Epílogo

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Una semana más tarde.

Satang observó a través de la ventana como Winny rondaba su cabaña aun en forma de tigre. El alfa se había comportado muy educado durante esos días y lo pretendió como deseaba desde que lo había visto, pues, con la maldición deshecha, aquella oscura energía que lo rodeaba había desaparecido, lo que le permitió acercársele sin problemas.

Sin embargo, aquello había hecho que su celo se adelantara y ese día en particular comenzaba a oler más de lo normal. Claramente Winny lo había olido y andaba como loco queriendo verlo, pero muy para su pesar, Satang tenia que aguantar unas horas más hasta que sus amigos arreglaran sus problemas.

—Satang —ronroneó Winny, sentándose todo derechito en la puerta de la casa, esperando a que le abriera mientras lavaba una de sus patas, fingiendo que no estaba tan desesperado. Lastima que su cola moviéndose inquieta de un lado a otro lo delataba— Sé que estás ahí, puedo olerte.

El omega se acercó a la puerta, oliendo como el alfa parecía tener un aroma mucho más fuerte que el de hace minutos, erizándosele la piel.

Necesitaba con urgencia de él.

—H-hola... —habló Satang, apoyándose del otro lado de la puerta.

—Sé que no es momento todavía, pero en verdad necesito verte.

—Creo que estoy en celo ahora... —¿creía? Definitivamente era un hecho. Los dolores lo tenían loco y su pantera gruñía en busca de contacto

Winny rascó la puerta con sus garras repetidas veces, desesperado y ansioso. Quería que abriera esa puerta y lo dejara comerlo entero. Quería enterrarse en ese omega, hacerlo suyo, llenarlo de cachorros y no irse jamás, pero Satang andaba de difícil.

—No haré nada que no quieras.

Satang chilló rascando la puerta, como perrito que quiere algo y no se lo dan. También estaba desesperado, un tanto avergonzado por como se estaba comportando. Se desconocía, ese no era él, pero es que el celo se encargaba de sacar a la luz sus lados más salvajes y primitivos.

Ya sin poder aguantarlo, el omega tomó forma humana y abrió la puerta, viendo al tigre ahí. Winny copió su forma y se le abalanzó encima, besándolo con pasión y ganas, introduciendo su lengua en la boca de Satang, quien no se quedó atrás y en seguida se prendió de él, acariciándose y sintiéndose como tanto deseaban.

Mark y Ford salieron del cuarto que Satang les prestaba, viendo la escena.

Hacia rato escuchaban los lamentos de aquella pareja de gatos salvajes y hasta en cierto punto era gracioso, pero al alfa lobo le preocupaba que no estuvieran en sus cinco sentidos para cuidar de los cachorros en lo que se encargaban de la manada.

Mark carraspeó, logrando llamar la atención de ambos y Ford largó una risita, divertido con la imagen. Hasta allí se escuchaban los ronroneos de ambos.

—¿En serio creen que son capaces de cuidar a los niños un momento? —preguntó el pálido, no muy convencido de dejarles a Love.

—Puedes... ¿puedes llevarlos a otro lado? —preguntó Satang, ruborizado y jugando con sus manos como si de pronto fuera un chiquillo.

Andaba comportándose raro a causa del celo adelantado, constantemente húmedo y con las mejillas rosas. Ni modo, tendría que aguantarse.

—Pero Satang, no podemos llevarlos, será peligroso.

Satang se quejó como chiquillo, acompañado de un sollozo que delataba las ganas que tenia de aparearse en ese preciso momento: —Esta bien, pero tendré que hacerme un té tranquilizante, aunque no creo que me ayude.

Presa Fácil || GeminiFourth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora