Travesuras 2/2

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Andrea Howell

Por fin una relajante y rica ducha, realmente la necesitaba para liberar la tensión que mi cuerpo cargaba, por que vamos, aguantar a todas esas personas las venticuatro horas del día hacia que cualquiera quisiera ponerse una soga en el cuello

- Hoy toca mimar a este bello cabello - dije mientras veía mi cedoso y brillante cabellera a través del gran espejo en el baño, me quite la bata dejando mi desnudo cuerpo expuesto y entre a la tina llena de rosas y de una escencia de vainilla que tanto amaba

Luego de haber bañado mi cuerpo con todo tipo de cremas y mascarillas, venía mi parte favorita "El cabello", así que sin más demora tome en mis manos el shampoo que le había pedido a Eduardo que me comprase

- Parece que han sacado una versión nueva, esta huele diferente - restandole importancia comence echando un poco del producto en la palma de mano, frotándolo antes de esparcirlo por todo mi pelo, este procedimiento lo repetí al rededor de dos veces seguidas, y cuando estaba por aplicar la mascarilla que acompañaba al producto vi mis manos y sin esperarlo un fuerte grito salio de lo mas profundo de mi garganta

- No, no, no - comencé a enjuagar el pelo bruscamente tratando de quitar aquello - ¡¡¡Esto es una pesadilla, yo no-no puedo tener le pelo así!!! - no me importo si mojaba el piso, corrí hasta el espejo viendo aquella desgracia - ¡¡¡NOOO!!! - tiraba de mi cabello, no podía creer lo que mis ojos veían, la peor pesadilla de cualquier rubia echa realidad, tenia el pelo negro, ¡Negro!, el color más feo y sin vida que pudieron inventar

- Eduardo - murmure bajo recordando quien compro aquel producto - ¡Eduardo, ven acá hijo de puta! - corriendo, con las manos temblando me envolví en la toalla y salí del baño gritando como loca, me coloque mis pantunflas al lado de la cama, estaba por volver a llamar al culpable de mi desgracia cuando sentí en mis pies algo baboso y frío, por inercia me congele en el lugar haciendo mis manos puños

- Que no sea una rana, que no sea una rana - repetía viendo al techo, despacio y con cuidado retire el primer pie aún sin mirar hacia abajo, pero todo se fue al carajo cuando un pelinegro entro corriendo a la habitación tomandome por sorpresa provocando que diera un fuerte brinco y que las ranas comenzaran a saltar por todo el lugar

Desde lo lejos le escena era demaciado graciosa, dos adultos gritando como niños y saltando de un lugar ah otro huyendo de dos bichos de seis centimetos cuando mucho, las demás personas de la casa nos veían desde el marco de la puerta partidos de la risa

Me detuve en seco al perder de vista de los pequeños animales de consistencia babosa - ¿Qué pasa? - arrugué el ceño viendo la cara de Eduardo, parecía querer decirme algo pero no lo entendía

- T-tu pe-lo - tartamudeo

- ¿Qué? -

- ¡¡¡Hay una en tu pelo!!! - lleve mi vista al espejo a lo lejos, era cierto, tenia una rana en el pelo

- Joder, joder, quitamela - hablaba sin hacer ningun tipo de movimiento

- ¿Porque yo?, les tengo miedo -

- Eduardo tienes veintiocho años, no le puedes temer una rana, eres un hombre -

- Aún soy un niño, además, tenemos la misma edad, quitatela tu - me señalo con el dedo acusadoramente

- Eduardo no me hagas moverme, por favor amor te prome - no pude terminar de hablar ya que los gritos del pelinegro me interumpieron

- ¡¡¡Se esta moviendo!!!, ¡¡¡se esta moviendo!!!, corran por sus vidas -

- ¡¡¡No, oye Eduardo, ayudame maldito, te dejare en abstinencia después de esto!!!-

.    .    .

Dalie Conor

- No puedo evitar reírme solo de recordar la cara que puso cuando tenía la rana en la cabeza - reí sujetando mi abdomen el cual dolía de tanto reír

Me encontraba en la cocina junto a Emma partiendo la torta que habiamos echo, luego de que Dylan salvó a Andrea y Eduardo de las pobres e indefensas rana decidimos bajar y dejar a la pareja discutir en privacidad, aunque los gritos que la ahora pelinegra le daba a Eduardo se escuchaban por toda la casa, el pobre estaba cargando con la culpa de haberle arruinado el pelo a su querida novia

-  Es nuestro turno amiga, cerremos la noche con broche de oro - compartí miradas malisiosas con la pelirroja y luego de un choque de puños salimos hacia el comedor con las bandejas en las manos

- ¡Pastel, la mejor parte! - el pequeño Dylan daba pequeños brincos de felicidad desde su banquillo

- Solo puedes comer cuando todos tengan su plato enfrente - la madre regaño a su hijo quien había tomado el cubierto dirigiéndose al trozo de tarde en su plato 

Reí sutilmente ante la cara que hizo el pequeño y seguí repartiendo los platillos hasta que todos tuviesen su trozo de pastel en frente, al tomar asiento hice contacto visual con todas la chicas, todas sonreímos, era como estar conectadas por bluetooth

- Debo decir que me sorprendieron, nunca imagine que aquella mescla dudosa quedaría tan deliciosa - mordí el interior de mi mofelte evitando reírme en su cara, la verdad era que el sabor del los kiwis no se notaba en lo absoluto

- Es cierto mami, ¿de que sabor es? - pregunto el pequeño niño al terminar de devorar su plato

- Veras hijo, tiene muchos ingredientes especiales, pero el más importante es el kiwi, es la fruta principal -

No paso mucho, apenas unos escasos segundos cuanto el ruido de un plato deteriorarse en el suelo llamó la atención de casi todos, digo casi todos por que las chicas y yo ya sabíamos de quien era aquel plato roto

- ¿Amor, estas bien?, ¿que sucede? - su novio a su lado la movía pero la chica permanecía inmóvil con los ojos fijos en un punto cualquiera

- ¡No me toques! - su grito nos tomo a todos por sorpresa - ¡No me vean! - se tapaba el rostro con ambas manos mientras seguía gritando,  poco a poco se comenzaron a ver ronchas rojizas por toda su piel, brazos, cuello y rostro, se estaba hinchando como una pelota, comenzaba a verse mal

- Las voy... las voy a matar - parecía perder sus fuerzas, y antes de darnos cuenta cayó al suelo combulsionando, esa reacción nadie se la esperaba, cuando decidimos hacer esto no pensamos que su alergia fuera tan fuerte

Sin esperar más me levante de mi asiento rodeando la mesa llegando a donde ella y Eduardo quien se había lanzado antes de que impactara contra el suelo y no se diera un mal golpe, rápidamente la puse de lado evitando que se ahogara

- Busquen entre sus cosas, debe tener su medicina para casos como este - dije viendo a Alex y a los demás quienes acataron la orden y corrieron hacía la habitación de la pareja, pero antes de subir las escaleras una fuerte patada hizo que la puerta principal saliera volando

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Volví!!!!

¿Creen que las chicas se pasaron un poco de la raya con éstas bromas? La pobre Andrea, pero bueno, eso le pasa por mirar hombres ajenos

¿Tienen alguna idea de quiénes serán las personas que llegaron?, bueno, lo sabrán en el próximo capítulo

Espero que te haya gustado, déjame tu voto si fue así

Vínculos que PerduranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora