Capítulo 1

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Un año luego del rescate

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Un año luego del rescate

    Beatrice Sprout es un nombre que significa muchas cosas distintas para personas diferentes. Es el nombre que le pareció adecuado a mi madre para mí. También es aquel que mis amigos han optado por abreviar cariñosamente a Bea. Y, aun así, también fue el nombre que llenó los titulares de periódicos y portales de noticias durante muchos meses.

    Yo sé de medios de comunicación. Estudio periodismo y relaciones públicas en la NYU. Por ello, puedo afirmar que los noticieros explotaron nuestros nombres, nuestra tragedia, lo más que pudieron. Somos las cuatro de Chelsea. Las cuatro jóvenes halladas en un sótano en West Side. Somos la noticia que revolucionó a la alta sociedad neoyorquina, las caras que todos han visto alguna vez.

    —¿Chocolate o caramelo? —me preguntó Drea, mientras miraba el catálogo web de gustos de helado.

    —Caramelo —dije mientras pasaba las páginas de una Vogue antigua.

     Nos encontrábamos en la casa de verano de Sophia en los Hamptons. El plan era comprar hamburguesas, batidos y helado mientras mirábamos una romcom. Nada extraño, algo normal entre las chicas de nuestra edad. El problema es que nosotras nunca seríamos normales, lo sé porque veo las sombras acumuladas en los ojos de todas.

    Drea y yo llegamos juntas en un taxi que pagamos mitad y mitad entre las dos. Sophia, la dueña de la casa, ya se encontraba ahí, con la cabeza metida en los libros de medicina que tanto adora. Rápidamente, la incitamos a que se tomara un descanso y eligiera el menú para aquella noche con nosotras.

    Una hora más tarde llegó Catherine, con su melena morena elegantemente desprolija y su ropa negra intacta. Ella poseía su propio auto y, al igual que su dueña, este portaba un fuerte olor a perfume.

    —¡Chocolate! —exclamó Cath, alargando la última «e».

    Sophia negó mientras proponía pedir vainilla y Drea farfullaba que la mejor opción era la menta granizada. Cada una tenía gustos muy distintos y no solamente en la elección del helado. Nunca habríamos sido amigas en otras circunstancias, pero aquí estábamos. Juntas, luego de un año.

    Finalmente, nos decidimos por pedir helados individuales para cada una, incapaces de ponernos de acuerdo. Cuando la comida llegó, todas nosotras nos encontrábamos en el gran sillón blanco, acurrucadas con unas sábanas beige y la película iniciando en el televisor. Habían elegido una de mis favoritas, «La propuesta», y yo me encontraba alegre de ver la gran actuación de Sandra Bullock y Ryan Reynolds. Siempre he sido una fanática empedernida del romance; los únicos libros que leo y las películas que disfruto son de romance.

    —Cuando sea jefa de mi propia empresa, voy a ser como ella... —comentó la morena, mientras se llevaba las papas a la boca—. Dios, cómo puede estar tan buena Sandra.

CUATRO DE NOSOTRAS ©  [SAGA: LAS CHICAS DE CHELSEA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora