Volumen 2: Capítulo 33: Amor Impuro En Una Flecha

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Hefesto camino en dirección a la residencia de Eros.

Eros es el dios que personifica el deseo sexual puro, no es una mala persona, es alguien muy agradable, aún que aveces es muy vengativo.

Había llegado a sus aposentos, y desde que llegué se podían oler el aroma de la lujuria en el aire. Al momento de entrar en sus aposentos logré ver a muchas mujeres teniendo intimidad con hombres, en el centro de todos ellos estaba Eros, con tres mujeres, una mortal, una ninfa y una nereida.

—Lamento llegue si avisar, Eros.

Eros, quien estaba durmiendo se levantó, agitando su mano en su rostro, intentando visualizar la figura que está frente a él.

—Oh vaya, ¡eres tú Hefesto! Es una agradable sorpresa verte por mis aposentos. Dijo alegremente.

—Vine a pedirte un favor. Dijo Hefesto.

—Es raro que pidas uno.

Eros quien estaba rodeado de sábanas, este al momento de levantarse las sábanas se deslizaron dejando mostrar todo su cuerpo al desnudo, cosa que no afectó en nada a Hefesto.

Ambos salieron de la habitación de Eros para poder hablar con más tranquilidad en soledad.

—Pues bien, dime Hefesto, ¿cuál es el favor que necesitas de mí?.

—Me gustaría que me dieras una de tus flechas de amor.

Eros de detuvo y quedó callado por unos pocos segundos.

—Hefesto, ¿no estarás pensado en usar una de esas flechas con tu ex esposa Afrodita, verdad?

Hefesto se quedó pensado por unos minutos que más bien parecían segundos, pensó que no tenía que planear la destrucción del Olimpo para tener su venganza, puesto que todo esto lo está haciendo por Afrodita, cuando ella engañó a Hefesto, este sufrió como nunca en su vida, el dolor que este sintió era tanto que su corazón lleno de fuego y amor por Afrodita se apagó.

Solo queda la sombra de lo que alguna vez fue el herrero más grande de todos los tiempos, el dolor más grande es el dolor del amor, cuando amaste a una persona tanto que hasta cometerías los pecados más grandes y atroces, solo, por ver que ella esté bien y feliz.

Hefesto carecía que lo que era el amor, el afecto de amor, el pensaba que solo dándole tesoros y joyas haría que Afrodita siempre la amara y estuviese de su lado, que con solo eso, ella le entregaría todo su amor...

—No es para ella, simplemente es para algo que estoy trabajando.

Eros quedó pensativo por unos momentos, estaba dudando si dale o no la flecha, puesto que en lo más profundo de su conciencia este sentía que no era buena idea darle una flecha de amor a Hefesto.

—Ummm... está bien Hefesto.

Con un gesto de su mano, Eros hizo aparecer una flecha de amor y se la dio a Hefesto.

—Está flecha tiene los principios primordiales del amor, el amor es una si no ma fuerte de podré más grande de todo el cosmos, con el amor no se puede jugar, bueno, al menos que seas yo claro.

Después de darle la flecha, Hefesto se despidió de Eros.

—No se por qué pero... siento que he cometido un error, pero bueno, es Hefesto, no creo que haga tanto daño.


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—Ahora que tengo la flecha, ¿en qué dios la usaré?

Lucifer Entre Los Olímpicos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora