Tenía 7 años cuando una pequeña chispa de esperanza se apoderó de mi cuerpo.
Tendría una familia en el futuro.
Una mamá y un papá.
Solo debía esperar.
Vendrán por mi.
O
Iré hacia ellos.
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Restaurante del pueblo
Anna terminaba de cerrar la puerta con llave junto a Marcos para ir a casa.
De pronto el vidrio de la puerta empezó a temblar.
Ambos se miraron mutuamente.
Voltearon a ver a la gente que corría a sus casas, otras salían para agarrar a sus hijos.
Había gente mayor rezando, pidiendo misericordia.
-¿Terremoto? -pregunto Marcos incrédulo.
-Imposible... -logro decir Anna
Ambos se miraron asustados.
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-¡Que estás haciendo! -me gritó Dan. -¡Deja de hacerlo!
¿Hacer? ¿Que?
La niña estaba confundida, quería a Bolita, está sumergida en el dolor, no se dio cuenta lo que pasaba a su al rededor.
Todo era borroso, duele, duele mucho, era sofocante, el dolor la asfixiaba de tal manera que empezaba a doler respirar.
Sintió que la golpeaban, supuso que era su padre.
Dan, el padre de la niña, no sabía que hacer, empezó a entrar en pánico al ver que la casa no dejaba de temblar, el techo empezaba a caerse.
Se acercó a la niña empezando a sacudirla, a golpearla, pensó que así pararía, su mano temblaba, todo en el temblaba ¿será la ira? o ¿el miedo? quizá era el temblor de la casa que lo hacia a él temblar en consecuencia.
Nada sirvió, grito de rabia, miro a la niña una vez mas.
No supo que hacer así que simplemente salió corriendo de la casa dejando a la niña sola.
Afuera en el pueblo no era diferente.
La tierra temblaba sin parar, las casa de los vecinos también se desmoronaban, todo era un caos.
La gente creía que era un terremoto, un suceso natural.
Dan sabía que no era cierto.
Dan era el único que sabia la verdad y eso lo aterraba.
