La noche pasó lenta, arrullada por el viento que silbaba entre las grietas del viejo edificio. Los sobrevivientes estaban dispersos, algunos vigilando, otros acurrucados en lo que parecía ser sus espacios personales. Marenka y yo compartimos un rincón en silencio, nuestras mentes aún procesando todo lo que habíamos vivido. La comunidad parecía genuina, pero en este mundo, la confianza era un lujo que no podíamos permitirnos.
No dormí mucho, apenas cerraba los ojos cuando algún ruido me hacía saltar. ¿Era el viento o algo más? Sentía que incluso los sonidos más inocentes podían traicionar nuestra presencia. Pero nada pasó esa noche. Solo las sombras y el crujir de madera vieja, y cuando la primera luz del día comenzó a filtrarse, supe que era hora de irnos.
Marenka se estiró a mi lado, sus ojos aún pesados por el cansancio. Ninguna de las dos habló mientras recogíamos nuestras cosas. A lo lejos, vi a Yarek, quien caminaba hacia nosotras. Su expresión era dura como siempre, pero había una suavidad en su voz que me tomó por sorpresa.
—Si lo necesitan, pueden quedarse aquí —dijo sin rodeos, mirando a Marenka y luego a mí—. Este lugar es seguro, por ahora. Pero la decisión es de ustedes.
Marenka y yo intercambiamos una mirada. La oferta era tentadora, lo admito. La comunidad, aunque pequeña y frágil, ofrecía una seguridad que rara vez encontrábamos. Pero no podíamos simplemente quedarnos aquí, no sin Pavel y los demás. Ellos también merecían tener esa opción, y no podía dejar atrás a las únicas personas con las que había compartido más que simple supervivencia.
—Gracias, Yarek —respondí finalmente—. Lo pensaremos. Pero primero, tenemos que regresar con nuestro grupo. No podemos tomar una decisión sin ellos.
Yarek asintió, como si hubiera esperado esa respuesta. Nos despidió con una inclinación de cabeza y un simple: —Las puertas estarán abiertas.
El regreso a nuestro escondite fue rápido, mucho más de lo que había imaginado. Quizá porque ambos sabíamos que cuanto más tardáramos, más riesgo corríamos. Mientras nos acercábamos, mi corazón latía con fuerza. No tenía idea de cómo tomarían los demás la noticia, ni cómo reaccionarían al hecho de que nos habíamos ido sin decir nada.
Pavel fue el primero en vernos. Su rostro, inicialmente relajado, se tensó en cuanto reconoció que éramos nosotras. Corrí hacia él, intentando leer su expresión.
—¿Dónde demonios estaban? —preguntó, con una mezcla de alivio y frustración.
—Lo siento, Pavel —comencé—. Teníamos que investigar una señal. No queríamos preocuparlos, pero encontramos algo importante.
Antes de que pudiera seguir, Emi y Ximme se acercaron rápidamente, sus rostros mostraban preocupación y algo más... rabia.
—¿Importante? —Emi soltó con dureza—. Nos dejaron aquí sin decir nada. Pensamos que algo les había pasado.
Marenka levantó las manos, como intentando calmar la situación.
—Escuchen, encontramos a un grupo de sobrevivientes. Formaron una pequeña comunidad y tienen un refugio más seguro que este. Nos ofrecieron quedarnos, pero queríamos hablarlo con ustedes primero.
El ambiente se tensó aún más. Ximme se mordió el labio, claramente preocupada. Pavel cruzó los brazos, mirando a Marenka y a mí como si estuviera procesando todo lo que habíamos dicho. La última en hablar fue Marenka.
—Sé que fue una mala decisión no avisarles —dijo en voz baja—. Pero estábamos siguiendo una pista, y ahora creemos que todos podríamos beneficiarnos de lo que encontramos.
El silencio que siguió fue denso. Pavel finalmente soltó un suspiro y relajó los hombros.
—¿Es seguro? —preguntó simplemente.
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The Shattered Core
Novela JuvenilAlgunos decían que era una maldición. Otros, un regalo oscuro. Y en como en toda buena historia, estos poderes tenían un costo.