➥ 𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 8.

21 2 18
                                    

Maldito karma... ¡me estás poniendo a prueba con este experto en manipulación! ¿Cuánto más puedo aguantar?

Atrapado en el baño de aquella maldita empresa, sentía que las paredes de cerámica, tan frías y lisas, se cerraban sobre mí, sofocándome

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Atrapado en el baño de aquella maldita empresa, sentía que las paredes de cerámica, tan frías y lisas, se cerraban sobre mí, sofocándome. El silencio era abrumador, un vacío que resonaba en mis oídos, tan denso que hasta los pensamientos parecían rebotar como ecos de gritos ahogados. Mi respiración era irregular, entrecortada, como si cada bocanada de aire fuera una lucha contra algo invisible. Mi pecho se comprimía bajo el peso de una ansiedad sofocante, una presión que me impedía respirar, mientras mi corazón latía descontrolado, como si quisiera escapar de mi cuerpo.

Las manos, temblorosas y húmedas, se aferraban al borde del lavabo, pero eran como hojas arrastradas por un vendaval. Sentía la piel húmeda y fría, el sudor que resbalaba por mis sienes, y mis dedos apretaban con fuerza, buscando algún tipo de ancla en medio de la tormenta que rugía dentro de mí.

"Hazlo", susurró esa maldita voz desde lo más profundo de mi cabeza, tan tenue pero insistente, como un eco constante que no se marchaba. Sabía exactamente lo que quería decir, pero me resistía a escucharlo. "Hazlo", repetía, insistente, empujándome hacia un abismo del que temía no poder escapar.

- No... no soy eso... - Musité entre dientes, pero ni yo mismo creía mis palabras. Mi voz era un murmullo débil, carente de fuerza, como si ni siquiera yo creyera en la promesa vacía que me hacía.

Mi mano, como por inercia, se deslizó hasta mi cabello, tirando de los mechones con desesperación, con tanta fuerza que podía sentir el dolor punzante en el cuero cabelludo, casi como si quisiera arrancar esos pensamientos desde la raíz. Pero sabía que no serviría de nada. Sabía que no podía deshacerme de ellos tan fácilmente. Eran como una plaga, una enfermedad que se enroscaba en lo más profundo de mi ser, y por más que luchara, siempre encontraban la forma de volver.

Mis manos, aún temblorosas, se tensaron más. Ya no temblaban de miedo, sino de pura frustración. No podía soportarlo más. Era como si mi mente estuviera siendo devorada desde adentro, como si mil voces gritaran al mismo tiempo, cada una más cruel que la anterior. "Míralo, míralo todo. No lo puedes detener. No lo puedes ignorar", decían.

Las imágenes empezaban a invadir mi mente, una tras otra, sin control. Vívidas. Sangrientas. Reales. Mis dedos manchados, la piel despegándose como una capa húmeda y débil. Uñas sucias, mugre incrustada. Sangre. Espesa, oscura, casi negra, goteando por los pliegues de mi piel. Casi podía sentir su viscosidad entre mis dedos. Casi podía oler su hedor a metal oxidado.

- No... ya no soy eso... - Gruñí entre dientes, apretando mis ojos con fuerza, pero sabía que era inútil. Las imágenes seguían fluyendo, incontrolables, como una cascada de pesadillas que me sumergía sin darme opción de escapar.

"Siempre lo has sido. Siempre lo serás." Esa voz otra vez. Más suave ahora. Casi burlona. Y sabía que tenía razón. Por mucho que lo negara, siempre había sido eso. Siempre había estado ahí, como una sombra que me seguía a todas partes. Y cada vez que bajaba la guardia, volvía. Volvía con fuerza, con hambre, como una bestia hambrienta que solo se alimenta de mi miseria.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝗖𝗛𝗔𝗢𝗧𝗜𝗖.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora