Los días nunca le habían parecido tan agotadores a Franco como ahora. Los minutos se alargaban interminablemente, y los días pasaban como si el tiempo se hubiera detenido. Deseaba más que nada que el año terminara lo más rápido posible. Desde su última conversación con su omega destinado, Franco sentía que iba a morir, o al menos eso era lo que su lobo le repetía constantemente.
No había síntomas físicos graves, o al menos no preocupantes para los doctores. Sí, tenía ojeras marcadas, había comenzado a morderse las uñas de nuevo, y su relación con la comida había empeorado. Pero nada que alarmara a los médicos. Y aunque "estuviera alejado" de su destinado, la realidad era que Checo aún visitaba a Max en el paddock, por lo que la distancia no parecía ser el verdadero problema.
Franco quisiera decir que todo se debía al rechazo de cierto omega pecoso, y en parte, sí, se trataba de eso. Pero lo que más le estresaba, lo que le quitaba el sueño, eran los comentarios negativos que recibía en redes sociales.
-Hey, Franco -saludó su compañero inglés, deteniéndose a su lado.
-Ho-hola, Lewis -respondió el alfa, torpemente, mientras bloqueaba la pantalla de su celular con prisa.
-¿Qué estabas haciendo? -preguntó curioso el piloto, observando cómo las manos de Franco temblaban mientras, de manera nada discreta, guardaba su celular en el bolsillo de su sudadera-. Oh, por favor, dime que no estabas leyendo esos estúpidos comentarios de los fanáticos de Red Bull.
Desde que Lewis se había enterado de la situación de Franco con Checo, después de una larga y penosa llamada que el argentino le hizo al británico, Lewis no solo se había mostrado como un buen compañero, sino también como un gran amigo. Franco había depositado en él mucha de su confianza, contándole cómo el mexicano lo había rechazado y, más recientemente, cómo recibía mensajes de odio de los fanáticos de Red Bull que apoyaban incondicionalmente al famoso "Chestappen".
-Sabes que no deberías estar leyendo eso. Es pura basura de internet, de gente que no conoce la realidad y que tiene demasiado tiempo libre -dijo Lewis, con cierto reproche en la voz, mirando al piloto argentino.
-Es que tienen razón -murmuró Franco, mirando sus manos mientras jugaba nerviosamente con ellas-. No soy lo suficientemente bueno para Sergio.
-¡No! -exclamó Lewis, elevando el tono más de lo habitual-. Franco, eres un alfa, un buen hombre y, ¡mierda!, eres demasiado joven. Además, no puedes negar que también eres atractivo -señaló con determinación-. Así que no, Franco, no vuelvas a menospreciarte de esta manera.
-Lewis, solo piénsalo. Si yo...
-No, Franco, no lo digas -lo interrumpió el británico, con un toque de irritación en la voz-. Ni siquiera creo que lo que estabas a punto de decir sea algo que realmente creas.
Franco soltó una pequeña risa tensa, en parte debido al irritante aroma que su nariz empezaba a captar.
-Tienes razón -admitió el argentino-. Pero después de ver tantos comentarios en redes sociales, empiezo a dudar de mi buen juicio.
Ambos alfas quedaron en silencio cuando escucharon pasos acercándose en su dirección. Lewis hizo una pequeña mueca y miró al suelo, mientras Franco giraba la cabeza en otra dirección, esperando la siguiente interacción, una que, sin duda, no deseaba.
-¡Hey, Hamilton! -saludó con desgano un piloto neerlandés-. Colopinta.
Franco rodó los ojos. Era la décima vez, en solo dos semanas desde el inicio de la temporada, que el piloto de Red Bull cambiaba intencionadamente su nombre. Al principio, el argentino había intentado ser indulgente, fingiendo que Max estaba realmente confundido, considerando que era el nuevo piloto. Pero ahora, ya no tenía sentido seguir pretendiendo. Todo el mundo en la parrilla conocía el gran desprecio que el neerlandés sentía por el argentino. Bastaba con ver las entrevistas en las que Max lanzaba indirectas y comentarios mordaces hacia Franco, o los "accidentales" roces en la pista. Ni hablar de las miradas asesinas que le dirigía cada vez que estaban cerca.
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La Regla de Colapinto | Checo & Franco
FanfictionTener un destinado o encontrar a tu alma gemela es un regalo que, en sus orígenes, solo se otorgó un omega valiente y audaz. Fue una sorpresa para muchos que este don se transmitiera a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, y así sucesivamente, gene...