5. Bollo de mantequilla

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Martin estaba solo en la habitación. Juanjo le había dado un momento de privacidad para que pudiera acomodar sus cosas, aunque Martin sospechaba que en realidad estaba evitando quedarse a solas con él. Desde que descubrieron que sus familias habían sido enemigas en el pasado, sentía que el destino lo estaba castigando con una cruel ironía.

Apenas habían cruzado unas pocas palabras, pero a veces, las miradas decían mucho más de lo que cualquier conversación podría. Y, cada vez que sus ojos verdosos se encontraban, parecía que se sumergían en otro mundo.

Martin se dejó caer sobre la cama, suspirando con frustración. No lograba pensar en otra cosa más que en Juanjo, lo tenía impreso en la cabeza y no ayudaba nada que la habitación oliera a él, a mil rosas frescas, lo que sólo intensificó su confusión.

¿Qué me está pasando?- susurró a la nada, mientras abría su diario para observar el dibujo que había hecho del rostro de Juanjo. Sin embargo, igual de rápido que lo abrió, lo cerró y se levantó para explorar el espacio. No podía estarse quieto, ya había guardado sus cosas y tenía curiosidad por descubrir más sobre Juanjo.

La habitación era grande y espaciosa. Las camas estaban una frente a la otra y la disposición era simétrica. Un gran ventanal, cubierto por cortinas azul claro, dejaba entrar la luz natural y daba vistas al jardín.

Martin se paseó por la zona de Juanjo y pudo notar que era extremadamente meticuloso. Su escritorio estaba lleno de libros de historia y apuntes de arquitectura, perfectamente alineados. Las paredes lucían fotos de Juanjo rodeado de sus amigos. En la estantería, había trofeos y más libros de distintos temas e idiomas. Su cama estaba impecablemente hecha, y la mesilla de noche contenía un marco con la foto de una mujer rubia y un niño, un ejemplar de La bella durmiente, una libreta y una pequeña lámpara.

Martin se tomó la libertad de agarrar el marco y estudiar la foto, llegando a la conclusión de que se trataba de Juanjo de pequeño con su madre. Podía reconocer perfectamente esos mofletes.

Luego, volvió a examinar el resto de fotos detenidamente.

Le resultó curioso que en ninguna imagen Juanjo apareciera solo con Chiara, a pesar de que supuestamente eran pareja. ¿Acaso Ruslana y Nai tenían razón con sus sospechas?

Martin no quiso darle más vueltas y dejó el marco de fotos en la mesilla para agarrar el libro de La bella durmiente. Podría haber tomado la libreta, pero invadir así la privacidad de Juanjo no le parecía correcto. A él tampoco le gustaría que alguien leyera su diario sin permiso.

Para su sorpresa, el libro no contenía el cuento original, sino poemas y partituras escritas a mano. ¿Sería Juanjo el autor de todo aquello? Leyó algunos poemas y comenzó a tararear las melodías, notando una sensibilidad y una profundidad emocional que no esperaba.

¿Quién eres realmente, Juanjo?- murmuró para sí mismo, dejando el libro en su lugar y volviendo a su cama para reflexionar.

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Juanjo y Chiara habían sido convocados en el despacho de Magnus para presentar un informe sobre la llegada de los nuevos alumnos, y la reunión había consumido prácticamente toda la tarde.

Juanjo se había mantenido en silencio, mientras que Chiara había tomado la palabra, entusiasmada, hablando maravillas de los recién llegados. Destacaba que los nuevos mostraban una inclinación notable por las artes, especialmente la música y el baile, basándose en las asignaturas que habían elegido.

Sin embargo, como de costumbre, Magnus no compartía su optimismo y siempre encontraba algún inconveniente.

Juanjo se había puesto inmediatamente del lado de Chiara cuando Magnus exigió que los nuevos debían pasar pruebas básicas de etiqueta y protocolo para poder permanecer en la academia y no sólo centrarse en lo artístico.

SÓLO CONTIGO (Juantin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora