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El lunes llegó.

So Hee había necesitado casi cuarenta y ocho horas para que su agitado corazón se tranquilizara un poco. Después de analizar a fondo el asunto, estaba convencido de que lo único que tenía que hacer para ser el mismo de siempre era no pensar en Eun Seok. Con los exámenes a la vuelta de la esquina, y los ensayos del coro, parecía una tarea sencilla.

Sin embargo, las cosas nunca eran tan sencillas.  

A mitad de la jornada escolar, So Hee fue a los casilleros para guardar algunos libros. A diferencia de otros estudiantes, él no había decorado el interior de la puerta. Anton le había sugerido que pusiera un folleto del coro y una fotografía de ambos, pero So Hee no le había prestado atención. "Eres un aburrido", solía decirle Anton. 

Distraído, So Hee cerró la puerta.

―Hola.

El candado cayó de la mano de So Hee.

Eun Seok estaba apoyado en el casillero contiguo, esperando pacientemente a que So Hee hubiera terminado de guardar sus pertenencias para hablar con él. Se apresuró a recoger el candado y se lo entregó a So Hee.

―Me has asustado ―dijo So Hee, tomando el candado con mucho cuidado para que sus dedos no rozaran los de Eun Seok.

El enfado de So Hee hizo reír a Eun Seok.

―Siempre olvidas añadir "hyung" ―comentó.

So Hee enrojeció a causa de la vergüenza.

―Oh, lo siento ―se apresuró a decir. Entonces volvió a enfadarse y añadió―: ¡Pero es que siempre me asustas!

Eun Seok se rió con más ganas.

―No es gracioso ―le espetó So Hee, cruzándose de brazos.

Eun Seok le revolvió el pelo.

―Sí lo es.

So Hee retrocedió un paso, asustado por la familiaridad con la que Eun Seok lo trataba.

―¿Qué sucede?

―¿Qué crees que sucede? ―inquirió Eun Seok, enarcando una ceja.

―No lo sé ―respondió So Hee―, pero... ¿qué haces aquí?

―Estudio en esta escuela, genio ―dijo Eun Seok.

So Hee resopló, molesto. Era bastante sencillo hacerlo enfadar. 

―Me refiero a qué haces en mi casillero.

Eun Seok apoyó la espalda contra la fría superficie metálica del casillero. Con las manos en los bolsillos de la chaqueta y aquella mirada indiferente, parecía el protagonista masculino de un anime.

Durante un segundo, So Hee se quedó embobado mirándolo.

―He estado pensando en ti... ―dijo Eun Seok.

So Hee abrió la boca, pero no dijo nada. Estaba demasiado sorprendido. Incluso creyó haber escuchado mal.

―¿Por qué?

―Ya sabes, por lo que me comentaste sobre los exámenes ―respondió Eun Seok, decepcionando a So Hee. Conteniendo una sonrisa, Eun Seok le preguntó―: ¿Por qué creías que estaba pensando en ti? 

Las mejillas de So Hee enrojecieron de golpe.

―Ni idea. Eres tan raro...

Eun Seok se encogió de hombros.

―Lo sé ―comentó―. Bueno, volviendo al tema...

―¿Cuál era el tema?

Eun Seok puso los ojos en blanco y le tocó la frente con un dedo.

―Tus exámenes, genio ―dijo.

―Ah..., verdad. 

―Voy un curso por delante, así que podría ayudarte a estudiar.

El candado volvió a caer de las manos de So Hee.

―Maldición ―masculló So Hee.

Como se agachó al mismo tiempo que Eun Seok para recoger el pequeño candado, su frente chocó con la de él.

―¡Auch! ―exclamó So Hee.

Tomó el candado y se dispuso a levantarse, pero Eun Seok cubrió la mano de So Hee con la suya, la cual era más grande.

―¿Y bien, So Hee? ¿Quieres mi ayuda o no?

So Hee alzó la mirada y se encontró con los enormes y oscuros ojos de Eun Seok. Su mirada era tan penetrante que So Hee temió que pudiera ver en su interior.

―Tengo que pensarlo ―murmuró So Hee.

Sacudió la mano para que Eun Seok lo soltara, puso el candado en la puerta de su casillero y huyó a toda velocidad.

Eun Seok se quedó en los casilleros, observando a So Hee alejarse. 

𝐓𝐓𝐘𝐋♥ | 𝘙𝘐𝘐𝘡𝘌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora