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Freen, Rebecca, Nam y Faye observaban a Heng jugar con Kristen, llenas de frustración y sospechas

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Freen, Rebecca, Nam y Faye observaban a Heng jugar con Kristen, llenas de frustración y sospechas. Nam, con una mezcla de incredulidad y enojo, fue la primera en romper el silencio.

—¿Cómo demonios ese idiota supo de la fiesta? —preguntó, frunciendo el ceño.

Freen suspiró, claramente agobiada.

—No lo sé. Tal vez, por casualidad recordó que era el cumpleaños de Kristen —dijo, aunque la duda estaba escrita en su rostro.

—Eso no tiene sentido, a él nunca le ha importado su hija. ¿Por qué está aquí ahora?—Rebecca, con el semblante serio, sacudió la cabeza.

—Seguramente nos está espiando, ese tipo es capaz de cualquier cosa, pero ¿saben qué? Le voy a romper la cara a ese imbécil—Faye empezó a moverse hacia Heng con determinación, pero Nam y Freen la detuvieron rápidamente. Freen, con voz calmada pero firme, se interpuso.

—Faye, cálmate, no es el momento para esto, no quiero arruinar el cumpleaños de Kristen por su culpa.

—Está bien, pero si sigue provocando, no respondo.

—Es mejor que partamos el pastel antes de que las cosas se salgan de control—Nam intentó aliviar la tensión cambiando el tema

—Yo voy por el pastel—habló Rebecca pero cuando intentó levantarse, un mareo repentino la obligó a sostenerse de la mesa para no caer, Faye fue la primera en notar el cambio y se acercó preocupada.

—¿Estás bien? —le preguntó, mirándola con inquietud.

—Sí… estoy bien —respondió la británica, pero su rostro decía lo contrario, cuando intentó dar un paso más, su cuerpo no resistió y terminó vomitando en el suelo. La escena dejó a todas alarmadas, Freen corrió hacia ella, sosteniéndola con preocupación.

—Becky, tenemos que llevarte al hospital —dijo Freen con urgencia, sin darle opción a rechazar.

—No… Freen, es el cumpleaños de Kristen, no quiero arruinarlo, estoy bien —respondió Rebecca con debilidad, negándose a ir.

—No puedes quedarte así Bec, necesitas que te revise un doctor—insistió Freen, tratando de mantener la calma.

Faye, que también estaba preocupada, ofreció llevarla.

—Vamos, yo puedo llevarte en mi auto, será rápido, Rebecca.

La británica sabía que no había forma de evitarlo, así que terminó aceptando, sintiéndose incapaz de seguir discutiendo.

—Está bien, iré, pero Freen, quédate aquí, no quiero que Kristen se dé cuenta de nada ni se preocupe, por favor.

Freen no quería dejarla ir sola, pero entendía la preocupación de Rebecca por Kristen. Finalmente, aceptó con una mirada de preocupación profunda.

¿Y si hubieras sido tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora