SÓLO CONTIGO (Juantin)

15. Perdóname

Martin, con las manos aún apoyadas en el lavabo, observaba cómo las gotas de agua caían y se mezclaban con las lágrimas que le recorrían el rostro.

Sabía que Juanjo no regresaría pronto, y aunque estaba dispuesto a darle su espacio, no podía quedarse inmóvil, esperando a que el tiempo curara todo. Si realmente quería a Juanjo, si deseaba que confiara en él, tendría que luchar por lo que ambos habían comenzado a construir. Y eso significaba ser completamente honesto.

Con un suspiro profundo, Martin se pasó una toalla por la cara, secándose las lágrimas. No iba a perder a Juanjo, no si podía evitarlo.

Justo cuando estaba a punto de salir del baño, la luz en el espejo comenzó a cambiar, volviéndose más tenue y, al mismo tiempo, extrañamente brillante.

Martin se detuvo de golpe, reconociendo de inmediato esa sensación helada que recorría su columna y el humo verde que comenzaba a emerger en el reflejo.

La figura de su madre apareció en el cristal y el ambiente se llenó de tensión.

Martin. ¿Por qué lloras? ¿Es por ese chico?- dijo con una voz fría y calculadora.

Martin sintió cómo todo su cuerpo se paralizaba, aunque esta vez no fue sólo miedo lo que sintió. Era rabia. Sabía que su madre aparecería tarde o temprano para recriminarle algo, pero ahora, después de todo lo que había pasado, lo que una vez lo sometía ya no tenía el mismo poder sobre él. Además, ¿cómo demonios sabía de Juanjo? ¿Acaso lo había estado espiando?

¿Qué haces aquí?- preguntó, esforzándose por mantener la calma, aunque no pudo evitar que su voz se tiñera de irritación. Si era honesto consigo mismo, había conseguido olvidarse de ella.

Te recuerdo que tienes una misión, Martin. Mi paciencia se agota. No puedes dejar que un capricho lo arruine todo. No me digas que te has permitido debilitarte por alguien que no forma parte de tu destino- respondió su madre con esa dureza familiar que Martin conocía tan bien.

El corazón de Martin latió con fuerza, furioso. Había escuchado este mismo discurso durante toda su vida: el destino, la misión, el mal... Pero ahora, después de todo lo que había vivido con Juanjo, esas palabras no tenían el mismo peso. Ya no podía seguir fingiendo que esa misión importaba más que lo que sentía.

Juanjo no es un capricho y no voy a perderlo por esta maldita misión- determinó Martin con la voz llena de rabia contenida. Deseaba gritarle a su madre que estaba enamorado por primera vez en su vida, pero sabía que darle esa información solo serviría para que ella intentara usarlo en su contra. Ya había dicho suficiente.

La mirada de su madre se endureció y su expresión se llenó de desaprobación.

Es una distracción, Martin. No puedes permitirte una debilidad de este calibre. El futuro de tu linaje depende de ti. ¿De verdad vas a arriesgarlo todo por ese principito? Él no es como nosotros- dijo su madre, conociéndolo mejor de lo que él habría querido admitir. Los había estado espiando a través de los espejos con la poca magia que conservaba y reservaba para ocasiones importantes. Y no le gustaba nada lo que había visto.

Martin apretó los puños, sintiendo la frustración burbujear dentro de él, amenazando con estallar. Se dio cuenta de que durante demasiado tiempo había vivido bajo la sombra de las expectativas de su madre, atrapado entre lo que ella quería para él y lo que él realmente deseaba. Pero ahora, por primera vez, estaba tomando su propio camino.

No voy a perder a Juanjo, madre- declaró con firmeza.

La figura de su madre lo observó en silencio por un largo momento.

No seas estúpido, Martin. No estás preparado para lo que se avecina. Y él mucho menos- sentenció con dureza.

Entonces, lo prepararemos juntos. No voy a seguir haciendo esto, no voy a buscar el espejo y no voy a cumplir con tu misión. Estaba feliz sin ti y me siento bien en Auradon. Me he dado cuenta de que he soportado demasiado. Y, si tú no puedes entenderlo, tendré que seguir adelante sin ti- replicó Martin lleno de determinación.