Me tenso deliciosamente. Intento moverme, pero mi cuerpo no me responde. Algo húmedo pasa por mis pliegues, acaricia y succiona repetidamente. El sueño se va de pronto y es sustituido por un placer inimaginable que va creciendo y me corro sin poder evitarlo.
–Dámelo todo. Quiero saborearte por completo.
Cuando mi corazón se ralentiza, soy consciente de mi situación, aunque no puedo ver. Estoy atada a la cama con mi manos y pies extendidos a las esquinas de la cama. Y la boca de Max sigue trabajando en mi entrada. Su lengua se introduce y me come completa.
–Max...
–Shhh amor. No tienes permiso de hablar en este momento.
–Pero...
Seguido me pone una mordaza con un pequeño pene que llega hasta el final de mi lengua, lo que no me deja cerrar la boca. También pone unas fajitas en mi barbilla haciendo que no pueda separar más los labios.
–Hmmm...
–Ahora sí. Seguiré con mi exquisito desayuno.
Su boca vuelve a mi clítoris, su maestría para los orales es única. Hace una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo completo. El no poder moverme hace todo más intenso. Y al no ver nada, mis sentidos se agudizan, más, el del tacto. Así que cuando el segundo orgasmo llega, quedo completamente agotada.
Podría caer en la inconsciencia, a pesar de haberme despertado hace poco. Aunque mi interior palpita necesitado de que me folle, los planes de Max son otros.
Comienza a besarme la pelvis, sube por mi abdomen, y llega hasta mis pechos. Muerde la parte de abajo y los lame. Luego se centra en mis pezones, ya erectos esperando por su toque. Muerde mi cuello y yo no puedo hacer más que gemir de gusto.
Su dureza pasa por mis pliegues, mientras mis jugos lubrican su longitud, mas no entra. Yo gimo en súplica. Pero él no me pone atención. Hace lo que quiere. Y es justo lo que amo de él.
–Lo sé, pero aún no –dice con voz ronca–. ¿Sabes por qué estás así?
Yo muevo la cabeza de un lado a otro, negando. Aunque no me importa que lo esté haciendo.
–Me imaginé que no lo recordarías –dice besándome una mejilla.
No sé de qué me habla. Pero lo único que puedo hacer es esperar por su respuesta, que me sacaría de mis dudas. ¿Qué es lo que olvidé? ¿Por qué está haciéndome esto? No es que me queje, la verdad. Pero...
–Cuando termine de hacer lo que quiera contigo, te diré ¿por qué lo hago?... ¿Te parece? –mientras me habla sigue restregando su longitud por mis pliegues.
El placer que me provoca mientras se frotaba sobre mí, no me deja pensar con claridad. Pero no deja de atacarme con caricias, besos, lametones. Un grito amortiguado sale de mí cuando sus dientes presionan uno de mis pezones, y su mano juega con el otro. Una nueva corriente eléctrica atraviesa mi cuerpo y todo se une en mi centro. Cuando creo que no aguantaré, libera mis pechos y los lame para apaciguar un poco el dolor. Pero inmediatamente los atrapa con alguna especie de ligas, me retuerzo para que las quite, pero no puedo hacer mucho. Cuando ya las tiene en su lugar, vuelve a lamerlos.
–Tranquila amor, en un momento ese dolor se transformará en placer puro.
–Hmmm....
Y no se equivoca... porque el dolor no dura mucho para dar paso a un placer intenso. Puedo sentir como palpitan mi centro y mis pezones, de puro placer.
Mis gemidos de dolor ahora son de éxtasis.
–¿Qué quieres?
Levanto mi pelvis lo que me lo permitan las ataduras y gimo suplicando.

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You are my Temptation
Storie d'amoreMax y Abby tendrán un fin de semana que cambiará su relación.