Verdades

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-Mi-Milo-dijeron ambos jóvenes al unísono- no dijimos nada.

-¡¿Como que no?! No se atrevan a mentirme en mi cara, ¿así que el idiota de Kanon fue el que te hizo llorar el día que te encontré en el baño?- el griego apretó los puños- ese desgraciado me las va a pagar- se dio la vuelta para ir en busca del dragón marino.
Sus ojos generalmente azules como el cielo habían tomado un color rojizo como la sangre que hervía de coraje dentro de su ser. Apenas había atravesado un pasillo cuando lo vio a lo lejos sonriendo sin el menor remordimiento.
Camus y Sorrento corrían tras él para intentar detenerlo, gritaban y suplicaban pero el coraje que griego sentía nublaba por completo su razonamiento, hasta que por fin lo tuvo cerca le grito

-¡¡Kanon!!-el dragón marino se detuvo.

-Oh mi amado Escorpión de ojos celestes, al fin aceptarás mis sentimientos por ti y vienes a decírmelo.

Milo se acercó y sin mediar más palabras le soltó un puñetazo que hizo al dragón marino tambalear, no lo dejo reaccionar cuando le propinó otro golpe ladeando su cabeza al lado contrario y esta vez tirándolo al piso para lanzarse contra el, el dragón solo se limitó a esquivar los golpes pues no quería dañar al Escorpión, lo amaba a su manera y no quería lastimarlo de ninguna manera.
Tuvieron que llegar Aioros y el hermano del agredido para detenerlo.

-Milo ¿acaso te has vuelto loco!-decía el gemelo mayor mientras sostenía a Milo por la cintura y lo jalaba para que no siguiera golpeando a su hermano.

-Milo ¡basta! Tú no eres así que te pasa- está vez fue Aioros el que intentaba calmar los ánimos, abrazo al griego con fuerza para que se tranquilizara unos minutos después Milo por fin se calmaba y Kanon lo miraba con tristeza mientras limpiaba la sangre que salía de su labio roto, siendo ayudado por Radamanthys.

El director Shion llegó al lugar siendo avisado por los alumnos menores que vieron el espectáculo.

-Me pueden explicar ¿qué rayos pasó aquí? De Kanon lo espero, pero de ti Milo que jamás te has metido en problemas, no puedo creerlo, ¿qué pasó que estás tan furioso?

-El se atrevió a dañar a Sorrento, no pienso permitirlo, Sorrento no está solo, yo voy a cuidarlo y protegerlo de cualquiera que quiera hacerle daño.

-Por que te importa tanto ese extranjero Milo, apenas llego y lo defiendes así, cómo pudiste atacarme de esta forma si sabes que yo te amo y sería incapaz de lastimarte, ahora resulta que ese algodón de azúcar tiene para ti más valor que yo.

-Claro que lo tiene Kanon, por que ¡estoy enamorado de él!- Dicha declaración tomó por sorpresa a todos, tanto a Kanon como a Camus se les partió el corazón y Sorrento simplemente no podía creerlo- así que no quiero que vuelvas a acercarte a él si no quieres que vuelva a atacarte- quiso soltarse del agarre para volver a lanzarse sobre él pero el director lo detuvo.

-A ambos los quiero en mi oficina ¡ahora!

Radamanthys ayudó a Kanon a levantarse y Saga soltó a Milo sin dejar de vigilarlo hasta que llegaran a la oficina del director. Una vez ahí Sorrento y Camus narraron lo sucedido asignando a cada uno su castigo, Milo sería suspendido 3 días y Kanon una semana.
Kanon miraba de reojo a Milo, no podía creer que su amor, el chico por el cual cambiaría todo en su vida, estuviera enamorado del idiota con el que tuvo una aventura, las lágrimas amenazaban con salir, pero debía ser fuerte, no le daría la dicha a Sorrento de verlo sufrir. Solo pedía que el muy desgraciado no se desquitará con Milo, por lo que él le hizo.

Saga se llevo a Kanon y Kardia hizo lo mismo con Milo.

-Milo, no puedes hacer eso, nunca habías tenido problemas y ahora llega este chico y mira lo que pasa, si por culpa de ese chico te vas a meter en problemas no creo que te convenga estar cerca de él.

Amor tardío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora