➥ 𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 6.

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Lambert Lysander, eres todo un personajazo ante mis ojos... ejem.

No podía creer que estuviera de nuevo en su departamento, el lugar que tantas veces habíamos usado para desfogar la tensión acumulada

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No podía creer que estuviera de nuevo en su departamento, el lugar que tantas veces habíamos usado para desfogar la tensión acumulada. No había promesas ni expectativas de mi parte, solo un deseo crudo que volvía una y otra.

Llegaría tarde al trabajo, pero ¿qué importaba? Necesitaba un escape rápido, un momento de liberación antes de sumergirme en la larga y agotadora jornada que me esperaba. De cinco de la mañana a cinco de la tarde, un maratón de horas que parecían interminables.

Mi mente estaba llena de pensamientos rebeldes, ansiosa por deshacerse del estrés que se acumulaba en mi cuerpo. Un coqueteo rápido, un momento de pasión, era justo lo que necesitaba para olvidar, aunque fuera por un instante, la rutina monótona que me esperaba.

Así que mis manos ya recorrían su cuerpo antes de que siquiera hubiera terminado de cerrar la puerta. La atracción era inmediata, un impulso instintivo que nos envolvía cada vez que nos encontrábamos, como si una fuerza invisible nos empujara el uno hacia el otro, sin posibilidad de frenar. No necesitábamos hablar; las palabras siempre habían faltado de más en momentos como este. Nunca había fingido sentir algo profundo por ella, y ella lo sabía. Lo nuestro nunca había sido sobre emociones o promesas vacías, sino sobre la pura necesidad física que surgía cada vez que estábamos juntos. "Pero parecía que ella ya se confundía cada día más."

Nuestros labios se encontraron con la urgencia de siempre, un choque intenso, casi violento, como si el hambre que llevábamos dentro no pudiera esperar un segundo más. Su boca devoraba la mía, y la mía respondía con la misma pasión. En cuestión de segundos, ya estábamos sin aliento, pero ni eso era suficiente para detenernos. Era como si cada beso nos encendiera más, avivando un fuego que siempre había estado ahí, latente, esperando explotar.

La presión de su cuerpo contra el mío, la manera en que sus manos se aferraban a mi cuello, me decían todo lo que necesitaba saber.

Mis dedos se deslizaron bajo su blusa con la destreza de quien conoce cada rincón de ese cuerpo, encontrando sus pezones tensos bajo la fina tela. Mi pulgar los acariciaba con lentitud, jugando con ellos, aumentando la presión lo justo para arrancarle un suave gemido. Hazel arqueó su espalda, empujando su pecho hacia mí, su respiración volviéndose cada vez más rápida.

La empujé suavemente contra la pared, haciendo que su cuerpo quedara atrapado entre la fría superficie y el mío. Sentí cómo sus piernas se alzaban automáticamente, envolviendo mi cintura con una facilidad que hablaba de cuántas veces habíamos estado en esta posición. Mi boca descendió por su cuello, dejando una serie de mordiscos suaves que la hacían estremecerse, mientras mis manos bajaban hasta el borde de su falda. Con un movimiento rápido, deslicé la tela hacia arriba, exponiendo la piel desnuda de sus muslos.

Hazel movió sus caderas hacia mí, buscando más contacto, más fricción, mientras mis dedos se deslizaban por su entrepierna. Al apartar su ropa interior, mi mano encontró su humedad, y mi pulgar empezó a trazar círculos lentos y constantes sobre su clítoris, arrancándole un suspiro entrecortado. Ella se movía contra mí, su cuerpo buscando más presión, más velocidad. Mi otro brazo se apoyaba firmemente contra la pared, manteniéndola en su lugar, mientras mis movimientos se volvieron más rítmicos, marcados por los jadeos que escapaban de su boca.

𝗖𝗛𝗔𝗢𝗧𝗜𝗖.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora