[°La hermana de Zenitsu°] Tanjiro Kamado

🌹 Capitulo 32 🌹

La respiración agitada de Izumi era lo que más se escuchaba en ese lugar. El bosque solía ser su refugio, tanto para entrenar como para perderse en sus pensamientos. Y vaya que ambas cosas eran horribles para ella.
Sus pasos, delicados y elegantes, evitaban errores con cada movimiento O al menos eso intentaba. Había estado allí desde que despertó. Las pesadillas eran cada vez más frecuentes a medida que pasaban los días y ya no sabía que era peor: dormir o permanecer despierta.

Los rayos tenues del sol apenas comenzaban a filtrarse entre las ramas de los árboles, creando un ambiente cálido y sereno que invitaba a la calma. Que mala suerte que ella tuviera demasiadas cosas en las que pensar. El susurro del viento en las hojas parecían burlarse de su inquietud.

Izumi: «Una vez más... Solo una vez más»

¿Cuántas veces se había repetido esas palabras? Demasiadas para contarlas. Sus pensamientos giraban como una espiral en su mente, incluso podía jurar que escuchaba las voces de los pilares criticando cada fallo suyo.

—"De nuevo."

La voz resonó en su cabeza. Sabía que estaba sola; ni siquiera su cuervo la acompañaba. Golpeó de nuevo en el mismo lugar, a pesar de que sus manos sangraban por el tiempo prolongado que había pasado manejando la Katana. Su mirada fija en los objetivos, mientras las voces seguían molestando en su cabeza.

—"Demasiado lento."

Lo intentó de nuevo, más rápido esta vez, pero aun así falló. Su pie tropezó con una rama, y cayó al suelo. Su mirada se perdió, sus labios entreabiertos mientras su respiración seguía agitada. El sudor brillaba en su rostro, pero no le importaba. Simplemente se quedó mirando el suelo, divagando en las palabras de los pilares y cada misión que había enfrentado.

—"¿Ya estás cansada?"

Sintió el frío acero de la espada contra sus heridas. Sus manos temblaron mientras volvía a levantarse, como si fuera un ser vacío de alma. Intentó regresar a la realidad y dejar de pensar, pero era imposible. Las miradas y comentarios la seguían como sombras persistentes, no la dejaban en paz. Ya debería estar acostumbrada; esto había pasado antes. Pero aun así, no lograba convivir con ello.

Izumi: «No es suficiente...»

Lanzó un corte al aire, la espada trazando un arco perfecto. Sin embargo, su pie resbaló apenas, un desliz casi imperceptible que ella no pudo ignorar. Su irritación creció, como una ola implacable que amenazaba con sobrepasarla.

Izumi: Mierda.

Maldijo antes de lanzar la Katana al suelo y caer de rodillas. Su cuerpo dolía, pero ese dolor había logrado silenciar las voces. Cerró los ojos, sosteniendo su haori con fuerza, manchándolo con la sangre de sus manos.

Izumi: «Duele...»

Abrió los ojos lentamente, mirando hacia el cielo. El sol iluminaba el lugar de entrenamiento, aunque aún no había alcanzado su punto más alto. Solo por un momento, logró sentir calma. Su respiración comenzó a calmarse, y pasó suavemente el dorso de su mano por su rostro para limpiarse el sudor.