𝕋𝕙𝕖 𝕊𝕖𝕔𝕠𝕟𝕕 𝕋𝕠𝕣𝕔𝕙 (𝕋𝕣𝕒𝕕𝕦𝕔𝕚𝕕𝕠) ✓

XXII

Nota:

Pronto tendré que asistir a la ceremonia de entrega de premios y al discurso (el 3 de octubre) y necesito tomarme una semana libre para prepararme. Pensé que el negocio estaría cerrado antes de llegar, pero parece que no fue así.

Por lo tanto, no habrá actualizaciones desde el lunes 30 de septiembre hasta el domingo 6 de octubre, tanto para permitirme hacer algunos preparativos antes como para tener la oportunidad de relajarme después de que termine. Afortunadamente, esta es la última vez que tendré que hacerlo.

Portada: Mystery White Flame

Capítulo 22

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El impacto quedó borroso en la mente de Roman. Habían estado cayendo, luego se escuchó un crujido de metal, luego explosiones, y todo lo que pasó entre eso y mirar hacia abajo para ver a Red sobre su pecho fue un caos indistinto. La estúpida mocosa lo miró con los ojos muy abiertos y dijo:

—Me salvaste.

Roman la arrojó lejos de él. Red aterrizó con un estruendo y un graznido.

—Me usaste como un cojín humano —gruñó, levantándose—. No hubo salvación. Afirma lo contrario y mis abogados se pondrán en contacto contigo —alzó la voz—. ¡Neo! ¿Estás viva, Neo? ¡Háblame!

Una piedra le golpeó la nuca. Neo cojeaba, con una mancha de sangre en el rostro, pero aún así se las arregló para parecer ofendida mientras señalaba su boca muda. Roman resopló y se acercó a ella, mirándola de arriba abajo. Su ropa estaba rota en algunos lugares, pero supuso que podría pasar por alto el descuido de la moda esta vez.

—Creo que es hora de que nos larguemos —le dijo—. Preferiblemente antes de que todos se recuperen. Dejemos que Ironwood, Cinder y estos se peleen hasta la muerte...

Neo sonrió y entrecerró sus ojos rojos.

Fue toda la advertencia que Roman recibió para desviar su aura hacia arriba antes de que «Neo» lo apuñalara en el estómago. Las cuchillas penetraron un poco, tal vez media pulgada, antes de que su aura detuviera el resto. Gimiendo, agarró su mano alrededor del arma curva cuando la alucinación terminó y Emerald Maldita Sustrai apareció ante él con una mueca de desprecio.

—¡Esto es lo que obtienes por traicionar a Cinder!

Apretando los dientes, Roman le puso las manos sobre los hombros.

—Y esto es lo que te pasa por seguirla —dijo con voz áspera, y le colocó la rodilla entre las piernas.

Entre la mayoría de los hombres (y sólo ellos, por razones obvias) existía la idea errónea de que las mujeres no sentían nada cuando se producía un impacto entre las piernas. Esto era una tontería. Allí había muchísimas terminaciones nerviosas, al igual que en los hombres (más en algunas zonas), y aunque no estuvieran colgando, seguían siendo muy vulnerables.

Los ojos de Emerald se encogieron hasta convertirse en diminutos pinchazos y soltó un jadeo ahogado y lleno de náuseas, agarrándose el estómago y cayendo como una piedra para quedar en posición fetal. Roman sacó su espada y la blandió hacia abajo, pero el dolor la había obligado a bloquear no solo su cuerpo, sino también su aura. Rebotó en ella y, aunque podría haberla atacado y cortado hasta que se agotara, eso significaría ignorar la batalla que se desarrollaba a su alrededor.

Y tenía que encontrar una hija adoptiva muda.

—Tienes suerte de que aprecie más a Neo que el hecho de acabar contigo —siseó, arrojando su arma por encima de las copas de los árboles para que no la encontrara pronto. Le dio una patada en el cuerpo por si acaso—. Perra fanática.