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Aquel instante de tensión se mantenía en el aire, mezclado con las risas apenas contenidas de Poco y la frustración infantil de Draco. Poco había dejado escapar una sonrisa suave, observando con ojos de diversión la reacción exacerbada del guitarrista. Sin embargo, detrás de sus bromas, había un hilo de pensamientos que Poco prefería ignorar.

Draco, por su parte, no comprendía del todo la dinámica que se había formado. Cruzó los brazos con firmeza, intentando proyectar autoridad, pero el titubeo en su voz lo delataba. Aquella comparación con un "perro" lo había descolocado más de lo que estaba dispuesto a admitir. ¿Era en serio? ¿Lo estaba subestimando? O... ¿era una especie de broma privada que no entendía del todo?

― Oye, no estoy aquí para que me compares con animales. Si tienes algo que decir, dilo claramente ― replicó Draco, intentando sonar firme, pero la suavidad en sus palabras lo traicionaba. Poco lo miró por un momento, como si analizara su reacción. Un silencio breve se extendió entre ambos, uno cargado de significados no dichos, que solo se rompía por el eco de las voces lejanas del parque.

El ambiente comenzaba a cargarse con una especie de tensión extraña. Poco, que hasta hace poco había estado riéndose, ahora ladeaba la cabeza, como si algo en Draco capturara su atención de una manera distinta. Ese algo era más incómodo de lo que estaba dispuesto a admitir. ¿Era envidia? ¿Molestia por el éxito repentino de Draco? No. Había algo más profundo, algo que latía en el fondo, una sensación de incomodidad que no era del todo negativa.

― ¿Sabes? Me sorprendió verte allí arriba. Admito que no esperaba que alguien como tú, con todo ese aire... tan rudo, tocara una guitarra tan... apasionadamente ― comentó Poco, tratando de sonar casual. Aunque lo que no dijo en voz alta era cómo aquella pasión había logrado llamar su atención de manera incómoda.

Draco, quien había estado ajustando las cuerdas de su guitarra en un gesto nervioso, levantó la mirada. Sus ojos, brillantes y penetrantes, se encontraron con los de Poco, y por un instante ambos quedaron atrapados en una especie de desafío silencioso. El aire alrededor de ellos se tornaba más denso, casi palpable, y ninguno de los dos sabía bien cómo manejar esa sensación.

― Toco lo que me nace tocar, eso es todo. No estoy aquí para competir contigo, si es lo que te preocupa ― replicó Draco finalmente, desviando la mirada, como si aquellas palabras lo hubieran traicionado más de lo que quería admitir.

Poco rió por lo bajo, pero esta vez su risa tenía un toque distinto, menos juguetón, más contemplativo. ¿Competencia? ¿Realmente pensaba Draco que era eso lo que le molestaba? Poco suspiró, cruzando los brazos y adoptando una postura más relajada, pero su mente estaba lejos de estar tranquila.

― No sé si es cuestión de competencia. Pero cuando llegaste... sentí algo ― confesó Poco, sorprendiéndose a sí mismo. Las palabras habían salido sin pensar. Draco alzó una ceja, intrigado, pero no dijo nada, solo lo observó, como si estuviera esperando una explicación.

― ¿Algo? ― Draco repitió, su tono mezcla de confusión y curiosidad. Poco desvió la mirada, mordiéndose el labio, sintiendo que había hablado de más.

― No importa, olvídalo ― Poco intentó zafarse de la conversación, pero sabía que ya era tarde. Había abierto una puerta, y Draco, con su persistente curiosidad, no la dejaría cerrarse tan fácilmente.

Draco, aunque aún confundido por las palabras de Poco, sintió que había algo más bajo la superficie. Algo que Poco no estaba dispuesto a admitir ni a sí mismo. Así que, en lugar de insistir, optó por cambiar de tema.

― Sabes... si quieres, podríamos tocar juntos alguna vez ― ofreció Draco, sin mirar directamente a Poco. Lo dijo como si no fuera gran cosa, pero había algo en su voz que delataba cierta vulnerabilidad.

.   ˤ   Tú fυׁׅiაᡶe... ოi tꪮdo. ˙  (  𝗣oco  x  𝗗raco  ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora