La tormenta

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Mary Margaret, a través de su cuchara pudo ver qué David había llegado y el sonido de la puerta de la cafetería solo anunció su llegada. La mujer lo vio acercarse a la barra y pedirle dos cafés a Rubí como siempre.

- Buenos días - se acercó a la mesa de la maestra de su hijo y le sonrió

- Buenos días - cerró el libro que supuestamente estaba leyendo

- Eh... Tengo que irme o llegaré tarde al trabajo - últimamente se ponía demasiado nervioso cada que estaba cerca de ella

- La comisaría, ¿Cómo va a eso?

- No he encarcelado a nadie por mucho tiempo

- Aún

David salió y Mary Margaret lo observó llegar al Mercedes negro de Regina, dónde la alcaldesa lo esperaba con una gran sonrisa, para recibir su café y luego un beso.

- ¿Así es como haces el volcán, no? - tomó asiento frente a su compañera de cuarto

- Estaba

- Entiendo

- El viene cada mañana a las 7:15 a buscar café

- Para él y su esposa

- Ya lo sé... Solo quiero... Solo vengo a verlo

- ¿Entonces lo sigues?

- Tal vez un poco. Solo sé que pasa la mañana con Regina, compra café, va a la comisaría y trabaja desde las 7:30 y a las 5 vuelve a su casa

- Oh, ¿Y es todo?

- La cena de los jueves es comida china. Sé que él es mi obsesión - bajó la mirada

- Tal vez, el primer paso es no venir mañana

- El amor es lo peor, deberían inventar una cura mágica

Ese mismo día, en la noche, Maru Margaret se encontraba comprando algunas provisiones para la tormenta, pero desde su plática con Emma, había tenido la cabeza en otro lado, pues su amiga tenía razón, él hombre del que estaba enamorada era casado, tenía una familia.

De la nada chocó con alguien, haciendo que saliera de sus pensamientos y regresara a la realidad.

- Perdón - fue lo primero que dijo antes de ver a la persona con la que había chocado - lo siento - tenía enfrente a Regina con toda su cesta tirada

Lo último que Regina quería era toparse a esa mujer y ahora gracias a ella, se encontraba en el piso levantando rápidamente sus cosas, pero era obvio que la ayudaría a levantar todo el desastre.

- Perdón, estaba distraída

- Eso es más que obvio. Esto es suyo, supongo - le pasó un paquete de pilas y buscó con la mirada la caja que le faltaba y cuando la encontró estaba en manos de Mary Margaret

- Prueba de embarazo - leyó en voz alta

Regina llevaba algunos días con náuseas, mareos y su periodo se había retrasado más de lo normal. No quería hacerse ilusiones, porque había dicho que ese tema estaba cerrado, pero Dios, jamás se había sentido tan mal antes, que optó por salir de la duda y comprar una prueba de embarazo. Ni siquiera le había dicho a David de sus sospechas, no quería que se ilusionara y tampoco podía hablar con su madre.

- Suerte

- Se lo agradezco - sonrió - Le sugiero que guarde discreción, es un tema de pareja. No suyo - quería decirle que se alejara de su marido, pero no podía perder la cordura en un lugar público, ya lo había hecho cuando la abofeteo

HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora