Decisión

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Aemond sujeto con fuerza la mano su alfa, sentía que los nervios lo consumían pero no dio señales de eso más allá del firme agarre con el que aprisionaba al castaño, estaban casi todos reunidos en los aposentos de la reina, exceptuando a la misma, quien estaba terminando de atender algunos asuntos del consejo, la habitación ya había sido acondicionada al gusto de su dueña, se sentía acogedora, muy hogareña, era el sitio perfecto para que hablaran, donde podrían estar en privacidad, sin oídos extras o voces externas que influenciaran sus decisiones, sabía que la información que Rhaenys quería compartirles era de gran importancia, apenas tuvo tiempo para acompañar a Daeron y Jaehaerys a ver a la beta rubia antes de que una criada le notificara la reunión, insistiendo en su asistencia con urgencia.

Prefirió dejar a sus hermanos fuera de esto por ahora, Helaena estaba muy enferma todavía, apenas consciente entre el dolor y los efectos de la leche de amapola, además nunca había sido dada a las conversaciones políticas, así que aunque estuviera despierta, era seguro que preferiría mantenerse al margen, absteniéndose de dar su opinión. Se sintió mal de dejar afuera también a Daeron, pero hasta no estar seguro de que era aceptado completamente por todos los demás lo mantendría lejos, en su lugar lo dejo encargado de vigilar a su sobrino, todavía tenía que ser precavido, no se permitiría el lujo de bajar la guardia y poner en riesgo a sus hermanos con un futuro fantasioso que todavía estaba en proceso de forjarse.

Pudo notar que los hijos menores de Rhaenyra también fueron excluidos, su hermana era muy precavida en no entrometerlos en la guerra, cuidando de su infancia, permitiéndoles ser niños, exhalo con un poco de celos ante eso, fue algo que nunca pudieron vivir con sus hermanos, siempre atosigados ante el pensamiento de que serían cazados, asesinados, siendo criados para odiar a la mayor de ellos, inculcados con el miedo de que serían desechados por ser un inconveniente en el reclamo de la omega, aún recuerda los días antes de que tomaran el trono, el desconcierto de Aegon, su negativa a ser rey, su intento de huida, se pregunta qué hubiera pasado si nunca hubiera ido a buscarlo, si lo hubiera dejado volar a essos, su escape les habría ahorrado mucho dolor a ambas familias, pero sabía que la ambición de Otto no se detendría por algo tan minúsculo como la falta del alfa, si no hubiera sido Aegon, entonces lo habría intentado con Daeron, o incluso con el mismo, nada lo detendría, exceptuando la muerte.

Pero ahora estaban acá, las cosas estaban resultando mejor de lo esperado, tomo asiento en una de las sillas de madera que rodeaban la mesa de la habitación, a su lado derecho se sentó Lucerys, había comenzado a notar que cada vez más que el alfa se ubicaba en su lado ciego, le reconfortaba un poco tenerlo allí, era su lado más vulnerable y si alguien intentaba atacarlo tendrían que atravesar al alfa primero, en su lado izquierdo estaba Rhaena, la omega de las gemelas, más elegante a comparación de Baela, tenía un olor agradable, con notas de mar y ceniza, como una muestra de sus raíces Targaryen-Velaryon, matizadas con el aroma de lirios acuáticos, se permitió relajarse, mecido entre las feromonas de ambos, el cansancio del viaje se instaló de forma persistente bajo su piel, calando profundamente en sus huesos, su ojo también se sentían pesado, pero hizo lo posible por mantenerse despierto.

- Mamá todavía tardara unos minutos más mientras termina con sus deberes, ¿Qué tal si descansas un poco? – La voz cálida de su compañero llego como una suave caricia a sus oídos, al fijar su vista en él pudo observar una sonrisa suave, acompañada de una mirada de adoración.

No había notado que seguían tomados de la mano, había comenzado a sentirse tan natural estar así, unidos, pero la conexión fue interrumpida en pro de que Lucerys lo abrazara por los hombros, acercándolo a su cuerpo, permitiéndole apoyar la cabeza en su hombro y acurrucarse en él, fue un movimiento lento, un poco incómodo, que le daba la oportunidad de oponerse si lo deseaba, siempre manteniendo un tacto gentil para no asustarlo, desde que se enteró del incidente con Aegon, el alfa se había vuelto más precavido en no sobrepasar los límites del omega, eran estas acciones lo que le hacía sentir que el contrario tenía un cariño genuino por él, tal vez eran pequeños vestigios de la amistad que compartieron una vez, remanentes de la gran relación que tenían de niños, su voz aclamaba por preguntar que sentía el alfa por él, si lo quería, si lo amaba, saber si era amable con él por la culpa, o si era genuino con él, saber si albergaba en su corazón un espacio para él, pero no tenía la valentía para hacerlo, temeroso de que la respuesta le lastimara el alma al escuchar lo que más temía, rechazo, no podría soportarlo.

INJUSTICIA - LUCEMONDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora