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Me senté frente a una mesilla, el sonido de los pájaros alegraba mis oídos, el sonido de las hojas cayendo de los árboles y el tono blanco de las paredes traían paz. Satang y Winny se mantenían unos metros atrás, teniendo en brazos a la primogénita cachorrita de la familia Norawit Nattawat.

Mis manos sudaban tanto, las restregué sobre mis rodillas suspirando; estaba nervioso, muy nervioso. Había visitado por primera vez después de 2 años a mi madre; había olvidado poco a poco cómo era su rostro. No recordaba su rostro y, de alguna forma que sonara cruel, me mantenía tranquilo.

La puerta del cuarto se abrió, dejando entrar a dos enfermeros y una cabellera recortada hasta arriba de los hombros. Sus ojeras y palidez la adornaban. Entró sorprendida al verme y solo lamí mis labios; mi boca se secó.

Después de esos días, estaba viéndola aquí.

—Veo que ya tienes a tu cachorrita —susurró, observando a Satang y Winny en un sofá meciendo a Dara—. También veo que estás marcado.

Toqué mi cuello sintiendo la marca de Gemini e inconscientemente sonreí; amaba tanto la marca que adornaba mi cuello. Ella tocó su cuello sin quitarme la mirada.

—La mía solo es una cicatriz, solo eso. —Era neutral; todo se encontraba neutral y el ambiente causaba miedo—. ¿Por qué dejé de sentir a Loren? ¿Por qué no ha venido a visitarme? —Sus ojos se cristalizaron, sintiendo un nudo en su garganta—. Nada de esto hubiera pasado... No me importaba si él era un alfa al igual que yo. —Deslizó una de sus lágrimas—. Yo lo amaba... Cuando te tuve intenté amarte... —tragó saliva—. Siempre quise hijos, intenté ser una buena madre y darte amor, pero al final del día siempre terminaba odiándote.

Mi corazón se oprimió, contuve el aire en mi pecho y mordí mi lengua. Me miraba de una forma que no sabía cómo expresar, pues eran tantas emociones que causaba miedo.

Su respiración comenzó a hacerse acelerada; empezó a desordenar su cabello nerviosa y jaló mechones, logrando quitar algunos, algo que me dejó shockeado. Su mirada fue de terror hacia mí y mi mandíbula tembló.

—Tú me ensuciaste, me llenaste de putrefacción —levantó la voz aterrada—. Todos los días me duchaba desesperada tratando de quitar ese olor a mierda en mí, pero era imposible porque tú estabas ahí —mordió sus uñas agitada—. ¡Debí abortarte y no hacerle caso a mi madre! —golpeó la mesa varias veces y segundos después cambió su semblante, observándome seria.

—No he dicho nada desde que me senté aquí y ya me heriste —alcancé a decir con un semblante y tono decepcionado, evitando soltar lágrimas—. Yo quería saber cómo te encontrabas, pero cada vez te pudres más. —Solté entre dientes.

—¿Desde cuándo intentas lastimarme? —sonaba triste—. Creí que solo te tenía a ti, creí que éramos un equipo, creí que me amabas. —Sollozó—. ¿Ya no eres el bebé de mamá?

Bajé la mirada después de tanto mantenerla en ella; amaba a mamá tanto que verla en este estado me destruía y, peor aún, que me confundiera con mi padre.

—Loren estaría aquí si no estuvieras vivo; estaríamos juntos en nuestra burbuja, amándonos sin ser rechazados y aislados —murmuró. Puso su mirada en mí, levantándose y tirándose al suelo en postura fetal—. ¡Vete! ¡Vete y nunca jamás vuelvas a venir! ¡Jamás vuelvas que me ensuciarás! —Observó sus manos con terror y gritos desgarradores salieron a flote—. ¡Eres un asqueroso, te odio!

El personal médico entró tratando de calmarla, ya que sus gritos aterrorizaban y te sentías en una película de terror. Suspiré, estando en el mismo lugar, tratando de convencerme de que lo que decía era mentira. Observé a un enfermero que me observaba indeciso.

A puppy? | Geminifourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora