El fiscal Albert Spencer

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David y Regina habían salido a caminar con Henry por el parque, pues el niño se los pidió y obviamente aceptaron. Ninguno quería perder a su hijo y estaban dispuestos a hacer lo que quisiera. La pelinegra se quedó sentada en una banca mientras ellos iban a comprar helado. No había querido caminar más porque los pies le dolían, pero no solo era el dolor que le generaba el embarazo y los tacones que llevaba, sino que le dolía la vida misma, esa que ella se había encargado de diseñar.

Henry se había mostrado neutro después de que le dijeron que tendría un hermanito, pero al menos ya no era grosero con ella, sabía que Cora había tenido que ver con eso.

Su esposo y su hijo estaban comprando helados y fue lo más tierno que había visto últimamente. Tanto David cómo Henry eran suyos y no permitiría que nadie se los arrebatara.

Parecía que desde que le dijo a Henry que estaba embarazada, el bebé había decidido hacerse notar más, que a pesar de sus intentos por ocultarlo era más difícil, puesto que aún no renovaba su clóset para las nuevas circunstancias.

- Oye, quiero que sepas que te amo con todo lo que soy y que te voy a proteger de todo y todos - habló dulcemente a su vientre redondeado mientras lo acariciaba

- Regina, tiempo sin verte - había estado observando a la mujer desde su auto y cuando la vio sola decidí acercarse

- Albert - movió su abrigo para tapar su vientre, no quería que ese hombre supiera que estaba embarazada

- Bastante tarde querida, ya lo sé

- ¿Qué haces aquí?

- Solo camino y disfruto del maravilloso día, aunque no contaba con encontrarte aquí

- Es mejor que te vayas, sabes que David no te tolera y no debe tardar en regresar

- Quiero ver a mi hijo, Regina

- ¿Para qué? - había algo que se le hacía raro en el hombre que estaba parado frente a ella y tenía sus sospechas de que había despertado de la maldición

- Es lo único que me queda de James

- Deja de atormentarlo por la muerte de James, él no tiene la culpa

- ¿Entonces quién la tiene? ¿Tú? - se acercó amenazante a la mujer

- ¡¿Qué estás haciendo aquí?! - tenía tiempo de no ver a su padre y no lo quería cerca de su familia - vete

- Hola, hijo. Solo platicaba con tu esposa - desvío la mirada de su hijo hasta el vientre de Regina - enhorabuena, por fin serás papá

- Desde hace años que soy padre

- Pero este bebé es tuyo biológicamente. He de confesar que me siento bastante ofendido de no haber sido invitado a tu boda con la alcaldesa, pero más ofendido de que me negaras estar en la vida de mi nieto. Hola Henry - sonrió al niño que se encontraba sentado ahora al lado de su madre

- No mereces estar en mi vida y mucho menos en la de Henry

- ¿Pero dejas que Cora esté presente?

- La abuela es muy buena conmigo

- Contigo querido, pero tu abuela es algo difícil. Su mandato en Storybrooke no fue de los mejores

- Albert, es mejor que te vayas, estás arruinando una tarde familiar - esta vez Regina tomó la palabra y se colocó a un lado de David, tomando su mano entre las suyas dando un ligero apretón en señal de apoyo - vete de aquí y déjanos en paz

- ¿Tanto lo quieres para enfrentarte a mí?

- Es mi esposo y no le haces bien, además de que no te quiero cerca de mi hijo

HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora