Do you love me?-Aidlyn

Ambos estamos perdidos

Narrador omnisciente

Aiden caminaba unos pasos por adelante, con la cabeza baja, ocultando su rostro bajo la capucha. No era el tipo de persona que dejaba ver sus emociones, pero en su interior, algo había cambiado. Ella no era como las demás personas que había conocido. Ashlyn no era solo una chica rica huyendo de sus responsabilidades; había fuego en sus ojos, una determinación que no podía ignorar.

—¿Esos túneles de los que hablas? —rompió el silencio. —¿Están realmente seguros o es solo otra trampa?

Aiden sonrió apenas, sabiendo que su escepticismo era natural. No confiaba en nadie, y eso estaba bien; él tampoco confiaba en ella.

—Son seguros si sabes cómo moverte —respondió, girando hacia un callejón más estrecho. —He estado allí antes. No es un sitio donde quieras quedarte mucho tiempo, pero nos dará una ventaja. Dejarás de ser Ashlyn Banner, y nadie te encontrará.

Ashlyn no dijo nada, pero en su mente no paraba de pensar en lo que eso implicaba. Dejar de ser Ashlyn Banner. No estaba segura de si esa idea la aterraba o la aliviaba. Se despidió mentalmente de la vida que siempre había conocido. Ahora era una chica que luchaba por no ser atrapada.

A medida que avanzaban, el entorno se volvía cada vez más sombrío. Las calles estaban llenas de edificios destruidos y ventanas rotas. Pocos se atrevían a andar por esa parte de la ciudad, lo que Aiden aprovechaba. Para él, este era su territorio; aquí podía desaparecer sin dejar rastro. Pero hoy, todo era diferente. Estaba haciendo algo que jamás se había imaginado: ayudando a alguien, no por dinero, sino por algo más que aún no comprendía.

Aiden POV

Mientras caminábamos, la incomodidad crecía dentro de mí. No estaba acostumbrado a esto. Toda mi vida había sido un largo intento por sobrevivir, robando lo necesario para salir adelante. Pero esto era diferente. Ella era diferente. Desde que la vi corriendo por las calles, algo en su determinación me había llamado la atención. Esa mirada de alguien que no estaba huyendo solo de los guardias, sino de algo mucho más profundo.

Me detuve al llegar a una entrada oculta, una vieja puerta de metal oxidado que apenas se distinguía entre las sombras. Me giré hacia ella.

—¿Estás lista? Una vez que entremos, no habrá vuelta atrás.

Ashlyn me miró sin dudar, con esa fuerza que la hacía parecer más alta de lo que era.

—Lo estaba desde el momento en que salí de esa casa —dijo, sin vacilar.

Esa respuesta me hizo sonreír internamente. Esta chica tenía agallas. Sin decir más, empujé la puerta, revelando una escalera que descendía hacia lo que parecían las entrañas de la ciudad. El olor a humedad y óxido inundó el aire, pero ella no retrocedió. Bajamos juntos, la oscuridad envolviéndonos como un manto, mientras el eco de los tacones de Ashlyn era lo único que rompía el silencio.

Narrador omnisciente

—¿Cuánto tiempo piensas que estaremos aquí? —preguntó Ashlyn.

—Un par de días, los suficientes para que piensen que te has desvanecido —respondió Aiden, aunque sabía que no sería tan sencillo. La familia Banner no era conocida por rendirse fácilmente, y él lo sabía. Pronto, la caza sería aún más intensa.

Mientras avanzaban por los túneles, Aiden se dio cuenta de que ya no trataba de ayudar a Ashlyn por las joyas. Algo en él había cambiado. Ya no podía verla como una simple oportunidad. Sin saber por qué, la idea de verla capturada le incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Ashlyn POV

Cada paso parecía más lejos de la vida que alguna vez tuve. Mi libertad tenía un costo, y lo estaba pagando con cada brazalete y con cada miedo que afrontaba. Pero no me arrepentía. Ya no.

Miré a Aiden mientras avanzábamos en silencio. Era un ladrón, un tipo astuto y peligroso, pero había algo en él que me hacía sentir que podía confiar, al menos por ahora. Tal vez ambos éramos prisioneros de nuestras propias vidas, y esta extraña alianza era la única salida para ambos.

—¿Por qué me ayudas? —pregunté, sin poder contenerme.

Aiden se detuvo un segundo, mirándome de reojo. Parecía a punto de dar una respuesta sencilla, como siempre lo hacía, pero esta vez lo pensó mejor.

—No lo sé —respondió finalmente, sin girarse del todo —Supongo que porque ambos estamos perdidos...