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3 meses después

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3 meses después...

Pasaron muchas cosas en estos meses, tantas que serían suficientes para hacer una película. Por ejemplo, me hice muy amiga de João en este tiempo. De hecho, podríamos considerarnos casi mejores amigos, aunque no tanto como con Gavi, pero algo es algo. Respecto a mis pequeños sentimientos hacia João –que ahora son más grandes– he podido manejarlos, aunque João no ayuda mucho a que desaparezcan.

João me cae mal. Me cae mal por lo lindo que es, me cae mal porque no puedo dejar de sentir lo que siento por él, me cae mal porque es muy amable y atento conmigo, me cae mal por no poder decirle que me gusta...

Dudo que yo le guste, pero según Gavi, el sentimiento es mutuo. Yo no le creo, porque no me gustaría quedar como ilusionada. Tampoco le voy a decir nada, no quiero arruinar la amistad que hemos construido en este tiempo.

Hundida en mis pensamientos y también en mi cama, me llega un mensaje de la persona que no puedo sacar de mi cabeza. Lo leo y dice: 'Hola Lu, ¿quieres venir a cenar a mi casa hoy?'. A lo que respondo con un sí. Eso de ir a cenar a su casa o que él venga a la mía se ha vuelto algo común en estos meses. Al principio fue medio raro, pero ya le estamos agarrando costumbre.

Después de aceptar su invitación, me quedé mirando el techo, intentando procesar lo que acababa de pasar. Otra vez iría a cenar con João, pero esta vez me sentía más nerviosa que de costumbre. ¿Por qué mi corazón reaccionaba así? Sabía que no iba a pasar nada diferente, como siempre, pero aún así me quedaba esa esperanza incómoda de que algo cambiara.

Me levanté de la cama y me dirigí al armario, buscando algo que fuera casual pero que a la vez me hiciera sentir bien. No quería parecer demasiado interesada, pero tampoco quería ir de cualquier manera. Después de probarme varias cosas, opté por un conjunto sencillo, unos jeans y una camiseta que me gustaba mucho.

Cuando estuve lista, me vi en el espejo y respiré hondo. "Solo es una cena con un amigo", me repetí, aunque sabía perfectamente que esas palabras no me calmaban. El camino hacia su casa fue una mezcla de pensamientos y música que apenas prestaba atención. Mi mente divagaba en cada pequeño detalle de nuestras últimas conversaciones, buscando señales que pudieran confirmar lo que Gavi me había dicho. Pero no quería ilusionarme, no podía arriesgarme a perder lo que ya tenía con João.

Al llegar a su casa, me recibió con una sonrisa que hizo que mi corazón diera un vuelco. João siempre tenía esa capacidad de hacerme sentir bien, incluso en mis peores momentos, y eso solo complicaba las cosas. ¿Cómo no iba a tener sentimientos por él?

– ¡Lu! Qué bueno que llegaste, pasa – dijo mientras me dejaba entrar y cerraba la puerta detrás de mí.

– Gracias... – respondí, tratando de sonar natural.

El ambiente en su casa siempre era relajado, pero esa noche se sentía diferente. No era solo mi imaginación, algo en la forma en que me miraba, en cómo se movía por la cocina mientras preparaba la cena, me hacía pensar que él también estaba nervioso. Decidí no darle demasiada importancia. Habíamos cenado juntos tantas veces antes que no tenía sentido sentirme así.

– ¿Cómo te fue hoy? – le pregunté, sentándome en la mesa mientras él colocaba los platos.

– Normal, un poco cansado, pero todo bien – respondió con esa sonrisa que siempre parecía sincera, como si en ese momento no tuviera ninguna preocupación en el mundo.

La conversación fluyó de manera habitual, hablando de cosas triviales, del entrenamiento, de amigos en común. Sin embargo, por más que intentara concentrarme en lo que decía, mi mente volvía una y otra vez a esos sentimientos que tanto intentaba esconder. Era tan frustrante estar tan cerca de él, pero sentir que había una barrera que no podía cruzar.

En un momento de la cena, mientras João me contaba algo sobre su día, nuestras miradas se cruzaron por un segundo más de lo habitual. Había algo en sus ojos que me hizo dudar de todo lo que había pensado hasta ahora. Me quedé en silencio, tratando de descifrar ese instante, pero él desvió la mirada rápidamente, como si también hubiera notado algo extraño.

Después de la cena, decidimos ver una película. Ambos nos acomodamos en el sofá y, como tantas otras veces, me apoyé en su hombro. Era algo que había comenzado a hacer sin pensarlo, una costumbre que habíamos desarrollado con el tiempo. A veces me preguntaba si él sentía lo mismo cuando estábamos así de cerca, o si para él solo era una muestra más de nuestra amistad.

La película avanzaba, pero yo apenas prestaba atención. Mi mente estaba en otro lado. No podía dejar de pensar en lo que Gavi me había dicho, en lo que sentía por João y en cómo eso lo complicaba todo. Justo en ese momento, sentí que João movía ligeramente su brazo, como si dudara en hacer algo. Entonces, lo sentí. Su mano se deslizó suavemente por mis dedos, como si estuviera probando si yo iba a corresponder al gesto.

Mi corazón latió más rápido. ¿Debería decirle algo? ¿Hacer un comentario casual y reírme de la situación, o quedarme en silencio? Opté por lo último. Dejé que nuestros dedos se entrelazaran lentamente, como si fuera lo más natural del mundo. Ninguno de los dos dijo nada, pero en ese silencio incómodo y a la vez reconfortante, supe que algo había cambiado.

La película continuó, pero ya no importaba lo que pasaba en la pantalla. Todo mi enfoque estaba en el pequeño contacto entre nuestras manos. Quizás Gavi tenía razón. Tal vez, solo tal vez, João sentía lo mismo que yo, pero ambos estábamos demasiado asustados para decirlo en voz alta.

Cuando terminó la película, João me miró de una manera que nunca antes había visto. Estaba a punto de decir algo cuando su teléfono sonó, interrumpiendo el momento. La magia se rompió de golpe. Él soltó mi mano rápidamente para contestar, y yo aproveché para levantarme del sofá, tratando de recuperar la compostura.

– Lo siento, es una llamada importante – me dijo con una sonrisa nerviosa antes de salir de la habitación.

Mientras él hablaba por teléfono, me quedé mirando la ventana, procesando todo lo que había pasado. ¿Y ahora qué?

Hola! Volví, sigo con la rodilla mal, pero ya puedo caminar

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Hola! Volví, sigo con la rodilla mal, pero ya puedo caminar.

La canción de hoy es You Are In Love de Taylor Swift.

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𝐌𝐞𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 - João FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora