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Lo fácil que es levantarte con un loro al lado, ¿no? Y Gavi era uno de esos, no sé qué prisa tiene, o sea, no es tan tarde

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Lo fácil que es levantarte con un loro al lado, ¿no? Y Gavi era uno de esos, no sé qué prisa tiene, o sea, no es tan tarde.

— Luciana Fernández, ¡levanta! —me gritó en el oído Gavi, sacudiéndome. Al ver que no me movía, se tiró encima de mí.

— Te odio, Pablo —me limité a decir con mi voz ronca, también le pegué un zape en el cuello por molestarme, encima en la mañana.

— ¡Auch! Y yo también te amo mucho, Lulu —rió, moviéndose de arriba mío. Tenía unas ganas de matarlo, encima que estaba teniendo un lindo sueño.

— Sí, sí, raja que me tengo que cambiar —insinué, me levanté de la cama, guié a Gavi hasta la puerta y lo eché, básicamente.

Me vestí rápidamente para que Gavi dejara de quejarse, hice mi rutina y bajé. Allí estaba él, sentado en el sillón, con su típica cara, con la vista pegada al celular. Al escuchar mis pasos sobre la escalera de madera, levantó la mirada.

— Hasta que por fin bajas —se quejó de vuelta, tiró su celular por el sillón y se levantó—. He preparado el desayuno —dijo mientras iba a la cocina y traía la comida—. He hecho tostadas y café, ¿quieres? —me mostró la comida, a lo que asentí.

— Qué raro, vos haciendo el desayuno sin que yo te lo pida —murmuré al terminar de bajar la escalera. Me dirigí a la mesa, que sería de desayuno según Gavi.

— Ahora uno no puede ser cariñoso con su mejor amiga —dijo indignado, el muy dramático también se llevó una mano al pecho.

— Dramático. Dale, vamos a desayunar que vamos a llegar tarde —me senté en la silla de la mesa, y Gavi imitó mi acción.

Desayunamos rápido. Agarramos nuestros bolsos con ropa, ya que nos íbamos a Madrid por el clásico, y nos fuimos.

Cuando llegamos a la ciudad deportiva, estaban esperándonos los de siempre: João, Pedri, Fermín y Lamine. El último estaba siendo retado por Pedri, seguramente porque se olvidó algo o hizo alguna cagada. Con Gavi nos bajamos, buscamos nuestras cosas y nos dirigimos a ellos.

— Hola chicos, ¿Lamine ya se mandó una cagada tan temprano? —dije con una sonrisa, acercándome al grupo. João me miró con esa expresión divertida, mientras Pedri soltaba un suspiro, ya resignado.

— ¿Cuándo no? Se olvidó las botas en su casa otra vez —contestó Pedri, con esa mezcla de bronca y humor que solo él maneja.

— ¡Pero esta vez no fue mi culpa! —se defendió Lamine, levantando las manos como si estuviera en un quilombo.–¡Fue el apuro de la mañana!

— Sí, claro, siempre con una excusa —se rió João, dándole una palmada en la espalda—. Tranquilo, te las traen en un rato.

Después de acomodar las cosas, nos preparamos para salir hacia Madrid. El viaje estaba programado para hoy, así que todos estaban con sus bolsos listos y la energía a tope. João estaba sentado al fondo del colectivo, con los auriculares puestos y la mirada fija en su celular. Tenía ese acento mezcla de portugués con español que siempre lo hacía resaltar.

Me senté un par de asientos más adelante, pero igual lo tenía a la vista. Gavi, como siempre, se instaló a mi lado, sacando su tablet para jugar algún juego. Fermín y Pedri andaban riéndose de cualquier tontería, y Lamine, que seguía lidiando con el tema de las botas, se había tirado a dormir. El ambiente era relajado, pero también se notaba la expectativa por el partido del día siguiente.

— ¿Qué escuchas, João? —le pregunté, girándome en el asiento para mirarlo. João se quitó uno de los auriculares y me sonrió.

— Un poco de todo, pero ahora música tranquila para relajarme antes del viaje —me contestó, con su acento mezclado.

— ¡A ver, a ver! —dijo Gavi, metiéndose en la conversación con su acento español bien marcado—. Seguro que escuchas cosas raras, tío.

João se rió y le pasó un auricular a Gavi, que lo probó y frunció el ceño.

— Oye, pues no está tan mal, ¿eh? Me esperaba algo más raro —admitió Gavi, devolviéndole el auricular a João—. Pero yo prefiero algo con más marcha.

— Claro, tú siempre con energía —se rió João, volviendo a ponerse los auriculares—. Pero bueno, cada uno a lo suyo.

El colectivo arrancó y nos pusimos en marcha. Miré por la ventana mientras nos alejábamos, pensando en el partido del día siguiente. Los clásicos siempre me ponían nerviosa, pero me encantaba esa sensación de adrenalina. João me había dicho que, aunque hubiera jugado muchos partidos importantes, el clásico seguía siendo especial para él. Y yo no podía evitar sentirme igual, como si cada partido fuera una nueva aventura.

Gavi, que ya se había aburrido de su juego, se acomodó en el asiento y empezó a mirar una serie en su tablet, apoyando la cabeza en mi hombro como si fuera lo más normal del mundo.

— Eh, Gavi, jodes un montón —me quejé, empujándolo un poco.

— No te quejes tanto, Lu. Relájate un poco, ¿no? —me contestó, acomodándose mejor con su tono despreocupado—. Además, el viaje es largo, ¿qué más da?

Me reí y lo dejé ahí. Mientras tanto, João seguía a lo suyo, con la mirada perdida en el paisaje y el volumen de su música bajito. Había algo en él que me intrigaba, una calma que me hacía querer saber más. Claramente no éramos solo amigos, pero tampoco había definido qué éramos. Y aunque Gavi siempre estaba ahí para hacerme reír y molestarme, con João era diferente. Había una conexión más profunda que no podía ignorar.

El viaje a Madrid siguió tranquilo, entre charlas, risas y algún intento de dormir. Sabía que al día siguiente todo sería más intenso, con la presión del partido y las emociones a flor de piel. Pero por ahora, me permití disfrutar del momento, rodeada de amigos y con la expectativa de que algo bueno estaba por venir.

Cuando finalmente llegamos al hotel en Madrid, el equipo se dispersó rápidamente, cada uno yendo a sus habitaciones para descansar antes del gran día. João se acercó a mí antes de subir a su cuarto y me dedicó una sonrisa que, como siempre, me dejó con el corazón latiendo un poquito más rápido.

— Descansa, Lu. Mañana va a ser un buen día —me dijo con su tono calmado y seguro.

— Vos también, João. Mañana la rompemos —le contesté, sonriendo de vuelta.

Nos despedimos y subí a mi habitación con Gavi, que seguía como si nada, charlando y haciendo bromas. Pero mi mente ya estaba en el partido, y en todo lo que podría pasar entre João y yo. Sentía que algo estaba cambiando, y no podía esperar a ver cómo se desarrollaba todo.

 Sentía que algo estaba cambiando, y no podía esperar a ver cómo se desarrollaba todo

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¡Hola! Muchas gracias por las 400 vistas (en realidad 470). Me motivan cada día a seguir escribiendo, ¡los amo! 🫶

La canción de hoy es "Shake It Off", obviamente de Taylor Alison Swift.

El domingo estuve viendo la carrera de F1 por Franco Colapinto, ¿ustedes la vieron?

Besos y votennn

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𝐌𝐞𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 - João FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora