Mordida

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Aemond cubrió su boca con sus manos, había despertado hace tan solo media hora en una cama rodeado de mantas, su cabeza seguía dando vueltas y su cuerpo no podía dejar de temblar, se sentía enfermo, aun podía sentir su lubricante natural escapando de su cuerpo, además del infernal calor que siempre llegaba con el celo, un síntoma ajeno al calor apareció también, las náuseas no habían dejado de atosigarlo desde que se levantó, no estaba muy seguro de donde estaba, pero por la arquitectura del lugar y la falta de un amplio personal podría apostar que esto era Rocadragón, nunca había visitado el sitio, que se reservó únicamente para Rhaenyra y su prole, si no estuviera sintiendo que su alma está dispuesta a abandonar su cuerpo se tomaría el tiempo de apreciar más a fondo la milenaria estructura.

Cuando pudo recuperar el control en sus piernas se levantó de la cama, dando primero un vistazo rápido a la habitación, no era muy ostentosa, de tamaño mediano, en la cómoda justo delante de donde estaba recostado encontró una pequeña bandeja de comida, llevaba un camisón sencillo pero cómodo, pudo divisar en la esquina de la alcoba una silla con su ropa encima, pero sus armas no estaban a la vista, ni su espada ni su cinturón, tenía miedo, ¿Había sido capturado? ¿Era un prisionero? Podía recordar las siluetas de quienes ahora identificaba como su hermana y Lucerys, se sintió atemorizado, debió dejar esa isla después de que el alfa se fue, quedarse ahí solo le dio la oportunidad a los negros de secuestrarlo.

Con pasos tan firmes como el malestar de su cuerpo permitió se acercó a la puerta, para su sorpresa no habían guardias visibles, aunque era esperable, la mayoría de soldados deberían estar custodiando las entradas más importantes, era una isla pequeña y había una guerra afuera, la mayoría de caballeros estaban en el campo de batalla, mientras que los más leales estaban aquí, probablemente solo custodiando las habitaciones de la familia real, ninguna más, suspiro con algo de alivio antes de empezar a correr, tenía que idear un plan para salir de aquí, inseguro de si su pequeña artimaña con Lucerys funciono.

Definitivamente si la reina no considerará que el atacar a su hermano fuera suficiente prueba para mostrar su lealtad estaba seguro de que lo ejecutarían mañana mismo, su madre se lo había dicho muchas veces, "ella aprovechara el momento en que los tenga en sus manos para deshacerse de ustedes, para sacarlos de su camino al trono", debía encontrar a Vhagar, debía ir por Helaena y sus hijos antes de que los negros, no sabía cuantos días llevaba dormido, esperaba que no más de una noche, aún tenía la esperanza de ir por la beta y sus cachorros, haría lo imposible por lograrlo, se irían antes de que Rhaenyra fuera a King's Landing, desaparecerían de su vida, con suerte su hermana seria lo suficientemente benevolente y los dejaría ir a cambio de no volver a mostrar su rostro en westeros.

Quería creer que su celo había acabado antes por el miedo y estrés que había vivido estos últimos días, pero los dioses nunca eran tan caritativos con su causa, si apostara podría jurar que era la adrenalina de salir de aquel lugar lo que estaba retrasando un nuevo pico de calor, comenzaba frustrarse, incluso aunque el lugar era pequeño seguía siendo una maldita fortaleza Targaryen, pasillo tras pasillo desconocido solo aumentaban su mareo, su mala suerte seguía empeorando porque entre más avanzaba más guardias tuvo que esquivar, hizo lo posible para esconder su olor, pero era un maldito omega en celo, no tardarían en encontrarlo, un quejido salió de su garganta cuando su vientre tuvo una punzada de dolor, algún guardia pareció escucharlo, así que con toda la voluntad que pudo reunir se obligó a moverse, su fuerza poco a poco volvía a escapar de él, sus pasos se sentían débiles pero no dejo de correr, no hasta que se estrelló contra un pared que no alcanzo a ver en su desesperada huida, al alzar su mirada pudo observar que había una puerta, se levantó suavemente acercándose a ella, no sabía si había perdido de vista a los caballeros, así que era mejor esconderse mientras su mente pensaba en algo mejor.

INJUSTICIA - LUCEMONDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora