Esperanza

200 27 0
                                    

La respiración de Lucerys quedó atrapada en su pecho en el momento que fue empujado con fuerza contra la pared de la cueva, el impacto debió haber sido suficiente para sacar el aire de sus pulmones, pero con el filoso borde que atentaba contra la tensa piel de su cuello prefirió dejar morir el impulso de expulsar el aire, sus ojos se enfocaron con miedo en el contrarío, con el pasar de los años, sobre todo el último mes, había comenzado a pegar el estirón, desde su encuentro en bastión de tormenta una buena cantidad de centímetros se le habían sumado, seguía siendo un alfa más bajito que el contrario, pero esta vez solo había media cabeza de diferencia entre ellos, en el fondo, donde el miedo todavía no alcanzaba y su ego infantil alfa perduraba se permitía creer que en el siguiente mes podría incluso a superar al omega, claro, si sobrevivía a esta pequeña y estúpida aventura.

Pero antes de que su mente pudiera seguir divagando un gutural gruñido salió de la garganta del contrario, y apenas pudo permitirse tragar un poco de saliva antes de que la espada se apretara más, sintió que la sangre comenzaba a escapar de los pequeños cortes que provoco la presión, pero no pudo centrar su mente en esas leves descargas de dolor, no cuando la cercanía le permitía apreciar el ojo hinchado del contrario, siendo acompañado por unos labios maltratados por sus propios dientes y despellejados por el frio, completando la imagen con las demacradas ojeras que delataban el poco descanso que ha tenido el omega estos días, era un escena lamentable, de no ser por el terrible ceño fruncido y los colmillos afilados dispuestos a destriparlo.

- ¿Qué vienes a buscar lord Strong? – otro gruñido acompaño la venenosa frase, Lucerys frunció su propio seño, dispuesto a defenderse del insulto, podía tener toda la disposición de ayudar pero los siete sabían que no tenía la paciencia necesaria para quedarse callado ante una provocación sobre su situación de bastardía, pero cuando iba a abrir la boca una ola de feromonas impresionantemente dulces lo golpeo.

Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no ceder a sus instintos de apresar al contrario contra el suelo y sumergirse en su cuello para embriagarse en su olor, también había que decir que tener un espada dispuesta a decapitarlo fue un gran incentivo para quedarse quieto, pero no pudo evitar que un silencioso ronroneo saliera de las profundidades de su pecho, ¿Pero alguien podía culparlo? Por los sietes que el olor de Aemond podría ponerlo de rodillas si estuviera seguro de no aprovecharía la oportunidad para matarlo o quitarle un ojo.

- Qué demonios quieres Lucerys – el tono carrasposo y ronco también era una buena evidencia de que estuvo llorando hace tan solo unos minutos, pero con su calor cada vez más cerca y con el alfa demasiado sumergido en su olor, no pudo darse el lujo de guardar silencio para esconder su situación, además parecía que esa fue la única manera de que el bastardo le colocará la suficiente atención.

Un pequeño temblor hizo presencia en la mano que tenía sostenido al alfa contra la pared, el miedo y la desesperación comenzaban a inundarlo, no quería un alfa cerca, no después de lo que ha tenido que vivir con Aegon, no sabía porque su dragona consideró prudente en primer lugar dejar entrar al bastardo, pero confiaba en ella, y podía ver como seguía ahí, atenta, con toda la disposición de quemarlo si se lo ordenaba, si lo dejo pasar era porque tenía algo que lo beneficiara, por más pequeño que fuera, sí, definitivamente el estúpido alfa podría ser útil para convencer a Rhaenyra de dejar vivir su hermana y sobrinos, era un plan frágil el que se formaba en su cabeza, pero un plan débil era mejor que no tener nada.

Pudo sentir como su resbaladizo empezaba a hacer presencia y el sonido de olfateo del contrario solo provocaba una ola de nerviosismo, el sudor comenzó a cubrirlo a cada minuto, su mente iba más rápido de que podía permitirse para barajar sus opciones, había traicionado a su familia, ya no podía volver, estaba seguro que Alicent lo mataría si lo hacía, pero no quería dejar a Helaena a manos de esas arpías, no podía dejar tampoco a sus sobrinos, ya les había fallado una vez, no lo haría dos veces, no los dejaría solo.

INJUSTICIA - LUCEMONDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora