Un año luego del rescate
Lo más importante es mi futuro, todo lo demás es secundario en mi vida. Me repetí una de las tantas enseñanzas de mi madre.
Helem Hallington es mi referente en todo. Es la definición de éxito profesional que siempre he poseído. Es quien ha trazado mi camino a la grandeza. Es por ello que esa mirada seria en sus ojos verdes caló muy dentro mío. Como una sentencia. Una advertencia de lo que se viene.
Ella es mi madre, mi maestra, mi ideal y mi verdugo, todo al mismo tiempo.
—Quiero saber exactamente quién es esa chica —nos ordenó mi madre con la seriedad que la caracteriza.
Las cuatro habíamos llegado a la oficina de ella hace menos de quince minutos. Trabaja en una gran torre en el centro de la ciudad, sede de una importante firma de abogados. Conozco su oficina de memoria, cada detalle y color en aquellas cuatro paredes y, sin embargo, se siente desconocida para mí.
—La conocimos en aquel lugar. Al igual que nosotras, cada tanto desaparecía. Él se la llevaba —inició Catherine—. Hubo una vez que nunca volvió, fue poco antes de que nos encontraran.
Recuerdo perfectamente todo lo que ella menciona. Veo con claridad aquel lugar, aquel gran sótano con habitaciones individuales y un salón conjunto. Los ductos por donde nos pasaban comida y objetos. Los altavoces donde su voz resonaba. Las puertas magnéticas que nos mantenían dentro de las habitaciones durante las horas de sueño.
—¿Y por qué no la mencionaron cuando salieron de ahí?
Permanecimos en silencio, sin una respuesta que nos calentase el alma.
—Teníamos miedo —respondió Beatrice, con su gran habilidad para transmitir sentimientos—. No sabíamos qué podíamos decir o no sin consecuencias. Era muy reciente como para dimensionar su ausencia, salimos de ahí completamente en shock.
Mi madre asintió, pero no pude evitar ver cierta duda en sus ojos. Bea y yo compartimos una mirada de preocupación; por unos instantes ambas nos comprendimos sin efectuar palabras. Estamos perdiendo nuestra facilidad para mentir y manipular la situación a nuestro favor.
—Tienen que decir la verdad, chicas. Tienen que contar todo lo que sepan de ella, todo lo que sintieron, todo lo que omitieron la primera vez.
Mi madre sabe usar las palabras, de ella lo aprendí. Por ejemplo, nunca dice ocultar o mentir, ella dice omitir.
Andrea, de todas nosotras, es la que se ve más incómoda y nerviosa. Su cabello rubio oscuro se encuentra recogido en un desordenado rodete y su cara está totalmente limpia de productos, mostrando sus prominentes ojeras. Catherine, por otro lado, suele ser quien más fácil la tiene. Posee una habilidad innata en el control de su cuerpo. Conoce su cuerpo como ningún otro y sabe utilizarlo a su favor. Sabe de lenguaje corporal. Por ello es quien más tranquila se ve. A diferencia de Beatrice, que juega nerviosamente con su largo cabello castaño, Catherine no ha tocado ni una sola hebra de su ondulada cabellera oscura.
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CUATRO DE NOSOTRAS © [SAGA: LAS CHICAS DE CHELSEA]
Teen FictionEn las profundidades de un oscuro sótano de West Side, cuatro jóvenes de Nueva York, Andrea, Beatrice, Catherine y Sophia, enfrentaron un trauma que las marcó para siempre. Tras ser rescatadas, sus nombres se convirtieron en titulares de noticias y...