Luego de que recupero la tranquilidad, me doy cuenta de que las vibraciones se han detenido.
–Llegamos amor.
–De acuerdo.
–¿Estás lista?
–No. Pero no lo voy a estar nunca. Así que vamos.
Su leve risa me tranquiliza.
–Amor, sólo vamos a comer –dice con lujuria– y jugaremos un poquito más.
–Me gusta como suena eso.
Su risa me tranquiliza mucho.
–De acuerdo. Espera un momento aquí, ya regreso por ti.
Me da un lento beso y luego su puerta se abre y escucho como sale del auto. La puerta vuelve a cerrarse y me quedo sola.
Puedo escuchar voces fuera del auto. Pero no entiendo bien lo que están diciendo.
Inesperadamente la puerta de mi lado se abre y no sé si es Max o quién sea.
–Ya podemos ir, amor.
Él está ajeno a mis pensamientos, así que respiro profundo y me obligo a tranquilizarme.
–Te explicaré un poco –habla de manera tranquila, intentando transmitirme a mí esa tranquilidad–. Primero entraremos. Pasaremos por el área de la recepción. Puede que escuches personas hablando, pero no te preocupes. Nadie sabrá quién eres. Luego nos llevarán a un área privada, sólo para nosotros.
–Entiendo.
Max baja mi falta y me quita el cinturón de seguridad. Luego abre la guantera y casi de inmediato la cierra.
–Te pondré una mordaza que quitaré no más lleguemos a la sala privada. También te pondré una capucha. No se verá tu rostro, sólo tiene orificios para que puedas respirar bien.
–Está bien.
–¿Estás segura? Todavía te puedes echar para atrás.
–No –le digo segura– quiero intentarlo.
–Está bien, amor.
–¿De qué color es la máscara?
–Negra. Por qué.
–Sólo quería saber –me encojo de hombros.
Procede a colocarme la mordaza con forma de pene y la máscara sobre la cabeza. El material es suave y puedo respirar bien.
Me la termina de colocar y luego me ayuda a salir del auto. Las sandalias están en el piso, desde que salimos me las quité y lo prefiero así. El suelo es césped suave. Así que camino lentamente. Max me guía con mucha paciencia. Porque además de la máscara que me colocó, el antifaz sigue en mis ojos. Así que, estoy completamente cegada.
–Mantente en silencio amor.
No hago intento de responder. No sé si alguien nos mira o no. Pero eso me enciende. Nunca pensé que estar tan indefensa, de la mano de Max me pondría tan caliente. Un ligero gemido intenta salir de mis labios. Pero sólo Max lo escucha.
–¿Estás excitada?
Mi cabeza se mueve arriba y abajo.
–Tengo a una chica exhibicionista –dice sonriendo–. Sigamos.
El suelo cambia de textura y sé que estamos entrando a algún lugar. El piso es liso y frío. Max me detiene en algún lugar de la estancia.
–¡Buenas noches! Señor Máximo. Bienvenido.
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You are my Temptation
RomanceMax y Abby tendrán un fin de semana que cambiará su relación.