Capitulo 3

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Así mismo, una sonrisa siniestra curvando sus labios. Sabía que Jungkook era persistente, pero eso solo hacía que el juego fuera más emocionante.

Mientras Jungkook buscaba entre los arbustos y caminos del parque, su mente estaba llena de imágenes de la ciclista. Tenía que encontrarla antes de que el asesino lo hiciera. La presión crecía; cada segundo contaba.

Taehyung, por su parte, se movía con agilidad. Se sentía como un depredador acechando a su presa, cada paso lo acercaba a su objetivo. La idea de enfrentar a Jungkook en un juego de ingenio lo motivaba, pero lo que más lo impulsaba era la necesidad de demostrar su superioridad.

De repente, un grito desgarrador resonó en el aire. Jungkook se detuvo en seco, el corazón latiendo con fuerza. No era solo un sonido cualquiera; era el grito de la ciclista.

-¡No! -Jungkook exclamó, su instinto de protección activándose al instante. Sin pensar, corrió hacia el sonido, los pies apenas tocando el suelo.

Mientras tanto, Taehyung se detuvo al escuchar el grito. Una chispa de emoción corrió por su cuerpo. Había logrado provocar una reacción, y eso lo llenaba de satisfacción. Sabía que Jungkook vendría tras él.

Con cada paso, Jungkook sentía que el tiempo se ralentizaba. Su mente se centraba en la necesidad de salvar a la ciclista, y la rabia hacia el asesino se intensificaba. Al llegar a un claro,

Jungkook sintió que el mundo se desvanecía cuando, finalmente, se dio cuenta de que el había logrado su cometido. La ciclista había desaparecido, y el vacío en su pecho se convirtió en una desesperación abrumadora. Miró a su alrededor, buscando cualquier indicio de su paradero, pero todo era silencio.

El eco de las palabras de los padres resonó en su mente. Habían llamado esa mañana, preocupados porque su hija no se había comunicado con ellos a la hora habitual. "¿Y si no vuelve?" había dicho la madre, su voz temblando. Jungkook había intentado tranquilizarlos, prometiendo que la encontraría. Pero ahora, la presión se acumulaba sobre él.

-¿Qué les diré? -murmuró, sintiendo el peso de la culpa aplastarlo. No podía fallarles. No podía permitir que la angustia de esa familia se intensificara por su inacción.

Con cada segundo que pasaba, su mente se llenaba de escenarios oscuros. ¿Qué les diría cuando se enfrentara a ellos? Las palabras se atoraban en su garganta, y la idea de enfrentarse a sus miradas llenas de miedo lo aterrorizaba.

Sin embargo, no podía rendirse. Tenía que encontrar una manera de rastrear al asesino y rescatar a la chica. Con determinación renovada, sacó su teléfono y comenzó a buscar pistas. Llamaría a sus amigos, revisaría las cámaras de seguridad del parque, haría lo que fuera necesario.

Mientras tanto, Taehyung disfrutaba de su victoria en algún lugar oculto, sintiéndose invulnerable. La ciclista estaba en sus manos, y sabía que Jungkook no se rendiría fácilmente. Pero eso solo hacía que su juego fuera aún más emocionante.

Jungkook, por su parte, no podía permitirse perder la esperanza. La vida de la chica dependía de él, y estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para traerla de vuelta a salvo.

Taehyung llegó a su casa, arrastrando a la ciclista detrás de él. La habitación estaba oscura, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara. La chica, temblando de miedo, comprendió la gravedad de su situación. Taehyung la miró con una sonrisa siniestra.

-No te preocupes, esto solo es un juego -dijo, mientras comenzaba a preparar lo que necesitaba para torturarla, disfrutando de la anticipación.

Mientras tanto, Jungkook estaba en el parque, sintiendo que la frustración lo consumía. Había hablado con los padres de la chica, explicándoles que no había señales de ella. La decepción en sus rostros lo atravesó como un puñal.

-Lo siento, estoy haciendo todo lo posible -les había dicho, pero sus palabras sonaban vacías. Sabía que no podía fallarles, pero cada intento de encontrar pistas parecía terminar en un callejón sin salida.

Regresó al club de arte, donde había esperanzas de que la chica pudiera estar. Al revisar las inscripciones, se dio cuenta de que no pertenecía a ningún curso. La angustia se apoderó de él nuevamente. Sin pistas, sin rumbo.

-¿Qué más puedo hacer? -se preguntó, su voz resonando en el silencio del lugar. La impotencia lo invadía; cada segundo que pasaba la alejaba más de él. Tenía que pensar con claridad, tenía que actuar rápido.

La mente de Jungkook estaba en caos, pero una idea surgió. Recordó un lugar al que el asesino podria ir, un viejo almacén en las afueras de la ciudad. Sin perder tiempo, se dirigió allí, con la esperanza de que todavía pudiera llegar a tiempo para salvar a la chica.

Mientras Taehyung continuaba su juego de tortura, la ciclista, asustada y angustiada, sabía que debía encontrar una forma de resistir. En su mente, buscaba un plan, una forma de escapar antes de que fuera demasiado tarde. La lucha apenas comenzaba.

Jungkook llegó al viejo almacén, su corazón latiendo con fuerza mientras empujaba la puerta de metal. Recordaba vívidamente la primera vez que había estado allí, la sensación de horror y desesperación que lo había invadido. Pero esta vez, al entrar, se encontró con un lugar vacío y silencioso.

Las sombras se alargaban en las esquinas, y el eco de sus pasos resonaba en el aire. La desilusión se apoderó de él al darse cuenta de que no había señales de la ciclista ni del asesino. Solo había un vacío que parecía burlarse de su desesperación.

-Maldita sea... -murmuró, su frustración aumentando. Se dejó caer contra una pared, sintiendo que el peso de la impotencia lo aplastaba. Era evidente que el asesino era astuto, había planeado todo con meticulosidad.

Jungkook repasó mentalmente cada movimiento del asesino, cada pista que había ignorado. No solo estaba huyendo, sino que también estaba jugando un juego peligroso y retorcido. Era un maestro en el arte del engaño.

Mientras tanto, Taehyung se regodeaba en su triunfo, sintiéndose invulnerable. Sabía que Jungkook lo buscaría, pero había anticipado sus movimientos. La ciclista estaba bajo su control, y eso lo llenaba de poder.

Jungkook, sintiendo que el tiempo se le escapaba, revisó el almacén una vez más. Buscó cualquier objeto que pudiera servir de pista, cualquier indicio que pudiera llevarlo a el. La desesperación lo empujaba a actuar, pero la impotencia lo mantenía atado.

Finalmente, decidió que no podía rendirse. Había que buscar en otros lugares, hablar con más personas, y tal vez incluso investigar más sobre el entorno de las víctimas. Con un último vistazo al almacén, salió decidido a no dejar que la astucia de su enemigo lo detuviera. La vida de la ciclista dependía de su determinación.

 La vida de la ciclista dependía de su determinación

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Les dejo un nuevo capítulo
Espero les guste
🥰💕

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