21. Príncipe al rescate

108 20 1
                                    

Juanjo apenas percibía el caos que se desarrollaba a su alrededor. Todo era un borrón de gritos, órdenes confusas y miradas aterradas. El eco de la risa cruel de Morgana seguía retumbando en su mente, mientras su cuerpo temblaba, incapaz de asimilar lo que acababa de ocurrir. Un vacío insoportable se había instalado en su pecho desde el momento en que Martin y Chiara desaparecieron junto a Morgana.

¡Esto es culpa tuya! ¡Si no hubieras tocado ese espejo, nada de esto habría pasado!- la voz de Ruslana rompió el aire, cargada de furia, dirigiéndose a Nai, quien apenas podía sostenerse bajo el peso de la culpa.

Nai intentaba defenderse, su rostro pálido y lleno de angustia, pero las palabras de Ruslana eran un torrente imparable.

No lo hice a propósito... Yo no sabía... ¡No sabía que esto pasaría!- se excusaba débilmente, preocupada por Martin y visiblemente afectada.

Mientras tanto, Magnus, con el rostro endurecido por la ira y el miedo, gritaba órdenes a sus caballeros.

¡Preparen las tropas! ¡La barrera ha caído! ¡Mi hermana ha escapado y está aquí para vengarse! ¡No podemos permitir que se lleve a mi hija!- rugía, sus palabras llenas de urgencia y dolor. Había pasado años intentando borrar a Morgana de la historia, ocultándola del mundo para que nunca más representara una amenaza, por lo que no iba a permitir que regresara ahora a atormentar su vida.

Los caballeros no perdieron tiempo en seguir sus órdenes, corriendo en todas direcciones mientras el salón se vaciaba rápidamente de invitados aterrorizados. Unos lloraban, otros cuchicheaban preocupados, y algunos simplemente observaban, paralizados por el horror de lo que había sucedido.

En medio del tumulto, Juanjo permanecía inmóvil, con el rostro pálido y los ojos vidriosos. La culpa lo carcomía desde dentro. No podía apartar de su mente la última mirada de Martin, esa mano extendida que no había alcanzado a agarrar, y el susurro angustiado de su nombre antes de desaparecer. Estaba tan consumido por el dolor que ni siquiera registró cuando Magnus mencionó que Morgana era su hermana y lo que eso suponía.

Juanjo... Necesitamos hablar. Debemos actuar- la voz de su madre llegó desde algún lugar a su lado, tratando de calmarlo o quizás de sacarlo de su trance.

Pero él no escuchaba, no podía. Su mente estaba atrapada en un único pensamiento: Martin está en peligro. Tengo que salvarlo.

Juanjo, por favor... ¿Me estás escuchando? ¡Tenemos que planear qué hacer!- insistió su madre, ahora más ansiosa, al ver la indiferencia de su hijo.

Finalmente, Juanjo levantó la mirada. Sus ojos, apagados por el dolor, comenzaban a llenarse de una determinación feroz. No podía esperar a que otros tomaran decisiones. Necesitaba actuar por sí mismo.

-------------------

Juanjo se levantó con una fuerza renovada, su mente enfocada en una sola misión: Salvar a Martin. Los ecos de la tragedia reciente se volvieron lejanos, irrelevantes. Todo lo que podía pensar era en esa última mirada que Martin le había lanzado.

Sin perder un segundo, se dirigió al pasillo donde la espada de su linaje reposaba, adornando un estante como un recordatorio de su herencia. Era una reliquia que había visto incontables veces, pero nunca había necesitado desenvainarla. Ahora, mientras envolvía su mano alrededor del frío metal, sintió algo distinto. El peso de la espada en su mano no era solo físico; era como si una parte dormida de su alma se hubiera despertado de golpe.

La profecía, esa vieja leyenda que había escuchado repetidas veces a lo largo de su vida, de pronto cobró un significado completamente nuevo. Palabras que antes parecían vagas y lejanas ahora resonaban con una claridad que lo estremeció:

SÓLO CONTIGO (Juantin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora