𝐄𝐗𝐏𝐋𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍

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Esperamos pacientemente a que la noche cayera por completo. El silencio del refugio era casi inquietante, solo roto por el suave crujir de los tablones viejos bajo nuestros pies mientras Marenka y yo nos preparábamos para escabullirnos. No habíamos dicho nada a los demás. Esta misión era nuestra. Sabíamos que no era prudente salir sin el resto del grupo, pero la señal que Marenka había captado no podía esperar más. Otros sobrevivientes, o al menos eso creíamos.

Me puse la chaqueta de cuero negra y aseguré el walkie-talkie en el cinturón mientras la oscuridad nos envolvía. Afuera, las calles parecían más desiertas de lo habitual, como si el propio mundo contuviera la respiración. Con un último vistazo al refugio, Marenka me hizo un gesto y salimos, moviéndonos entre las sombras.

El silencio entre nosotras era palpable. Caminábamos rápidas, con la atención puesta en cualquier señal de peligro, pero el peso de lo que había estado rondando en mi mente se hacía insoportable. Finalmente, no pude callarlo más.

—Marenka —dije en voz baja, sin mirarla—. Hay algo que tengo que decirte.

Ella me lanzó una mirada rápida, apenas un destello de curiosidad en su rostro.

—¿Qué? —preguntó con la misma calma de siempre.

Tomé aire, sintiendo el frío quemar mi garganta. No estaba segura de cómo decirlo, pero tampoco podía seguir guardándolo.

—He estado... sintiendo algo por Atlanta. No puedo explicarlo. Es extraño, pero... no puedo dejar de pensar en ella.

Por un momento, Marenka no dijo nada. Su expresión era difícil de leer en la penumbra, pero sentí que su silencio cargaba con más de lo que sus palabras pudieran decir. Finalmente, habló, aunque su tono era más frío de lo que esperaba.

—¿Estás segura de eso, Phantom? —preguntó, su voz apenas un susurro—. A veces, en este mundo, es fácil confundir las cosas. Lo que sientes podría ser simplemente la necesidad de aferrarte a algo o alguien. Atlanta es... complicada.

Me detuve en seco, sintiendo una mezcla de frustración y confusión. Sabía que había riesgo en lo que sentía, pero no podía ignorarlo, ni tampoco dejar que lo enterraran bajo la lógica fría.

—No lo siento así, últimamente hemos estado hablando y parece haber una conexión entre ambas, sinceramente no voy a dejarlo pasar.

El ambiente entre nosotras se tensó. Marenka no respondió de inmediato, pero sus ojos brillaban con una mezcla de preocupación y algo más, algo que no podía descifrar. Finalmente, dejó escapar un suspiro y asintió lentamente.

—Solo ten cuidado, Phantom —dijo al final—. No todo es lo que parece, y a veces, lo que más deseas es lo que más puede herirte.

Seguimos caminando en silencio, pero algo había cambiado. Sabía que Marenka estaba preocupada por mí, y su advertencia resonaba en mi mente, pero ya no había vuelta atrás.

Después de lo que parecieron horas, llegamos a la ubicación de la señal. Un edificio en ruinas, cubierto de enredaderas y escombros, con las ventanas rotas que dejaban entrever la oscuridad en su interior. La señal había venido de aquí. No podíamos estar seguras de quién o qué encontraríamos.

Entramos con cautela, moviéndonos entre los escombros. El aire estaba cargado de polvo y algo más... una sensación de inquietud. No estábamos solas. Lo sabía.

De repente, escuchamos un crujido, seguido de un murmullo bajo. Al girar una esquina, encontramos a un grupo de personas. Eran sobrevivientes, tal como lo había predicho Marenka. Había unos seis de ellos, todos de aspecto demacrado, pero con el mismo brillo de determinación en los ojos que habíamos visto en nosotros mismos tantas veces. Parecían tan sorprendidos como nosotras de encontrarse.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó uno de ellos, un hombre alto con el rostro cubierto de cicatrices. Su tono era cauteloso, pero no hostil.

—Nosotras solo... seguimos una señal —respondió Marenka, su voz tranquila pero firme—. Estamos buscando aliados. Sobrevivientes como nosotras.

El hombre asintió lentamente, pero antes de que pudiera responder, otro de los sobrevivientes, una mujer de mirada alerta, levantó la mano, indicándonos que guardáramos silencio.

—No es seguro moverse ahora —dijo, mirando hacia las sombras detrás de nosotras—. Algo nos ha estado siguiendo desde que llegamos aquí. Es mejor que pasemos la noche. Podemos hablar cuando sea seguro.

La tensión se palpaba en el aire. Marenka me lanzó una mirada rápida, y supe que ella también lo había sentido. Algo nos estaba observando, esperando el momento adecuado para atacar. Nos refugiamos en un rincón del edificio, juntándonos con los otros sobrevivientes. No había lugar para discutir, así que decidimos quedarnos.

La noche avanzó lentamente, pero ni Marenka ni yo pudimos dormir. Permanecimos en silencio, vigilando las sombras y esperando a que algo, cualquier cosa, diera un paso hacia nosotras.

Y mientras tanto, no pude dejar de pensar en lo que le había dicho. Sobre Atlanta. Sobre lo que realmente sentía en un mundo donde todo parecía derrumbarse.

The Shattered CoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora