Comienzo a salir del sueño, no sé dónde estoy. Apenas recuerdo lo que pasó. Intento abrir los ojos, pero el antifaz aún está sobre mis ojos.
Hago un esfuerzo por estirarme, pero es realmente difícil. Primero por el cansancio que me quedó de anoche; y segundo, porque no puedo mover mis brazos. Estoy abrazando mi cuerpo y alguna especie de cuerda me sujeta las manos a los lados.
Tengo un vago recuerdo de Max atándome antes de quedarme dormida. Y creo recordar que dijo algo de que no había terminado conmigo. Mi cuerpo se despierta de pronto.
–¿Max? –mi voz sale ronca por los gritos de nuestro encuentro anterior.
No escucho respuesta.
Intento moverme para salir de la cama y buscarlo, pero antes de que pueda poner un pie en el piso, un brazo pasa por sobre mi cintura y me jala hacia atrás.
–Abby. Es muy temprano aún. Duérmete –su voz se escucha adormilada.
Acomoda una pierna sobre las mías y su peso cae sobre mí. ¿Quiere que vuelva a dormir? Estoy atada y, ¿piensa que voy a poder dormir de nuevo?
–¡Max! –me remuevo nuevamente–. Libérame.
–No –me dice apenas despierto–, vuelve a dormir.
–No voy a poder –le digo con insistencia–. ¿Por qué estoy atada?
–Porque quiero.
–Pero...
–Shhh... –dice en un gruñido semidormido–. No quieres que te amordace. ¿Verdad?
Abro la boca para decir algo, pero la vuelvo a cerrar.
–Chica inteligente. Ahora, intenta dormir. Es demasiado temprano.
–¿Q-Qué hora es? –me atrevo a preguntar.
–Hmmm –se mueve un poco–. Pasadas las seis.
Su peso vuelve a caer sobre mí y segundos después escucho su ligero ronquido. Se ha vuelto a dormir.
Me quedo callada. No sé cómo valla a reaccionar si lo despierto nuevamente. Así que, también me quedo quieta. Esperando a que pase el tiempo. Pienso en lo que pasó anoche y lo que aún podría pasar. Y en algún momento, sin darme cuenta, me vuelvo dormir.
Cuando despierto nuevamente, el peso de Max no está. De hecho, no lo siento cerca de mí. Pero me da miedo hablar de más y que al final sí me termine amordazando.
No sé qué esperar. Creo que estoy sola en la cama. Con un antifaz y mis brazos atados a mi cuerpo.
Intento moverme para analizar mi situación. Entonces noto que mis pies también están atados juntos, y anclados a algún lado de la cama, cosa que no era así cuando me desperté antes. Por lo que ahora no puedo levantarme de la cama. Seguramente por eso lo hizo.
Me armo de valor enfrentando lo que pueda pasar.
–¿Max?
No recibo respuesta. Así que vuelvo a intentarlo.
–¿Max? –hablo más alto.
Escucho pasos acercándose desde el pasillo. Y luego lo siento entrar a la habitación.
–Hasta que despiertas –dice. Una caricia en mis piernas me sobresalta un poco.
–Desátame.
–No –me dice tajantemente.
–¡Por favor! –mi voz es de súplica.
–¿Por qué habría de hacerlo?
Lo pienso un momento. Y además de lo obvio, le doy la respuesta más sencilla que encuentro.
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You are my Temptation
RomansaMax y Abby tendrán un fin de semana que cambiará su relación.