Capítulo XXVIII

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El pesar que Taehyung sentía era inhumano.

A pesar de que estaba familiarizado con esa sensación de vacío producida por la decepción, esta vez sentía que la tristeza iba a terminar con él.

Y tenía miedo.

No sabía que hacer, no tenía ni puta idea de cómo iba a lidiar con el desconsuelo y estaba asustado porque había quedado a la deriva, siendo el único inocente que de verdad creyó en todas las palabras bonitas.

Era injusto que la vida fuese así de cruel con él, por un momento imaginó que tendría cada cosa que soñó de niño y tontamente, idealizó un futuro a lado de la persona que nunca pudo dejar de querer.

Eso le pasaba por ingenuo, por confiar en alguien que supo endulzar su oído y por entregar gran parte de su afecto a ese vidente que adoraba desde que tenía uso de razón.

Le partía el alma darse cuenta de la realidad y cada lágrima que desprendía la tenía bien merecida por ser un total iluso.

¿Qué le iba a decir a su madre? No lo sabía, no encontraba la manera de explicarle y posiblemente ella se iba a morir de angustia al verlo en ese grado de abatimiento.

Era más que un desastre, su cara estaba empapada de llanto, sus mejillas carecían de color, sentía los párpados inflamados y sus pestañas habían perdido la linda curvatura por las repetidas veces que se había refregado los ojos.

De soslayo, alcanzó a percatarse de como los vendedores de Legacy lo miraban con intriga, empezando a cuchichear acerca del notable declive en su estado de ánimo, pero ni siquiera le dio importancia, pues él solo quería llegar a su morada y que su mamá lo abrazara hasta que la tormenta en su interior se aplacara.

Sabía que se derrumbaría en cuanto Jihye lo recibiera y era un hecho que iba a romperse cuando escuchara el terrible "¿qué te ocurrió, mi amor?"

Estaba actuando por inercia, entrando a ese ya conocido lapso de "piloto automático", mientras caminaba hacia su hogar, desconectando sus pensamientos de la realidad al sumergirse en el pasillo posterior a los negocios.

Y repentinamente, un tirón en su brazo lo obligó a cesar sus pisadas.

Se volvió hacia la persona que lo sujetaba, perdiendo la fuerza en sus piernas y luchó por pasar saliva al sentir cómo el roce contrario le escocía la piel; no pudo encontrar la maldita determinación para alejarse porque sus extremidades parecían no responder.

Jungkook lo enfilaba con los ojos enrojecidos e igual de vidriosos que los suyos, se notaba un gran rastro de lágrimas secas en sus pómulos marcados y sus labios se encontraban agrietados con una ausencia total de color.

Su aspecto era igual de lamentable.

-Suéltame -Le solicitó, al zarandear flojamente el brazo-. Déjame en paz.

Se miraron y ninguno supo lo mucho que les lastimó verse así de afectados.

-No, necesito que me escuches -La voz le salió débil, casi herida-. De verdad, sé lo que estás pensando y te juro que no es así.

-¿Qué podría estar pensando? -murmuró, tragándose el nudo que se le había formado en la garganta-. ¿Qué eres un falso y que nunca fuiste honesto con lo que sentías?

Esa era la única versión que Taehyung tenía, y no tenía planes de conocer ninguna otra.

Había tropezado otra vez con la misma puta piedra, ya estaba harto.

-Dame la oportunidad de aclararte lo que encontraste, por favor -Le suplicó, tratando de mantener la calma-. Yo nunca te haría daño, ¿no te das cuenta?

It's all an act | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora