Bebé

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Darle la noticia a Henry era algo que tanto David cómo Regina habían postergado, pero a la alcaldesa ya se le dificultaba ocultar su pancita.

David salió del baño y la encontró parada frente al espejo con ambas manos sobre dónde crecía su hijo. Ese hijo que habían estado buscando por tantos años, por fin estaba ahí. Lastimosamente había llegado en un momento bastante difícil, pero él lo amaba.

- Te ves hermosa - Regina lo miró con una sonrisa y pudo ver cómo sus mejillas se tronaban de un rojo carmín

- Ya lo sabía - bajó su blusa - te amo tanto David - se acercó y lo abrazó enterrando su cabeza en su pecho

- También te amo

Dos años de felicidad, era lo que David llevaba desde que había unido su vida con la de Regina, pero algo le faltaba. Quería un hijo. Claro que era el padre de Henry, lo amaba, daría la vida por él, pero se perdió todas sus primeras veces y le daba ilusión imaginarse a Regina embarazada.

Nunca habían hablado sobre el tema de tener hijos propios, con Henry eran felices, pero un niño más no les haría ningún daño.

- Ya se durmió - dijo Regina mientras se agachaba a recoger los juguetes de su hijo

- Pensé que nunca lo haría. Los trastes están limpios - llegó hasta su esposa y se puso a levantar los demás juguetes - son demasiados para un niño de seis años

- Es lo que pasa cuando eres hijo único - sonrió - pero nunca hay juguetes suficientes al igual que tiempo para jugar

- Si tuviera un hermanito podría jugar con él

Regina se quedó helada y el juguete que tenía en sus manos se resbaló cayendo al suelo. No dijo nada, solo recogió el juguete torpemente y evitó la mirada de su esposo. El recuerdo de haber bebido la poción para no tener hijos inundó su mente y sintió que el corazón le dolía. Jamás iba a poder ser mamá, nunca sentiría como una vida se formaba dentro de ella.

- El cuarto de juegos de Henry está hecho un desastre, voy a limpiarlo

David vio cómo Regina dejaba el carrito sobre una mesa y subía corriendo las escaleras sin siquiera mirarlo. Nunca hablaron de hijos durante su noviazgo y mucho menos durante el tiempo que llevaban casados, porque ya eran padres. Había aprendido a darle su espacio y cuando creyó conveniente, subió en busca de su esposa.

- Creo que ese estante ya está limpio

- Aún no - siguió sacudiendo el polvo imaginario - ve a dormirte, te alcanzo cuando termine

- Regina - se adentró en la habitación y la abrazó por la cintura, sintiendo como se estremecía ante su toque - ¿Qué tienes? - la giró y tomó su barbilla y con extremado cuidado la levantó para que lo mirara - amor, háblame

- ¿Por qué dijiste eso?

- ¿Henry debería tener un hermanito? - ella asintió - nunca hemos hablado de hijos Regina

- Ya tenemos uno, no es necesario hablar de ello - bajó la mirada

- Lo sé, pero me gustaría ampliar nuestra familia

- Estamos bien así

- Regina - hizo que la mirara - quiero un bebé contigo

- Quiero el divorcio - se soltó de él y caminó rápido hacia la puerta para salir de ahí, sentía que se estaba ahogando pero sintió como alguien la tomaba del brazo - David, sueltame

HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora