La reina le contó con detalle el momento que habló con Ramón, de su intranquilidad antes de partir y de su ausencia en la ceremonia. Deseaba relatarle los momentos de pesar, pero decidió reservarse esos fragmentos para más tarde. Tal vez cuando estuvieran a mitad del camino, o tuvieran a su prometido a su lado.
Conforme el relato avanzaba, el rostro de aquel troll se congeló, como si el alma estuviera saliendo de su cuerpo. Apretaba con fuerza la orilla de la mesa donde descansaban su maquillaje con cada palabra, una helada mano abrazaba sus labios y las pupilas se encogían como si estuviera frente a una pesadilla. Algo imposible de borrar.-No puede ser posible-titubeó-. No puede ser cierto, no él-sus labios temblaron-. Ramoncito.
La reina notó la reacción del hermano ante la última parte de su relato. Se acercó con pasos pequeños hasta estar a su lado; tenía los brazos abiertos ante cualquier posibilidad de caer en la pena.
Le dedicó una mirada comprensiva y unas ganas de abrazarlo emergieron de de pequeño corazón, mas sabía que no era el momento para una fiesta de abrazos.-Sé que estás en medio de un concierto-dijo con voz dulce-, pero tienes que ayudarme.
El trol observó a la reina por un momento. Su rostro se ensombreció al instante, como si ella fuera la causante de todo ese caos.
-Sí lo que dices es cierto-Caminó con pasos largos al otro lado de la habitación. Cerca de un armario de madera-, esos sucumbos deben de ser Velvet y Vener-se agachó con la mirada enfocada en los bultos que ahí se guardaban.
Los ojos de la princesa se abrieron de par en par; no esperaba que el hermano de su prometido fuera capaz de adivinar con eficacia la imagen de dos sujetos que describió con poco detalle.
Avanzó dos pasos flaqueza.-¿Los conoces?
Asintió con la mandíbula apretada y el ceño fruncido.
-Me topé con ellos en uno de mis conciertos-dijo doblando unas prendas y telas de diferente colores-. Algo me decía que no eran de fiar.
La reina se llevó las manos a la altura de su pecho, como si estuviera rezando con el corazón entre ellas.
-Pero, ¿por qué lo secuestraron?
-No lo sé, pero demos partir a Monte Regio-Cerró la mochila y la colgó en su hombro -. Es ahí donde realizan sus espectáculos. Si secuestraron a Ramón, ahí a de estar-Mantuvo el rostro serio, pero en sus ojos se desbordaba la preocupación-¿Los otros ya lo saben?
La reina alzó una ceja, como si hubiera escuchado un mal chiste.
-¿Los otros?-cuestionó.
-Sí-aclaró con una sonrisa nerviosa-. Ya sabes, Jonh Dory, Retoño y Clay. Los otros hermanos de Ramón.
-¡¿Tiene más hermanos?!-exclamó con un fuerte volumen y su ojo temblaba, como si hubiera recibido otra cubeta de agua fría.
-Sí-exculca en su mochila unos segundos hasta que saca una fotografía algo vieja y sucia-. Mira.
Tomó la fotografía con extremo cuidado, como si fuera la cuerda de la música pop.
Entrecerró los ojos para examinar mejor la imagen: cinco trolls de diferentes tamaños, pero todos ellos tenían un perfil demasiado joven. Tenían chalecos que hacían juego con su tono de cabello y todos rodeaban al alegre e inocente infante del grupo.-Ustedes eran...-abrió los ojos asombrada. Levantó el rostro con un brillo inocultable.
El troll asintió algo avergonzado.
-¡Brozone! ¡No lo puedo creer! -chilló con entusiasmo-. Eran la mejor boy band de esa época. ¡Coleccione todos sus discos, carteles y mercancía!¡Había días en los que esperaba afuera de las tiendas para ser de las primeras!
Dio algunos saltos llenos de emoción y soltó uno que otro chillido lleno de entusiasmo. No obstante, se detuvo al concentrar su atención en el pequeño de la imagen. Era increíble que, a pesar de casarse con el troll que conocía todo sobre ella, no sabía todo sobre el adulto que hoy era. No pudo evitar sentir una ola de vergüenza bañar su piel.
-Jamás me lo dijo-añadió con tono quebrado, como si las lágrimas estuvieran por salir.
-No lo culpo-agregó Floyd con la mirada baja, como si estuviera decepcionado por romper una promesa de muchos años.
La reina depositó una comprensiva mirada en todo el perfil del cantante. Se acercó con los hombros alzados y las cejas caídas para entregarle de nuevo la foto.
-Hay que encontrar al resto del grupo y salvar a Ramón-dijo con una mirada determinante.
Antes de que pudiera responder, o la conversación siguiera tomando el timón del momento unos pequeños golpes se escucharon en la puerta.
-Señor, empezamos en diez segundos.
La reina lanzó un grito ahogado.
-¿Ya ahora que hacemos?
El troll buscó con la mirada como si fuera un loco, su mandíbula se tenso al igual que sus hombros, pero al final encontró la respuesta a esa pregunta.
Tomó del armario una capa color marrón y se la colocó en un instante.-Sígueme.
Ambos salieron de la habitación. Recorrieron los pasillos que la reina había recorrido, mas ante de subir al escenario, dieron vuelta a la derecha con cautela. Salieron en un pasillo que utilizaban para descargar los utensilios necesarios para el concierto y que conectaba con el exterior.
Avanzaron hasta que una puerta de madera se hizo visible, era el único lugar en el que el aroma a plástico estaba presente.
Abrieron la puerta con cuidado, revisaron que nadie estuviera presente y salieron tan rápido cual gueopardo.Caminaron con paso apresurado, siempre con la cabeza abajo y sin mostrar ningún signo de sospecha. Era como ver a dos ancianas ninfas en un paseo matutino.
La reina se sorprendió por la facilidad del escape, incluso comenzaba a sospechar de que se tratara de una trampa.-Ya estamos cerca-susurró.
El troll siguió a la reina con determinación, pero en un descuido, una rama de árbol atrapó parte de la capucha, quitandola al instante del cantante.
-¡Aaah!-chilló una ninfa-¡Miren! ¡Es Floyd!
-¡Ay por las manzanas de Perséfone!-agregó con un tono extasiado.
-¡Es él!-Señaló.
Esos tres simples gritos funcionaron como campanas de guerra para el resto del pueblo. El grupo de ninfas crecía de forma inigualable; el rostro de emoción brillaban como las luces de varias cámaras, incluso los gritos llegaron a las ninfas que esperaban el segundo acto del concierto.
-¡Corre!
No necesitó repetirlo dos veces para que sus piernas corrieran a la velocidad de un correcaminos. El corazón parecía salir de su pecho y las piernas le dolían.
La capa de la reina también se cayó en cuestión de segundos, pero no hubo tiempo de recogerlo.
Para su buena suerte, la puertas del reino seguían abiertas.
Atravesaron la entrada con fuerza, pero los fritos de las ninfas se escucharon tan cerca de ellos, como si fuera una preocupante frecuencia.La puerta del Orobus se abrió y de un salto entraron al vehículo, impactando contra el suelo.
-Wow-exclamó con asombro-¡Qué vibra traen los dos!
-¡Tito, pisale!-Trató de levantarse-¡Ahora!
Floyd miró a la reina con el rostro consternado, como si le hubieran dado una cachetada.
-Espera-gritó con la respiración agitada-¿Es bueno que un bebé conduzca?
-¡Claro que sí!-presionó el clocth, movió la palanca de velocidad y salió del lugar con rapidez.
El vehículo temblaba por la fuerza de sus pisadas, pero cualquier cosa era mejor que quedar atrapado de bajo de un mar de obsesión y gritos agudos.
Sin esperar a nadie más, el orobus se perdió entre la hierba alta y un cielo despejado.
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No estas solo [Trolls 3: se armó la banda]
Fanfiction¿Y si Floyd no fuera el prisionero de Venner y Velvet? ¿y si Ramón ocupara el lugar de su hermano como lo decía la idea original de Dreamworks? ¿Cómo sería todo si Poppy tuviera que juntar a la banda? ¿Lograrían salvar a Ramón a tiempo o sufrirían l...