung no pudo soportarlo más. Empezó a llorar y a temblar alto, mas ninguna oración coherente salió de sus labios—. ¡Dímelo!

Ordenó en un grito, alertando incluso más al otro.

El horror y el pavor eran lo único presente. Taehyung ni podía ponerse en situación, ni reaccionar como era debido. Su mirada centelleante no se apartaba de la escena que tenía al frente.

Jungkook le daba miedo.

—Entiendo... —musitó entre risas macabras el falso Jimin—. Es porque Jimin es más bajito, ¿verdad? —interpeló con inocencia. Inocencia que no existía y que nunca existió—. No te preocupes, amor, yo lo arreglo.

—¡No! —suplicó. Sin embargo, Kook no se detuvo. Tomó una sierra eléctrica, la cual prendió y llevó hasta más arriba de los tobillos. Sin vacilaciones, cortó primeramente parte de su pierna izquierda. Cayó de lleno al piso, y eso no fue impedimento para repetir la acción en la derecha—. E... Estás... Es-estás loco...

—Ahora soy pequeño —anunció en medio de risas. La cara mutilada en su rostro se resbaló una vez más—. Ámame. Soy como Jimin.

Kim negó frenéticamente con la cabeza. Prontamente reaccionó, se levantó en medio de tambaleos e hizo el ademán de correr hasta llegar arriba totalmente.

—¡No te vas a deshacer de mí, Kim Taehyung! —amenazó—. ¡Te voy a encontrar y te voy a arrastrar conmigo hasta el infierno! ¡Eres mío! ¡Completamente mío! ¿¡Me estás escuchando, hijo de perra!? ¡Nunca te vas a librar de mí!

Nunca se iba a librar de él. Ni en la vida, ni mucho menos en la muerte.

DATKSS © vkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora