Me escondo entre los escombros de lo que alguna vez fue New Arcadia, estoy refugiada en lo que antes era mi casa, en una calle llamada Vía del Ocaso. El nombre solía evocar imágenes de un hogar lleno de vida, pero ahora solo resuena con el silencio de la desolación. Las ventanas están rotas y las paredes desmoronadas, pero al menos es un lugar donde puedo ocultarme de los peligros que acechan fuera.La luna se alza en el cielo, proyectando una luz fría y plateada sobre el lugar. Las sombras parecen más densas en esta calle, como si el tiempo hubiera tejido un velo de oscuridad sobre la Vía del Ocaso. Me oculto en un rincón de lo que alguna vez fue mi sala de estar, buscando refugio entre lo que queda de los muebles y objetos personales.
Mientras intento mantenerme en calma, mi walkie talkie, uno de los pocos objetos que logré rescatar, emite un zumbido intermitente. Hace unos días que llego una emisión en el canal 7, un grupo de chicos que también estaban luchando por sobrevivir en medio de este caos. Desde entonces, me había mantenido en contacto con ellos, hablando todas las noches para intercambiar información y consejos sobre cómo seguir adelante. Parecían un grupo diferente, una especie de rebelión en contra de los Umbros que habían transformado el mundo en un infierno.
Sin embargo, hace una semana, el canal se quedó en silencio. No recibí más señales, ni respuestas a mis llamados. La incertidumbre se fue apoderando de mí. ¿Les habría pasado algo? ¿Habían caído en manos de los Umbros? La espera y el silencio eran lo más desesperante.
Esta noche, como todas las anteriores, intento nuevamente contactarlos. Sintonizo en el canal 7, el que habíamos acordado usar. Ajusto la frecuencia y, con el corazón acelerado, pulso el botón de transmisión.
—¿Pavel? ¿Alguien ahí? —mi voz suena en el dispositivo, con una mezcla de desesperación y esperanza.
La estática es lo único que responde. La ansiedad comienza a apoderarse de mí, invadiendo mi mente como una tormenta. Intento controlar mi respiración, pero el aire se siente denso, pesado. Mis manos tiemblan mientras vuelvo a pulsar el botón del walkie talkie, pero las palabras no salen. Me siento atrapada, como si el mundo se estrechara a mi alrededor, sofocándome. El silencio del canal se convierte en un vacío abrumador que retumba en mi pecho.
Mi corazón late tan fuerte que pienso que va a estallar. Todo se vuelve borroso. Me acurruco en el suelo, mi cuerpo encogiéndose en un intento desesperado por contener el ataque de pánico que se apodera de mí. Trato de respirar profundamente, pero el aire no parece suficiente. El miedo y la desesperación me consumen por completo.
Pasados unos minutos, que se sienten como una eternidad, la oleada de ansiedad comienza a desvanecerse lentamente. Mi respiración se vuelve más estable, aunque mi cuerpo sigue temblando. Me quedo inmóvil por un rato, dejando que mi mente se aclare poco a poco.
Justo en ese momento, cuando empiezo a recuperar el control, escucho una voz débil y entrecortada a través del walkie talkie.
—Phantom... ¿eres tú? —pregunta la voz, cargada de tensión y cansancio.
—¡Sí! Soy yo, Phantom. ¿Están bien? —respondo rápidamente, mi corazón acelerándose nuevamente, pero esta vez por la emoción de saber que aún están ahí.
—Estamos bien... más o menos —dice Pavel, con un tono agotado—. Nos atacaron, pero logramos escapar. Necesitamos que te muevas rápido. Si puedes, encontramos un lugar en donde los Umbros no van. Te mandaré las coordenadas y te vemos ahí.
Con la descripción de su ubicación, me levanto de inmediato, recogiendo lo poco que tengo y preparándome para ir. La sensación de urgencia me empuja a salir de la Vía del Ocaso sin mirar atrás. No sé qué me espera, pero no puedo dejar que este grupo caiga, no cuando podría ser lo más cercano a una verdadera familia en este mundo roto.
La sensación de ser observada me pone a mantenerme alerta, sonido me hace saltar, cada movimiento en las sombras me llena de inquietud. Lo único que me mantiene a salvo es mi habilidad para ser invisible en medio del caos. Soy una Omni, un poder que podría arrasar con todo si no fuera porque la verdadera amenaza no son solo los Umbros, sino la capacidad de destruir todo a mi alrededor si no tengo cuidado.
Decido caminar rápido por un callejón lateral. No es el camino más seguro, pero lo prefiero a las calles principales donde los Umbros cazadores merodean. En este callejón, mi corazón late con fuerza y cada respiración se convierte en un susurro.
Después de lo que parece una eternidad caminando entre las sombras de la ciudad, encuentro el lugar donde dijeron que estarían. Un edificio parcialmente colapsado, oculto entre las ruinas. Allí, en la entrada, están cinco figuras esperándome en la oscuridad. Puedo sentir sus miradas en mí antes de que uno de ellos hable.
—¿Phantom? —pregunta Pável, su voz grave pero amable.
El alivio me inunda. Aunque nunca había visto sus rostros, las voces eran las mismas. Ximme, con su sonrisa cálida, se acerca a mí y me tiende la mano.
—Sabíamos que vendrías —dice, y me siento un poco menos sola en ese momento.
Emi me tiende una botella de agua, mientras Marenka me observa con curiosidad.
Pavel me mira con seriedad.
—Somos un grupo pequeño, pero estamos en una especie de rebelión contra los Umbros —explica—. Nos unimos para resistir y protegernos a nosotros mismos y a otros como nosotros. No podemos dejar que esos monstruos controlen todo.
En un mundo donde la desesperación y la violencia reinan, encontrar personas con principios se siente casi imposible. Pero aquí están, luchando por algo más grande, algo justo.
Mientras nos instalamos, siento que, por primera vez en mucho tiempo, no estoy sola.
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The Shattered Core
Novela JuvenilAlgunos decían que era una maldición. Otros, un regalo oscuro. Y en como en toda buena historia, estos poderes tenían un costo.