Parte 8

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Max está sentado en la tumbona que está a mi lado, desnudo igual que yo. Sus ojos están cerrados mientras se relaja, mientras yo observo todo a mi alrededor, embebiéndome de este paraíso tan increíble. Y luego de un rato, me quedo mirándolo a él descansar.

Haciendo un pequeño recuento de todo lo que hemos hecho estos días, no me extraña que esté bastante agotado. Así que me quedo disfrutando de la vista y la tranquilidad que me da escuchar la naturaleza.

El sol comienza a subir más en el cielo, aunque aún no es medio día, y decido darme un buen chapuzón. Lo hago lentamente para no perturbar la tranquilidad de Max ni del lugar. Doy unas cuantas vueltas en la piscina y luego me acerco a la tumbona.

Max tiene los brazos detrás de la cabeza mirándome tranquilamente.

–Hola –le digo tranquilamente.

Me acerco un poco más y sobre su abdomen caen algunas gotas de agua de mi cabello que está bastante mojado.

–Hola –me responde tranquilamente.

No hace intento a moverse, así que me siento sobre él, con una pierna a cada lado de su abdomen. Sus manos van a mis caderas y presionan un poco.

Yo me acerco más a él y acariciando su rostro le doy un beso tierno. Aunque mirando su cuerpo, tierno es lo último que se me pasa por la mente.

Me restriego un poco, haciendo que su amiguito se despierte.

–¿Qué haces amor?

–Nada, sólo me acomodo.

–Claro – dice ocultando una sonrisa.

Me acomodo más y me recuesto sobre su pecho. Una de mis manos acaricia su hombro y bajo por sus pectorales. Sigo mi recorrido y acaricio su tableta. Luego me levanto para seguir mi camino hacia abajo con mis manos. Tengo que aprovechar que me está dejando.

Cuando estoy a punto de tocar su falo, sus manos detienen las mías y sé que no me dejará avanzar más.

–Por lo que veo, quieres seguir jugando.

–¿Descansaste algo? –intento cambiar el tema.

–La verdad es que sí –dice sin soltar mis manos– disculpa. Lo necesitaba.

–Lo sé –intento liberarme y me suelta una mano, por lo que acaricio su rostro– no me has dejado ayudarte en nada. Debes estar agotado.

–No tanto, sí he descansado.

–Hmmm –sigo tocando su barba de un día.

–Te lo juro –dice, mientras me mira a los ojos– siempre que tu descansas, yo aprovecho para hacer lo mismo.

–Te creeré.

–Pero no intentes cambiar el tema, amor –dice sonriendo, sabiendo lo que intenté hacer.

–No lo hago, pero estaba preocupada por ti. Es todo.

–Te creeré.

Suelto una risita.

Toma mi mano libre y las coloca a mi espalda. No tengo los brazaletes puestos, pero, aun así, dejo mis manos donde las puso.

Max se levanta, quedando nuestros rostros de frente y acaricia mis mejillas con sus manos, para luego ponerlas en mi cuello y hacer que me acerque para chocar sus labios con los míos. El beso es arrasador. Hago todo lo posible por dejar mis manos donde él las puso. Así que no puedo hacer nada más que recibir su ataque y disfrutarlo.

You are my TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora