Mi cuerpo poco a poco comienza a reaccionar, y mi mente se va aclarando. Puedo escuchar a Max moverse fuera de la habitación. Porque al parecer no cerró las puertas que dan al salón.
Nuevamente no veo nada, pero esto me ayuda a pensar en todo lo que he pasado desde la noche de ayer.
Estoy feliz de que Max no saliera huyendo después de lo que hice. Me sorprendió bastante que él estuviera en este mundo del BDSM, al principio me asustó un poco, pero ahora después de lo que me ha hecho vivir en menos de veinticuatro horas, confirmo que puedo confiar en él. Me ha hecho pasar experiencias que nunca me imaginé vivir. Y no sé ha sobrepasado en ningún momento. Si me va a cuidar así siempre, podría acostumbrarme.
No me da tiempo de analizar más, porque lo escucho acercarse.
Primero siento su cercanía y luego sus manos acariciando mis pechos que sobresalen un poco del agua.
Mi gemido apenas es audible. Pero disfruto de su tacto.
–¿Ya estás despierta? –su voz está en mi oído.
–No –es lo que sale de mi boca.
Escucho su risa suave.
–¿Estás lista para cenar? –no ha dejado de acariciar mi cuerpo en ningún momento.
–¿Cenar? –le preguntó extrañada– ¿qué hora es?
–Son como las ocho de la noche –me dice tranquilo– y necesitamos que recuperes las energías, porque aún no ha terminado el día.
–¿Cuánto tiempo he dormido? –No puedo creer que me dejara tanto tiempo en el agua.
–No demasiado, como una hora –me dice sin dejar de acariciarme–. Vine a revisarte cada quince minutos y estabas dormida.
–Creí que había sido más –hago intento a levantarme, pero las ataduras me lo impiden.
–No te apresures –me dice presionando mis hombros–. Yo te ayudaré a salir y luego te daré de comer.
–De acuerdo –le digo tranquila y super relajada– dame de comer.
Su boca se posa en mi cuello y lo besa suavemente. Siento como libera mis manos de la bañera y me ayuda a levantarme. No me ha quitado el antifaz, y no creo que lo haga pronto. Pero estoy tan relajada que no me importa.
Me ayuda a salir de la bañera y me seca con una suave toalla. Dejo que haga lo que quiera; la verdad no tengo muchas fuerzas para hacerlo por mí misma.
Coloca una bata sobre mi cuerpo, lo acomoda y lo anuda al frente. Como no me he movido más de lo que él lo ha hecho, un pequeño grito sale de mi cuando dejo de sentir el suelo bajo mis pies. Sus manos están en mi espalda y en la parte de atrás de mis rodillas.
No sé para dónde me lleva, alzada no tengo una imagen clara del espacio, por lo que ignoro a dónde nos dirigimos y la verdad, tampoco es que me importe mucho. Sus brazos con acogedores y rodeo su cuello con mis brazos mientras me recuesto en su pecho. Podría quedarme aquí para siempre. Mi confianza en él ha crecido mucho en estas últimas horas.
Antes de que me acostumbre a estar en sus brazos, me deja en una tumbona del exterior. La brisa que viene del mar golpea mi rostro.
–Ya regreso, no te muevas –me acaricia el rostro y lo escucho volver a entrar en la casa.
Unos minutos más tarde, escucho la tumbona que está a mi lado crujir con el peso de su cuerpo.
Suavemente me quita el antifaz. Las luces son muy tenues, así que no me maltratan la vista. Cuando me acostumbro, lo vuelvo a ver a la cara y sus ojos me expresan amor y agradecimiento.
ESTÁS LEYENDO
You are my Temptation
RomanceMax y Abby tendrán un fin de semana que cambiará su relación.