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Sábado. Otro partido de básquetbol.

Las finales del campeonato interregional se acercaban.

Era la primera vez que So Hee estaba nervioso por asistir a un partido. Sus piernas temblaban cuando cruzó las puertas del gimnasio. Sintió alivio ―aunque también decepción― al comprobar que Eun Seok no estaba en las gradas con el resto del público.

Todavía faltaban unos minutos para que iniciara el partido.

So Hee no sabía qué desear: que Eun Seok apareciera o que no lo hiciera. Por otro lado, siempre existía la posibilidad de que Eun Seok no se sentara a su lado durante el partido, lo cual tranquilizaba y entristecía a So Hee a partes iguales.

So Hee se sentía enfermo debido a las contradicciones. Antes de obsesionarse con Eun Seok, solía ser una persona muy racional. Pero ahora sus emociones iban de un extremo a otro con suma facilidad.

―Hola ―dijo Eun Seok, asustando a So Hee.

El chico alzó la vista y miró al recién llegado, quien se sentó junto a él relajadamente. Había comprado un paquete de palomitas de nuevo.

―¿Quieres? ―le preguntó, ofreciéndole el envoltorio a So Hee.

―Eh... no, gracias ―murmuró So Hee.

―Ya veo ―comentó Eun Seok―. No te gustan las palomitas.

So Hee negó con la cabeza y estuvo a punto de decir algo, pero Eun Seok lo interrumpió.

―La próxima vez traeré caramelos o fruta confitada.

So Hee casi se desmayó al escucharlo.

―¿Próxima vez? ―inquirió, incapaz de ocultar su sorpresa.

―Claro ―replicó Eun Seok, sin darle mucha importancia―. Vendrás a ver todos los partidos de la temporada, ¿verdad?

―Bueno... ―murmuró So Hee―. Había considerado la opción de no volver a venir...

―¿Por qué?

"Porque tú ya no estás en la cancha", pensó So Hee, recordando los hermosos días en que podía ver a Eun Seok desde la distancia, jugando con sus compañeros. Le encantaba contemplar la expresión facial de Eun Seok cuando estaba en medio de un partido; la concentración y ferocidad reflejadas en su rostro le hacían preguntarse cómo era posible que existiera un ser humano tan perfecto. Pero la belleza facial y el evidente profesionalismo de Eun Seok no eran los únicos atributos que lo volvían loco. Su corazón palpitaba más rápido cuando los bíceps y cuádriceps de Eun Seok se contraían durante una jugada, o cuando su camiseta se levantaba parcialmente, dejando al descubierto parte de su abdomen.

Cada vez que el chico encestaba, las mejillas de So Hee enrojecían. "Tener un crush es doloroso", solía pensar So Hee.

―¿Sigues en este mundo? ―preguntó Eun Seok, haciendo que So Hee volviera de golpe a la realidad. Aunque, para el pobre So Hee, no parecía en absoluto la realidad ahora que Eun Seok estaba junto a él. La persona con quien fantaseaba ya no estaba sólo en sus sueños.

―Los exámenes ―mintió So Hee. ¿Hasta cuándo utilizaría la excusa de estudiar?

―¿Qué pasa con los exámenes? ―Eun Seok estaba ligeramente confundido.

―Dejaré de venir a los partidos por los exámenes ―se apresuró a decir So Hee.

Eun Seok contuvo la risa.

―¿Cuándo podremos tener una conversación normal?

El silbato del entrenador salvó a So Hee de tener que responder. 

𝐓𝐓𝐘𝐋♥ | 𝘙𝘐𝘐𝘡𝘌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora